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jueves, 17 de mayo de 2018

La tertulia de las diez: "John el rebelde"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

En el barrio todos le llamábamos Juan el rebelde, era una verdad a medias que reforzaba el adjetivo de su nombre. Lo bautizaron Rafael pero él ya desde pequeño, tal vez por las películas del Oeste que todos los sábados por la tarde solían pasar la televisión, le gusto el nombre de John y, tanto en su familia como con el resto de gente, consiguió que lo llamáramos así.

Lo que empezó como broma o mote acabó siendo su nombre; en cuanto a lo de rebelde, aquí si que no hubo discusión, precisamente tuvo muchas, el sobrenombre fue plenamente justificado. Discutir todo lo establecido, las típicas costumbres en concreto, era la cruzada de John desde que empezó a hablar. Su verborrea, con tanta practica bien entrenada, le daba siempre un argumento más que, a la postre, acababa siendo la puntilla de toda costumbre establecida que se le pusiera por delante.

En el colegio no iba a ser menos y en clase de religión, sobre todo con el catecismo, nos amenizaba las tardes con sus cuestionamientos. Los pobres curas de la época; más acostumbrados a ponerle la mano en la mejilla, que ofrecer ellos la suya, en cuanto a temas divinos se tratara; empezaban no dando crédito a las intervenciones de John, que primero era Rafael, luego Rafa (a mitad de la discusión) y finalmente la reencarnación del diablo; cuando arrojaban la toalla verbal junto con una hoja de castigos escritos.

John el rebelde asumía su penitencia, rezando de corrillo, como si trabalenguas se trataran, la larga lista de oraciones por sus blasfemias. En la clase siguiente, él por su parte, devolvía una hoja escrita; no con clausulas de paz o una reflexión constrictiva de su supuesta blasfemia; sino con las preguntas, pasadas a limpio, que incendiaron en la clase anterior, al representante de Dios en la tierra, a modo de cuestionario, esperando ser respondidas:
  • ¿Por qué si Dios es todo poderoso y perfecto, nos hace malos e imperfectos  y nos castiga por ello, sabiendo de antemano lo que va a pasar?
  • ¿Por qué alguien, por malas cosas que pueda hacer en su breve vida, comparada con la eternidad, va al infierno por el tiempo de los tiempos? ¿Siendo Dios tan bueno, no tiene reinserción para esas almas y, nosotros, seres inferiores, sí?
  • ¿Por qué los curas que no se casan ni tienen hijos, dan lecciones de como se tienen que comportar las familias, si solo saben de eso por los libros?
  • ¿Por qué si la Iglesia tiene tantas riquezas, para hacer sus buenas obras, pide dinero y no gasta de sus recursos?
  • Volviendo a Dios, padre: ¿Por qué si el Señor me hizo como soy, rebelde, quiere que cambie a dócil como un cordero? ¿No es un contra sentido D. Antonio?

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