tag:blogger.com,1999:blog-30438272711433566902024-02-28T20:00:45.447+01:00"Tonterías profundas..."Opiniones y reflexiones con una lógica un poco particular. Simplezas con sal y pimienta para que no sean tan simples. Tonterías profundas que no teorías profundas.JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.comBlogger254125tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-30685555394543044082024-02-15T22:42:00.001+01:002024-02-18T16:52:02.976+01:00CONCURSO DE RELATOS 40ª Ed. EL VIZCONDE DEMEDIADO de Italo Calvino<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzgPwbSB2jTDRCBlYrELLt5O6s7SW-vzzGqgnzmMLoOApIMHp8XDw4xA23t_4lrZuQGM4QuHDV8uVCRP9AzrAx4PVVoiHeXYW3bf43Nub6dbasuP583es1zNfZMUYSNhdF4MsNZFqxcACnSQ4awUkqu1FwHwd_XVojfdao09TVYZwEXvTyjqKW7pXYGk4/s400/2-el-vizconde-demediado.png" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzgPwbSB2jTDRCBlYrELLt5O6s7SW-vzzGqgnzmMLoOApIMHp8XDw4xA23t_4lrZuQGM4QuHDV8uVCRP9AzrAx4PVVoiHeXYW3bf43Nub6dbasuP583es1zNfZMUYSNhdF4MsNZFqxcACnSQ4awUkqu1FwHwd_XVojfdao09TVYZwEXvTyjqKW7pXYGk4/w517-h291/2-el-vizconde-demediado.png" width="517" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: start;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2024/02/italo-calvino.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS 40ª Ed. EL VIZCONDE DEMEDIADO de Italo Calvino</a></div></td></tr></tbody></table><br /><br /><br /><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: Satisfy;">El Alma se viste con negra capa</span></h1><div><span style="font-family: Satisfy;"><br /></span></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Cuando mueres, no vas al Cielo o al Infierno, según tus actos hayan sido buenos o malos. No voy a decir que sea una falacia de los diversos cultos religiosos, pero sí que es una verdad a medias bastante discutible. Que nacemos inocentes y puros es un hecho, al igual que también con un lado oscuro, y que según vayamos actuando en la vida se irán desarrollando. Por eso, cuando nos llege la hora, nuestra brillante Alma estará cubierta, con una fina o más espesa, capa de oscuridad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Y como nadie ha vuelto del otro lado a desmentirlo, seguimos con la misma canción. Otro argumento basado en una especulación, o sea que si quieres te lo crees o no. <b>Ahora voy a hacer un espóiler de esa película, así que a quien no le guste saber lo que pasa en esa situación pasar mejor no siga leyendo.</b> También es únicamente mi palabra, puede dársele crédito o tomarla como la ensoñación de un desequilibrado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><b>Avisados, los navegantes, paso a contar mi experiencia:</b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Yo no era ni bueno ni malo, mis sentimientos, algo de moral, y una pizca de ética, mantenían a raya mis deseos más oscuros. Por eso de cara afuera pasaba por un tipo tan corriente como cualquier otro, pero de puertas adentro tenía mis cosillas y hasta alguna reprimida maldad. Mi última acción en el mundo fue, precisamente, un momento de tensión entre los buenos principios y una de mis negras inquietudes. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">En mi jubilación empecé a cumplir dos deseos que tenía ya desde crío, leer y viajar en tren. Era algo que gracias a mi abono ferroviario podía hacer con bastante regularidad. Mis trayectos eran de media distancia, iba por la mañana volviendo esa misma tarde y durante el camino me leía una novela de aventuras, o intriga, como las de mis años jóvenes; nada de cosas complicadas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Durante mi último viaje, ya de vuelta enfrente mío, se sentó una señora algo menos mayor que yo, pero con buen porte y elegante. Después de cruzarnos un breve saludo con dos palabras y un gesto, ella sacó un libro (creo que de poesía, no es mi fuerte) y me imitó la pose lectora.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Mi lado oscuro tomó el control de la situación, no permitiéndome continuar con mi aventura literaria. Tengo una debilidad enfermiza, y es mi timidez, con las mujeres que me resultan atractivas, pero mi diablillo busca la forma de compensarlo quitándolas algo suyo; nada valioso, más bien simbólico, como un cigarrillo o un pañuelo de papel.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">La hora siguiente me la pasé pensando que recuerdo de esta mujer me podría llevar, lo necesitaba imperiosamente. No había nada a la vista que me sirviera, igual fumaba pero en el vagón no tenía excusa y tampoco yo poseo Rayos X para ver a través de su bolso. Me puse muy nervioso cuando me di cuenta de que un botón de la manga de su blusa andaba colgando, pero aun siendo un buen trofeo no encontraba el modo para arrancárselo sin que se diera cuenta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Estaba por completo fuera de mí y gracias al libro que me tapaba la cara, si no creo que mi compañera de viaje habría adivinado mis oscuras intenciones. Intentando disimular mi inquietud mirando por la ventanilla fue cuando en su lado de mesita había dejado una tira de cartulina serigrafiada con una publicidad, era un marcapáginas; sea como fuera, antes de salir del tren, habría de ser mío.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Cuando se encendieron las luces, por el ocaso de la tarde, cerré mi libro y lo posé muy cerca de su señalizador, únicamente restaba de que ella se olvidase de él para poder ocultarlo dentro de mi novela de aventuras. Con premeditación, alevosía, y nocturnidad, aproveché la entrada al último túnel para recoger mi libro con el marcapáginas en su interior.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Al ir a guardar la novela en mi bolsa de viaje, ella súbitamente cerró su libro para hacer lo propio. Y fue entonces cuando mi temblona mano dejo que se escarpara la tira de cartulina que revoloteo hasta los pies de mi acompañante. Ella, al verlo planear, con un tono entre serio e irónico, me dijo que me lo podía quedar. Yo me sentí morir de la vergüenza y así fue.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><i>Mi Alma se desprendió de su capa negra y como un pájaro se fue volando a una infinita nada, tan oscura como su plumaje. Ahora, ya desprovisto de mi maldad, la parte pura empezó a vislumbrar una claridad creciente que lo inundó todo con su luz. Estaba claro que yo había cruzado el otro lado, por eso quise hacer una prueba para ver si mi luz podía conectar con mi oscuridad. Hice un esfuerzo supino como de cerrar los ojos y, efectivamente, una negrura volvió a cubrir mi Alma. Repetí el experimento varias veces, con el mismo resultado, hasta que note como un zarandeo que me arrastró hasta al mundo de vuelta.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Las mejillas me ardían como si, además del rubor, también hubiera sido abofeteado. Mi compañera de viaje, me miró aliviada al verme abrir los ojos y creo que, hasta me medio abrazó, por mi regreso de la muerte.</span></p><p><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">Esta es mi historia y mi amiga Lea lo puede corroborar, me salvo la vida y me curo de paso la timidez. Aquel mismo día, saliendo de la estación, la pude invitar a cenar sin siquiera tartamudear.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;">(<900 palabras)</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="429" src="https://www.youtube.com/embed/2WACoiooC-U" width="516" youtube-src-id="2WACoiooC-U"></iframe></div><br /><span style="font-family: trebuchet; font-size: x-large;"><br /></span><p></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com30tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-68655572882598119122024-01-31T21:29:00.000+01:002024-01-31T21:29:25.620+01:00Los colores (El Tintero de Oro) Otra participación<p></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: justify;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi98hvFX1vGbc9GOLAjfGorcjenAqqe9SsiVVkIJCN0LkQGbDH7k65F1HB6Dbm4C9lhmvLpyrjuAzrCBj0QrQ8w2HR4iBLeiDo9hduN6BKCjpS4jbpgLcUVQDL7IHxldv0qD_s1YFtuaVD1t_BxaKRMSwbWy6HbpQlx07ycfGCws00aagS4l0r4zrOWblew/s320/MICRORRETOS2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="180" data-original-width="320" height="283" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi98hvFX1vGbc9GOLAjfGorcjenAqqe9SsiVVkIJCN0LkQGbDH7k65F1HB6Dbm4C9lhmvLpyrjuAzrCBj0QrQ8w2HR4iBLeiDo9hduN6BKCjpS4jbpgLcUVQDL7IHxldv0qD_s1YFtuaVD1t_BxaKRMSwbWy6HbpQlx07ycfGCws00aagS4l0r4zrOWblew/w503-h283/MICRORRETOS2.jpg" width="503" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2024/01/los-colores.html" target="_blank">Los colores</a><br /><br /><h1 style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans;">Blanco y Negro</span></h1><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">Yo soy escritor de tomar notas para que luego mis momentos de lucidez creativa no se vayan por donde vinieron. Así que siempre llevo un pequeño cuaderno de tapa fuerte y un portaminas de trazo medio para anotar cual detective literario, las claves que mis musas me han mostrado.</span></p></td></tr></tbody></table><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Aquella hermosa tarde me invitó a sentarme, a contemplar el mar en calma, y al momento empecé a visualizar una aventura en un crucero vacacional. Con mi mirada perdida en el horizonte fui viendo toda la película.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Traté de anotar algo en mi cuaderno para no perder nada de aquella historia de romances y robos de guante blanco. Pero para mi desdicha mi libreta quedó tan blanca e inmaculada como cuando la saque del bolsillo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Al llegar a casa ya se me habían olvidado todos los detalles interesantes de aquella aventura marítima. No obstante, me senté enfrente del teclado y saque mi cuaderno por completo en blanco.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Con calma fui pasando las hojas al tiempo que tecleaba sin pausa. Cuando llegué a la última hoja en blanco ya tenía en la pantalla escrita una historia náutica completa; pero el barco era un viejo velero, compitiendo en una regata transoceánica, con una variopinta tripulación.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">Hasta un cuaderno en blanco puede hacer volar la imaginación</span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">-------------------------------------------------------------------------------------------<br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Me desperté sobresaltado con un sudor frío que recorría hasta el último poro como si estuviera sumergido en él. La pesadilla había sido espantosa, como si me hubieran enterrado vivo y sin una gota de aire para respirar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">El corazón todavía me latía descontrolado y yo ya solo quería abrir los ojos para acabar con esa angustia. Lo intenté varias veces, pero era como si mis parpados, por más que yo forzaba, no dejaran pasar nada de luz.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Seguro que era de madrugada y de ahí la oscuridad, pero en mi habitación siempre quedan los dichosos leds dando un resquicio de iluminación, pero ahora ni el del televisor, el cargador o el enchufe me daban indicación alguna.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Empecé a creerme que la pesadilla en vez de despertarme me había llevado al otro barrio y allí, como algunos dicen, la oscuridad es completa y para toda la eternidad. Temblando, literalmente, por semejante premisa me traté de incorporar como pude.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Deambulaba con suma torpeza con los brazos extendidos como un zombi ciego. En cuanto mi pie tropezó con algo lancé un grito tanto de dolor como de alivio, no estaba muerto; pero a lo mejor era sonámbulo y yo no lo sabía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">El siguiente golpe fue de lleno en la cabeza y frotarme me di cuenta de que llevaba puesto el antifaz de dormir, el mismo que me pongo para que las putas luces de los leds me dejen dormir. </span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><!--more--><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span><p></p><p></p><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: x-large;">Rojo</span></h1><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">Ya no podría aguantar mucho más, estaba a punto de desmayarme, viendo como mi roja sangre se derramaba mientras yo trataba de mantener la compostura. Notaba como los latidos de mi corazón querían ganar al tiempo, pero este como un juez imparcial seguía a su ritmo impertérrito.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">De reojo miré al recipiente de mi vital fluido y todavía estaba por la mitad. Aquellos minutos se me harían interminable. Finalmente, unos pitidos avisaron de que todo había terminado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Lo siento, pero cada vez que voy a donar sangre me invento una película de vampiros o siniestros doctores para pasar el rato.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span></p><h1 style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: x-large;">Anaranjado</span></h1><p style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">La discusión fue breve, no había mucho más que decir. Aquel podría ser nuestro último paseo y cada uno tomamos un sentido diferente. Yo seguí por el paseo marítimo hacia el final del espigón.</span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Mi paso dubitativo y falto de cadencia por mi estado emocional acabó por llevarme a la barandilla del final del paseo. Abajo del acantilado se oían romper las olas y mis tortuosos pensamientos parecían alimentarlas.</span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">El cielo se empezó a poner anaranjado con el ocaso ya casi en el horizonte. Lo contemplé expectante, como si nunca lo hubiera visto, y ese sería mi momento para tomar la decisión.</span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Al día siguiente, con la lección aprendida, no hubo discusión. Accedí de buen grado a acompañarla a casa de su madre. No se enrolló mucho y nos dio tiempo para picar algo e ir al cine a la sesión de las diez. </span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Cada ocaso tiene después su amanecer. Y por suerte es así cada día. Aprendamos de ello y seamos capaces, aparte de ser un poco melodramáticos, a resetear.</span></p><p style="text-align: left;"><span></span></p><!--more--><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span><p></p><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: x-large;">Amarillo, verde, azul, y todos los demás.</span></h1><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">Dicen que las imágenes valen más que mil palabras y yo creo que también hay palabras sueltas que pueden, por sí solas, evocar mil recuerdos y otras tantas imágenes asociadas. Así, evocar el nombre de alguien especial, podemos estar mentalmente visionando toda una vida.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">Pero no hace falta afinar tanto, con los colores nos pasa igual. Yo, por ejemplo, si pienso amarillo me vienen a la memoria innumerables recuerdos playeros de toda mi vida. El marrón que puede interpretarse de mala manera a mi me hace pensar en los árboles a punto de llegar el otoño con sus hojas llenas de tonalidades pardas entre los rayos de sol antes de su caída. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: "Josefin Sans"; font-size: large;">El verde de la primavera en los bosques y prados lleno de gamas que da sensación de frescor. El mar, según el cielo que haya, despejado, nublado, o tormentoso, puede parecer azulado, grisote o verdoso.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;">Bueno, mejor que yo siga dando la vara, que cada uno haga la prueba si le apetece.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="413" src="https://www.youtube.com/embed/7EF973gRXdA" width="497" youtube-src-id="7EF973gRXdA"></iframe></div><br /><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span><p></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: x-large;"><br /></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><br /></span></p> <span><br /></span><p></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-91320382234714466762024-01-29T18:37:00.000+01:002024-01-29T18:44:36.006+01:00Los colores. (El Tintero de Oro)<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi98hvFX1vGbc9GOLAjfGorcjenAqqe9SsiVVkIJCN0LkQGbDH7k65F1HB6Dbm4C9lhmvLpyrjuAzrCBj0QrQ8w2HR4iBLeiDo9hduN6BKCjpS4jbpgLcUVQDL7IHxldv0qD_s1YFtuaVD1t_BxaKRMSwbWy6HbpQlx07ycfGCws00aagS4l0r4zrOWblew/s320/MICRORRETOS2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="180" data-original-width="320" height="270" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi98hvFX1vGbc9GOLAjfGorcjenAqqe9SsiVVkIJCN0LkQGbDH7k65F1HB6Dbm4C9lhmvLpyrjuAzrCBj0QrQ8w2HR4iBLeiDo9hduN6BKCjpS4jbpgLcUVQDL7IHxldv0qD_s1YFtuaVD1t_BxaKRMSwbWy6HbpQlx07ycfGCws00aagS4l0r4zrOWblew/w480-h270/MICRORRETOS2.jpg" width="480" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2024/01/los-colores.html" target="_blank">Los colores</a></td></tr></tbody></table><br /></p><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: x-large;">La ruta</span></h1><div><span style="font-family: Josefin Sans; font-size: large;"><p style="text-align: left;"></p><div style="text-align: justify;">Los días soleados invernales, de impoluto cielo azul, son señuelos para caer en la trampa de hacer una ruta de montaña. Aquel sábado coincidió que todos mis compañeros de caminatas estaban celebrando tan buen tiempo fuera de la ciudad, pero yo opté por darme un paseo por la senda del valle que rodeaba el parque del Pico Blanco. Sí, eran veinte kilómetros, pero de baja dificultad, con todos sus caminos y cruces muy bien señalados. Mi excursión comenzó a medio día, pero para la hora de la merienda ya estaría de vuelta.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El azul entre las copas peladas de los árboles contrastaba con la fina alfombra de nieve que cubría el camino, siendo algo más espesa en el sotobosque. Con el sol a mi espalda, iluminando tan hermoso paisaje, yo no podía por menos que parar (a cada momento), para inmortalizarlo en <a href="https://www.instagram.com/jmvanjav/" target="_blank">Instagram</a>.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi entusiasmo artístico se truncó cuando el anaranjado ocaso (junto con la batería del móvil) me hizo recordar que todavía estábamos en invierno con menos horas de luz. Por la última indicación me encontraba justo a mitad de camino y, tanto seguir adelante como retroceder sobre mis pasos, me daría lo mismo.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mientras iba entrando la noche, también una bruma empezó a llenarlo todo hasta convertirse en una tupida niebla, tan gris como húmeda; sentenciando así mi caminata. Acabé totalmente desorientado, en tan fotogénico escenario, con aquella parca negrura. Yo nunca pensé que esta sería mi última ruta; pero, para la prensa del lunes siguiente, así fue.</div><span><a name='more'></a></span><div style="text-align: right;">250 palabras</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="382" src="https://www.youtube.com/embed/EUer-Tto1ZA" width="459" youtube-src-id="EUer-Tto1ZA"></iframe></div><br /><span><!--more--></span><div style="text-align: center;"><br /></div><p></p></span></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-44545880258058535522023-12-15T23:16:00.002+01:002023-12-21T00:02:36.149+01:00Concurso de relatos 39ª Ed. Harry Potter y la piedra filosofal de J. K. Rowling<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheXscUtkQDhIUmXlnIQCZcbXvjWPXSjg1F23pxNXVmSIuce0gAxcDBtHwN7RRvgD8trO30AIUwKXtFPdGkfXunXrI1IwTNyYBZThUAjAEVi9fBP4WrlDA_ZS3drES-rr0afnRVOmbYQBi1LTeITSDRLtJaQdzkdhmjowydQRe9EHQtYl4uAdJQCPoWi04/s800/Banner.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="451" data-original-width="800" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheXscUtkQDhIUmXlnIQCZcbXvjWPXSjg1F23pxNXVmSIuce0gAxcDBtHwN7RRvgD8trO30AIUwKXtFPdGkfXunXrI1IwTNyYBZThUAjAEVi9fBP4WrlDA_ZS3drES-rr0afnRVOmbYQBi1LTeITSDRLtJaQdzkdhmjowydQRe9EHQtYl4uAdJQCPoWi04/w543-h305/Banner.jpg" width="543" /></a></td></tr></tbody></table><p></p><h2 style="background-color: white; font-family: Merriweather, Georgia, serif; text-align: center;"><span style="font-family: "Sedgwick Ave"; font-weight: normal;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/12/concurso-de-relatos-39-ed-harry-potter.html" target="_blank"><span style="font-size: small;">CONCURSO DE RELATOS 39ª Ed. HARRY POTTER Y LA PIEDRA FILOSOFAL de J. K. Rowling</span></a></span></h2><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><h1><span style="font-family: verdana;">Mi amigo Enrique y yo</span></h1></td></tr></tbody></table><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Desde que, de niños, nos conocimos, Enrique y yo fuimos inseparables. Hasta ese punto llegó nuestra cómplice amistad, pero con el paso de los años la fui ocultando para evitarme ser tachado, cuando menos, de infantil.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Recuerdo mi último curso de primaria como el detonante de lo que acontecería después de aquel verano. Mis notas fueron bajando hasta aprobados rasos, en gran medida por dedicar el tiempo de estudio a encontrarme con Enry. Nos lo pasábamos tan bien los dos solos que todo lo demás me parecía un aburrimiento insufrible.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Fue, precisamente, mi amigo quien me advirtió del cambio de escuela para el curso siguiente; él siempre se enteraba de todo. Mis tutores legales, un pomposo abogado de media edad y una prima segunda mía de la misma quinta, eran los que se ocupaban de mi educación desde que mis padres fueron clientes (a pensión completa) de un sanatorio mental para gente bien.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por mis justas calificaciones, a esa siniestra pareja (que lo era en todos los sentidos) de tutores míos, le vino la feliz idea de deshacerse de mí en un colegio mayor de gran renombre, pero tan distante y aislado de la civilización que ni un pobre diablo se acercaría. Un internado tan veterano como inexpugnable que en tiempos fue convento de clausura y hasta seminario. Y, desde hace unas décadas, un centro educativo para adolescentes con medios pero algo problemáticos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo ya sabía como las gastaban mi prima y su abogado, esperarían hasta casi inició del curso para darme la buena nueva. Pero gracias a mi inseparable amigo, cuando ellos vinieran ya estaría de vuelta y bien preparado para el cambio que se me avecinaba; al menos, Enrique, estaría también conmigo en el nuevo colegio. No había mucha información por Internet salvo la web oficial y, por su sobrio aspecto, parecía más dedicada a satisfacer los gustos vengativos de padres y tutores que del bienestar de sus internados.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">De las actividades de mi futura cárcel estudiantil la única que me gustó fue que había esgrima y ajedrez. Por las indicaciones </span><span style="font-family: verdana;">del reglamento interno del que tanto se enorgullecía el centro, aquello era un copia y pega de las estrictas normas de un convento de clausura y la disciplina de una academia militar.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El primero de septiembre, en la comida familiar, mis tutores a coro me lanzaron la noticia como un premio para mi desarrollo intelectual que no podía rechazar. Y casi sin tiempo, para acabarme el postre, fui llevado a la estación a coger un tren que por la noche combinaría con un expreso que al día siguiente, cuando menos, me dejaría cerca de Transilvania. Luego un autobús, este ya del colegio, nos recogería para hacer la última etapa de esta odisea de viaje. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La verdad es que disfruté del viaje, Enrique y yo no nos separamos ni un momento preparando estrategias para las previsibles novatadas que nos esperarían siendo los de primer curso. En la segunda jornada de tren echamos un vistazo por todos los vagones buscando algún posible interno más y únicamente dimos con un grupo sospechoso, pero por desgracia uno o dos años mayores.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al subir al bus pude confirmar que los cuatro chavales del tren eran del colegio y, por sus miradas de reojo, que ya se relamían cual gatos de lo que me harían esa misma noche en el internado. Para no delatarme, durante las tres horas de trayecto por aquella sinuosa comarcal en la tartana, con Enrique solo hablé con gestos y señas como solíamos hacer cuando queríamos pasar desapercibidos. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El recibimiento fue tan frío como cabía esperar en semejante penal, ya contaba con ello, y me asignaron una pequeña celda como a cualquier otro novicio. En la cena, todavía por señas, Enry me dio a entender que éramos los primeros en llegar, pero que al día siguiente vendría el resto. Estaba claro que los cuatro veteranos esa misma noche se estrenarían únicamente conmigo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Sabiendo lo que pasaría tenía dos opciones: retrasar la novatada, bloqueando la puerta con la silla y dos cuñas que me había preparado, o enseñar mis cartas desde el primer día. Opté por lo segundo y ni siquiera eché la llave, pero sí giré el espejo, lo justo, para que la tenue luz del patio (reflejada de la ventana) dejara una esquina de la habitación en completa penumbra.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">No se hicieron mucho de rogar mis bromistas compañeros. Como cuatro fantasmas (enfundados en sábanas) sigilosos entraron en mi cuarto poniéndose cada uno en una esquina de la cama con la intención de asustarme cruelmente. Al tercer intento de su ulular se dieron cuenta de que intentaban intimidar a una almohada tapada.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo les observaba mimetizado con la penumbra de esa esquina ciega hasta que no pude evitar una carcajada al ver su frustración por aquel ridículo. Entonces, al quedar delatado, se volvieron desafiantes y me maldijeron, acercándose raudos con intención de no errar nuevamente.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><div><span style="font-family: verdana;">Otro maldito autista que se cree muy listo, dijo el más bravucón. Enry ya no pudo contenerse ante ese insulto e hizo aparición; él no necesita sábana alguna para parecer un espectro. Los cuatro fantasmas de guardarropía salieron despavoridos, casi atravesando la puerta, al no acertar a abrirla.</span></div><div><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><div><span style="font-family: verdana;">Cuando un médico me diagnosticó <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome_de_Asperger" target="_blank">Síndrome de Asperger</a>, mi tío tatarabuelo Enrique (el que se ahogó de niño en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/RMS_Titanic" target="_blank">Titanic</a>) se me empezó a aparecer; con su traje de marinerito, para hacerse mi mejor amigo.</span></div><div><br /></div><div>----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------</div><div style="text-align: right;">(900 palabras)</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/BQrxsyGTztM" width="320" youtube-src-id="BQrxsyGTztM"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><p><br /></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com51tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-40321269901543910532023-10-15T17:18:00.000+02:002023-10-15T17:18:12.485+02:00CONCURSO DE RELATOS XXXVIII ED. MATAR UN RUISEÑOR DE HARPER LEE. "Los olvidados del sótano"<p> </p><h3 class="post-title entry-title" style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-size: 24px; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variant-position: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/10/concurso-de-relatos-xxxviii-ed-matar-un.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS XXXVIII ED. MATAR UN RUISEÑOR DE HARPER LEE.</a></h3><div><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsYnxdC5MDUZT2IZ8Q52t9ZaJATw_JZ-_I2c4hrNvNP9CN1nqFGlQNnx2lxmYynX6T8ittvUHY7cmg-AyxJojgZJZbN5_cyzK-m5PDKCnqM7NZL4QbPhCLsyeEQbBkUo_hnnLP2FW5LeLgWdnSghJ0f2Tjn7wmdGxWcFLo7Z3JhZ8G2xeBe9RRKsZXWAc/s320/BANNER%20BLOG.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="180" data-original-width="320" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsYnxdC5MDUZT2IZ8Q52t9ZaJATw_JZ-_I2c4hrNvNP9CN1nqFGlQNnx2lxmYynX6T8ittvUHY7cmg-AyxJojgZJZbN5_cyzK-m5PDKCnqM7NZL4QbPhCLsyeEQbBkUo_hnnLP2FW5LeLgWdnSghJ0f2Tjn7wmdGxWcFLo7Z3JhZ8G2xeBe9RRKsZXWAc/w640-h360/BANNER%20BLOG.jpg" width="640" /></a></div><br /><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Los olvidados del sótano</span></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Las oficinas, sobre todo las que ocupan un edificio entero, son en sí mismas una completa sociedad en horario laboral; cual hormiguero humano. En mi primer año laboral yo fui una mezcla entre becario, chico de la fotocopia, y cartero, de una importante firma únicamente nacional; Pero, eso sí, con un inmueble propio de seis plantas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En este tipo de empresas la lógica piramidal establecía que cuanto más arriba llegaras también lo haría el salario así como que el trabajo se basaría en tomar decisiones sobre las tareas de la planta inferior. Por ello, los jefes ejecutivos de la sexta aprobarían, o no, los procesos de los directores generales. Y estos, a su vez, sobre los objetivos de los responsables de departamento de la cuarta planta.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Llegar a encargado de sección era la meta profesional a la que los empleados normales podíamos aspirar, aunque quedarse en técnico de departamento del segundo piso o de servicios de la primera era lo más habitual; incluso, de atención al público, en la planta baja.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo aquel año empecé desde abajo, en el mismo sótano donde se ubicaba el archivo y custodia de toda la documentación de la empresa. Tanto la física como la informatizada en el servidor. De ahí mi multifuncionalidad, fotocopiando, escaneando, o como cartero recogiendo y entregando sobres por todas las plantas.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi jefe (jefa) era el único responsable departamental que no tenía su despacho en la cuarta planta como sus homólogos. En su primera etapa laboral, gracias a un curriculum con tres licenciaturas y dos doctorados (ni los de la sexta tenían ese nivel académico), promocionó rápidamente. Pero en aquella época era la única mujer titulada y, las mentes mal pensantes, vieron a Dios creando un responsable de archivo y custodia de documentación. Y algo que iba a ser puntual y provisional pasó a ser una cadena perpetua dado que aquel (hasta entonces) infravalorado departamento empezó a ser eficiente y operativo gracias a ella.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Con el paso de los años, los de arriba (muy intencionadamente), se fueron olvidando de aquella perla relegada al sótano del edificio. Y mi jefa, por su parte, fue asumiendo asumió que allí acabaría su carrera laboral; sin más reconocimiento que el de su perfecta organización (y la correspondiente prima), pero sin opciones de subir planta alguna. Y eso que, cuando yo fui contratado, en la sexta ya había una ejecutiva (una simple licenciada, pero hija de uno de los socios); más dos arpías en el quinto piso, la de directora de recursos humanos y la de compras (también con algún apadrinamiento poco transparente).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Estuve tres meses a prueba y doña Reme (para su mala estrella Remedios se llamaba mi jefa), a pesar de ser bastante estricta (y hasta gruñona) me permitió seguir; a pesar de varias torpezas acordes con mi inexperiencia. Ella no era tan vieja como para ser mi madre, pero sí esa hermana mayor mandona y seria. El caso es que en un par de años, en aquel sótano nos quedamos nosotros dos solos, mis otros compañeros (todos con alguna tarjeta de alguien superior) promocionaron de planta. Y, estando ya todo informatizado, la empresa consideró que, con un responsable y un ayudante, el departamento de documentación y custodia ya estaba bien dimensionado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Mi temprana promoción (aun siendo allí abajo) me vino muy bien económicamente y sé que Remedios tuvo mucho que ver con ello. En los siguientes años optimizamos tanto el departamento que salvo para los buitres de la sexta establecimos un horario de entrega y recogida de documentación que, a pesar de las críticas de los de la cuarta y quinta planta, mejoró aún más nuestra eficiencia. Tal vez por eso, nuestros compañeros de arriba, nos pusieron los motes de la bruja y el chupatintas del sótano.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo ante aquel menosprecio, una mañana tomando un café los dos (dentro de nuestra cueva habíamos habilitado un cuartito a modo de cocina), rompí el hielo jerárquico y empecé a tutear a Remedios. Ella (mi superiora) ya lo hacía desde el primer día y, entre risas, me dijo: «Ya has tardado en decidirte». </div><div style="text-align: justify;">Aquel momento fue tan mágico, en muchos sentidos, que a ambos nos libró de todo el mal rollo que ese sótano nos había provocado.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Nos habíamos liberado de esa enfermiza frustración laboral reflejada en nuestros rostros, ahora podíamos mirar con cordialidad; y, hasta cómplices, sonreír. Nuestra metamorfosis motivó en todo el edificio el rumor de que fijo manteníamos relaciones. Con la próxima absorción de la empresa por una multinacional, los de arriba decidieron que los amantes del sótano (como nos llamaban ahora), sobrábamos; máxime teniendo tan automatizado el departamento de archivo y custodia.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Una comitiva encabezada por la directora de recursos humanos y cuatro o cinco pedorros más de los últimos pisos bajaron a nuestro sótano a avergonzarnos por nuestra falta de pudor y decencia, exigiéndonos con intimidación (literalmente insultos) firmar </div><div style="text-align: justify;">un despido por causas objetivas para evitar juicios y más escándalos. Reme y yo, después de mirarnos con sorpresa, no pudimos evitar soltar una carcajada.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">La sentencia en el juicio fue muy clara, tanto que ninguno de aquel comité puritano forma parte de la plantilla de la nueva empresa. Nuestro sistema de trabajo incorporaba numerosas cámaras de seguridad y lo único escandaloso que recogieron fue aquel amago de linchamiento. Ahora, Reme dirige el centro de datos de la multinacional desde una séptima planta; y yo, soy su compañero, a jornada completa.</div><span><a name='more'></a></span><div style="text-align: right;">900 palabras</div><div style="text-align: right;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/7c9A7gkrS6o" width="320" youtube-src-id="7c9A7gkrS6o"></iframe></div><br /><span><!--more--></span> </div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div style="font-size: xx-large;"> </div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div style="font-size: xx-large;"> </div></span></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com47tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-19975916301234578272023-09-27T16:29:00.000+02:002023-09-27T16:29:55.984+02:00MICRORRETOS: LA INSPIRACIÓN | FUSIÓN VADERETO & EL TINTERO DE ORO<h1 style="text-align: justify;"> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgxVcobZLfxPdxdlWSEYCZrFrkF-2Xizu1plsMl7Z32pbJrCUnJ4z8D5XHWiscUs8FeZQVB9QgG4Wgh8SDS6Y02VL5JArcnFVSjClOgjTjSOYrvPt7jHBmUHB64ZnLYLlPbYI8fEIgZrahR6V1ORfMJ626882HzEmusCJE2LaWYgFNEB1AziiaQ8x3LMnk" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img alt="" data-original-height="320" data-original-width="320" height="491" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgxVcobZLfxPdxdlWSEYCZrFrkF-2Xizu1plsMl7Z32pbJrCUnJ4z8D5XHWiscUs8FeZQVB9QgG4Wgh8SDS6Y02VL5JArcnFVSjClOgjTjSOYrvPt7jHBmUHB64ZnLYLlPbYI8fEIgZrahR6V1ORfMJ626882HzEmusCJE2LaWYgFNEB1AziiaQ8x3LMnk=w491-h491" width="491" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><figcaption><span style="font-family: Roboto;">MICRORRETOS: LA INSPIRACIÓN | FUSIÓN <a href="https://jascnet.wordpress.com/2023/09/04/vadereto-septiembre-2023/">VADERETO</a> & <a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/09/microrreto-inspiracion.html">EL TINTERO DE ORO</a></span></figcaption></td></tr></tbody></table><br /></h1><h1 style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;">No todo lo que reluce es…</span></h1><!-- wp:paragraph {"fontSize":"x-large"} -->
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<p class="has-text-align-justify has-medium-font-size" style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La falta de inspiración es un agujero negro del que no se salva Musa alguna, ni la de la mayonesa. Ante esto, únicamente, me queda pasear cada día hasta circunvalar mi pequeña ciudad y volver al punto de partida como en un bucle estéril de cualquier contenido.</span></p>
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<p class="has-text-align-justify has-medium-font-size"></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aquella tarde, con la mirada perdida en la geometría del adoquinado, al lado de un contenedor habían depositado un montón de objetos de oficina todos polvorientos viejos y destartalados. Al llegar a su altura un brillo metálico entre tanta sucia carpeta me hizo parar para identificar su naturaleza.</span></div><p></p>
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<p class="has-text-align-justify has-medium-font-size"></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Un machacado tintero dorado en su esplendor y ahora solo amarillento era el objeto en cuestión. El veterano portador de tinta ocultaba un mensaje que al limpiarlo descubrí cuando en casa (colecciono objetos venidos a menos como yo mismo). La inscripción en la base de metal era cuando menos curiosa: «pídeme un deseo y lo verás por escrito».</div></span><p></p>
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<p class="has-text-align-justify has-medium-font-size"></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Esa misma noche tuve un sueño de lo más raro en el que yo escribía como un poseso mojando una y otra vez el plumín en la tinta de mi viejo tintero dorado. Por la mañana me acerqué a una papelería y compre tinta, plumas, y cuadernos de caligrafía.</div></span><p></p>
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<figure class="wp-block-image size-large"><img alt="" class="wp-image-8968" src="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2023/09/wp-1695810670760.jpg?w=840" /></figure>
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<p class="has-text-align-justify has-medium-font-size"><br /></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: Courgette;">Bien, si Las Musas me han dado la espalda y La Imaginación con ellas (de orgía) fijo se haya ido, yo no me pienso rendir y por aquí seguiré con el plan B; aprendiendo a escribir, literalmente, con estilo y buena letra.</span></div><p></p><p class="has-text-align-justify has-medium-font-size"><span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: Courgette;"><div style="text-align: right;">(244 palabras más título)</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/mLG8g2ooFSA" width="320" youtube-src-id="mLG8g2ooFSA"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;">Literalmente, sin palabras.</div></span><p></p>
<!-- /wp:paragraph -->JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com40tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-34195316784823752642023-06-15T23:07:00.000+02:002023-06-15T23:07:49.693+02:00CONCURSO DE RELATOS 37ª Ed. DESDE RUSIA CON AMOR de Ian Fleming (Mi primera misión)<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW5UjYvH0-fBIph9E6sCkUQ8lTy5LR_p43H9t23a9JE_VloOs5zQEPcE3P_Y1olJFpADSRd5i6KScZvbG8JipCUotkzUFtfB1QdbiHXqsCNK3_orRjySEpSjSNwOqUDT4BCFUQMUcWfFNhsbeptg9vcOA-LsotQOCt2j0DXvqVjBKB9uGS2d4tGuyc/s640/concurso%20james%20bond.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiW5UjYvH0-fBIph9E6sCkUQ8lTy5LR_p43H9t23a9JE_VloOs5zQEPcE3P_Y1olJFpADSRd5i6KScZvbG8JipCUotkzUFtfB1QdbiHXqsCNK3_orRjySEpSjSNwOqUDT4BCFUQMUcWfFNhsbeptg9vcOA-LsotQOCt2j0DXvqVjBKB9uGS2d4tGuyc/w640-h360/concurso%20james%20bond.jpg" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/05/concurso-de-relatos-37-ed-desde-rusia.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS 37ª Ed. DESDE RUSIA CON AMOR de Ian Fleming</a></span></div></td></tr></tbody></table><br /><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Mi primera misión</span></h1><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Este maldito horario de verano me hizo retrasar la misión hasta casi las diez de la noche —por lo que tarda en anochecer y andaré justísimo de tiempo—, pero hoy jueves quince de junio es el último día en que puedo conseguir la documentación. Una media pinza —por supuesto de madera, las de plástico suelen romperse— que dejé por la mañana en la ventana del laboratorio de química cumplió con su cometido y no necesité de mucha fuerza para abrirla y colarme dentro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ahora venía la parte más complicada del plan, cruzar todos los pasillos sin disparar las alarmas de presencia. Para ello me pasé dos semanas haciendo un reconocimiento exhaustivo de todas las zonas de paso, cruces entre ellos, y por supuesto cada uno de los puntos donde estaban los dichosos sensores. Igual que un comecocos —con un detallado plano en mi móvil— fui dando vueltas y rodeos para evitar la mayoría de esas trampas. Pero con los chivatos, que estaban entre dos pasillos, no me quedaba otra que pegarme como calcomanía a la pared y deslizarme muy despacito.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Únicamente, me tuve que restregar tres veces —pensando para mis adentros que a la tercera sería la vencida— y en cada uno de esos largos minutos mis aceleradas pulsaciones parecían retumbar como un eco delator. No obstante, yo no quitaba ojo a la cajita radar por si encendía su piloto rojo a mi paso; y por ende la cámara que llevan incorporada. Sabía que por ruido no se dispararían, su micrófono se activa junto con la imagen cuando detectan algún objeto (persona) en movimiento delante suyo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por fin, ya estaba delante del pasillo de los despachos y su WC particular. Otra fase de mi elaborado y exquisito plan conseguida, el premio estaba cerca, pero todavía tenía que preparar mi huida y todo dependería del gato del conserje; que sería mi llave para marcharme de rositas. Accedí al servicio y abrí el ventanuco de ventilación —está claro que si fuera más grande lo habría usado como acceso y me hubiera evitado el videojuego en vivo—, con la mano pude alcanzar una cuerda que, justo antes de entrar, había dejado en la repisa. Al tirar de ella una bolsa de lona (de la medida justa) pasó por el pequeño hueco. Abrí un poco la cremallera para comprobar que su contenido estaba bien. Un tierno maullido me lo confirmo, Fleming se estaba desperezando.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Me pasé una buena temporada mimando con chucherías para gatos a esa pasota bola de pelo blanco; así que, por unas galletitas, se debió pensar que lo de meterse en la bolsa era un juego más. Es curiosa la historia de este animal, por su aspecto era como de angora con tintes callejeros. Sus dueños, seguramente de la zona pija, lo abandonarían por aquí —justo al otro extremo—, para que no acertase a regresar. El caso es que el conserje lo vio hurgando en los cubos de basura y, aunque intentó espantarlo, el gato se mostró mimoso y noble; por esa buena actitud quedó oficiosamente empleado como la mascota del centro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Volvamos a la misión que el tiempo corre, y necesito de cada segundo, para el éxito de mis intereses. La puerta del despacho del director es de cerradura normal y pomo como el resto, además no se cierran con llave porque es fácil que se boqueen; ya ha pasado alguna vez y desde entonces la llave es solo para girar el resbalón. Esta información la viví de primera mano un día que tuvo que venir el cerrajero y también aprendí que con la holgura del marco, una tarjeta de plástico, y algo de maña se pueden abrir. La única pega es que, cuando yo intente forzarla, el sensor de la entrada del personal me detectará; aunque la cámara de seguridad, aquí independiente, apunte hacia el acceso a la calle.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Pongo el cronómetro en marcha, máximo diez minutos es lo que tardara en llegar la patrulla del barrio; y el conserje, que vive en los bloques de enfrente, parecido al oír la sirena y luces de la alarma. A mi cuarto intento con la tarjeta un clásico ulular con destellos rompe el plácido silencio. Bueno, ya estoy dentro del despacho y nada más me falta abrir el archivador para recuperar mi expediente y de paso el de algunos compañeros más. Para esa pequeña cerradura me hice una llavecita maestra con ayuda de una disimulada foto al llavero del director. Misión cumplida, he dejado las carpetas inmaculadas y hasta septiembre no se mirarían, además Don Norberto (Doctor, le gusta más) se jubila; y el nuevo Míster, no tendrá ni idea de lo que allí pudo haber archivado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi plan de huida es de encaje de bolillos, he sacado a Fleming de la bolsa y con una galleta he conseguido que se acerque hacia la puerta de entrada y justo la policía llegando a la verja exterior. Y al poco Jaime llaves en mano. Con un espejito controlo cuando el señor Bonet (el conserje) mete el código y se apaga la alarma. Rápido, como una centella, recorro los pasillos hasta el laboratorio de química y salgo por donde entré.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><i>Fleming será una mimosa cabeza de turco y yo estaré en casa para las once; dije, explícitamente, que iría al cine a ver una película de espías. Y mañana, en el instituto, ni compañeros, ni profesores, sabrán el motivo de mi sarcástica sonrisilla. </i></span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: verdana;">(900 palabras)</span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><a name='more'></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/OWMHmTdImSE" width="320" youtube-src-id="OWMHmTdImSE"></iframe></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-family: verdana;">De entre todas, todas, una de mis favoritas...</span></div><p></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com59tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-40907196498665843182023-05-30T21:41:00.000+02:002023-05-30T21:41:00.966+02:00MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES (Diario de un Percebe: 30 de mayo de 2023)<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1_KuyP79lwxpv97-brHTgspSEOjQVK7ElY2cBRcFXeHMeqmqRUdWRJDebVcmX2BHrgYvQKQ07FYmyhr_ePgM8LVCS4z84d4AUJCfzQMTXcMNLxAwr9iwBL7umDo7zYwMQbyBDcwLUyFff7pILe5P_lEXd-EQ9GBbHcCCRiVjKdjico6MEPvcY2x29/s400/4.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1_KuyP79lwxpv97-brHTgspSEOjQVK7ElY2cBRcFXeHMeqmqRUdWRJDebVcmX2BHrgYvQKQ07FYmyhr_ePgM8LVCS4z84d4AUJCfzQMTXcMNLxAwr9iwBL7umDo7zYwMQbyBDcwLUyFff7pILe5P_lEXd-EQ9GBbHcCCRiVjKdjico6MEPvcY2x29/s320/4.jpg" width="320" /></a></td></tr></tbody></table></p><div style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/05/microrreto-la-paleta-de-las-emociones.html" target="_blank">MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES</a></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: times;">Bueno, después de ver las tablas de las emociones y hacerme un lío con todas ellas y sus colores me lanzo a pillar el último tren que ya estamos a fin de mes y echo mano de una entrada de diario para no quedarme con cara de bobo solo en el andén.</span></p><p><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Diario de un Percebe: 30 de mayo de 2023</span></h2><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Hoy me levanté con sueño y tortícolis menudo trío, tan habitual, formamos. Medio adormilado puse la máquina del café, esta vez me acordé de poner la taza debajo del pitorro y también de la cucharadita de miel. Pero cuando, con ganas, tomé el primer sorbo no deje santo ni Alma en el cielo con mis juramentos. ¡No puede ser!, ¡otra vez no!, con las prisas no cambié la cápsula de café y aquel recuelo sabía a aguachirle de fregar.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">En mi paseo matinal la suerte cambió cuando creí ver un billete de diez euros en el bordillo y presuroso, pero con el disimulo de atarme los cordones, me agaché a su lado; no fuera que hubiera alguien que lo reclamara como propio y tuviera que darlo o, en el mejor caso, repartirlo con un desconocido. Este lance me sirvió para apuntarme que debía pasar por la óptica y volver a graduarme la vista.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">La comida en mi restaurante fue espectacular, las alubias en su punto, tanto que en vez de segundo repetí del primero regresando a casa con la tripa plena y satisfecha. En el ascensor me encontré con la vecina de los caniches. Mi error fue que subiéramos los cinco, pero con el apretón que ya tenía no podía esperar al siguiente viaje.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">La primera ventosidad fue silenciosa, pero no pasó desapercibida para el olfato de los canes que empezaron a gruñirme ante la incredulidad de la dueña. Justo al llegar a mi planta, una sonora deflagración me delató.</div><span style="font-family: verdana;"><a name='more'></a></span><div style="font-family: verdana; text-align: right;">250 palabras sin contar el título</div><div style="font-family: verdana; text-align: right;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">En cuanto a las emociones de los personajes en este micro podría decir que hay algo de:</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">Molestia, enojo e ira.</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">Serenidad, alegría y éxtasis.</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">Distracción, sorpresa, asombro.</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">Temor, miedo.</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;">Y sobre todo humor percevil (de Percebe algo villano)</div><div style="font-family: verdana; text-align: left;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; font-family: verdana; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/d-diB65scQU" width="320" youtube-src-id="d-diB65scQU"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: trebuchet; font-size: large;">Los problemas al igual que las olas del mar, siempre van a estar ahí; si no los puedes evitar aprende a surfearlos. (El Percebe)</span></div><div style="font-family: verdana; text-align: left;"><br /></div></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-42869872284537489182023-04-15T22:51:00.003+02:002023-04-15T22:51:52.061+02:00CONCURSO DE RELATOS 36ª Ed. EL PENTAMERÓN de Giambattista Basile (La posada de El Bosque de las Sombras)<p> </p><h1 style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyACG9Yu238VCP2yWNV9FwWS3tZtc2qkyV2DXy42EVThfRdHJ5fw6PnarfR-318oZMf-Rkto5J2mbUQj1073K_jR4JX81OhNQ7FHSHzHltJT9iwJ-7cu23-LVN0hhrt8FUN634oN0n8A9LqY3I2YENDdzN8wv7vnUiwH7p2-uuDTsdpO-18WuoMbq8/s640/Concursos%2036%20ed.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyACG9Yu238VCP2yWNV9FwWS3tZtc2qkyV2DXy42EVThfRdHJ5fw6PnarfR-318oZMf-Rkto5J2mbUQj1073K_jR4JX81OhNQ7FHSHzHltJT9iwJ-7cu23-LVN0hhrt8FUN634oN0n8A9LqY3I2YENDdzN8wv7vnUiwH7p2-uuDTsdpO-18WuoMbq8/w640-h360/Concursos%2036%20ed.jpg" width="640" /></a></td></tr></tbody></table></h1><h3 class="post-title entry-title" style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px;"><span style="font-size: small;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/04/pentameron.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS 36ª Ed. EL PENTAMERÓN de Giambattista Basile</a></span></h3><h1 style="text-align: left;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span></h1><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La posada de El Bosque de las Sombras</span></h1><p><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El Bosque de las Sombras es la tierra de nadie que separa El Reino del Valle de El Ducado de la Montaña. La leyenda cuenta que Uthar el viejo, consumido por una envidia atroz hacia su primer ministro el duque Zor, lo desterró con toda su casa a las abandonadas minas de la montaña esperando que, durante el crudo invierno, todos sucumbieran. Pero, gracias a las innumerables grutas y galerías el nuevo ducado consiguieron sobrevivir, encontrando además nuevas y fructíferas vetas de metales y hasta de piedras mágicas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Con el paso del tiempo las nuevas generaciones de ambos dominios habían establecido unas fructíferas relaciones comerciales, aunque no exentas de traiciones y continuas conspiraciones. De hecho, el nombre de Bosque de las Sombras viene porque en él habitamos todos los repudiados, tanto del llano reino como del escarpado ducado. Cuenta con una aldea, en el único claro del mismo, siendo su posada el punto de reunión tanto de avarientos comerciantes, como de siniestros contrabandistas, que viene a ser lo mismo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La regencia de tan significado lugar está en manos de Halley, una ya vieja hada cuya magia blanca en el reino fue sustituida por las oscuras pócimas y sortilegios de Mist, una joven bruja que también supo hechizar al rey Damas. Crok es el otro cincuenta por ciento de la posada, soy yo, y me escapé del Ducado de la Montaña antes de ser despeñado por falso vidente. La verdad es que tengo presagios y visiones muy nítidas, pero luego la mayoría de ellas ni por asomo llegan a cumplirse o evitarse. Halley y yo formamos una buena pareja (comercial) y de borracheras a escondidas; pero, como buenos cómplices, compartidas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A mi compañera y a mí no nos consume el rencor, ni el odio hacia nuestros respectivos detractores, pero en la posada tanto a los que suben como los que bajan les cobramos algo más que a los demás. Así todo, el recuerdo del escarnio y la humillación, nos lleva con cierta frecuencia a dar buena cuenta de nuestros mejores barriles; suerte que Halley todavía se acuerda de la fórmula del filtro antirresaca y a la mañana siguiente nadie se percata de nuestras particulares bacanales. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Una faceta que nadie conoce de estos posaderos tan alegres es que, las noches que no nos emborrachamos, Halley y yo mantenemos el equilibrio de poder entre El Valle y La Montaña. Aunque mi poder premonitorio hace menos dianas que un arquero ebrio a mi sexto sentido no se le escapa presencia alguna de peligro. Así que nos dedicamos a recorrer el laberinto de galerías de la montaña expoliando cualquier piedra mágica, o preciosa para otros, gracias al Toque de Presencia del hada que me acompaña. De esta forma, ni El ducado de la Montaña ni El Reino del Valle, aumentarán peligrosamente su potencial mágico.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">También, preferiblemente las noches de luna nueva, solemos hacer alguna escapada al Reino del Valle para comprobar que sus existencias de piedras mágicas no desequilibraría la balanza, ni para atacar por sorpresa o ser ellos invadidos. De paso, Halley aprovecha para echar unas gotas de laxante en todas y cada uno de los brebajes de la reina Mist, más que por venganza, para que las tripas de aquellos que tomen sus pócimas no padezcan de pesadez de estómago. No tenemos miedo de ser descubiertos porque mi hada conoce hasta el último pasadizo y recoveco del castillo, lo mismo que yo todas y cada una de las grutas y las galerías de las minas; al margen de que mi instinto detecta cualquier presencia animal o humana próxima, como si viera sus espectros a través de paredes y muros.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La cuestión es que tanto Halley como yo nos estamos haciendo mayores para esas correrías y con todo lo que hemos arramblado y guardado a buen recaudo, gracias a los trueques con los comerciantes de tierras lejanas, cualquier noche desaparecemos para no volver y olvidarnos de todo esto para siempre. No obstante, ya estamos adiestrando a una camarera (medio bruja y hechicera) y al mancebo del herrero (que también es algo alquimista) como nuestros sucesores para que sigan en paz este Reino del Valle y su Ducado de la Montaña.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><h4 style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-weight: normal;"><i>En la vida hay que posicionarse, pero en vez de irse a un extremo u otro de la balanza lo mejor es, como su fiel, quedarse en medio y sisar de los dos platillos.</i> </span></h4><span><a name='more'></a></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/qNmUTdIVNXc" width="320" youtube-src-id="qNmUTdIVNXc"></iframe></div><br /><span><!--more--></span><div style="text-align: justify;"><br /></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com64tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-30049951207250589492023-03-31T16:31:00.000+02:002023-03-31T16:31:24.158+02:00MICRORRETOS: DE LA ESCENA... ¡AL MICRO! (El tercer hombre)<p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwdYapv6Qj8h8LOhvCUrhhdYHKiurLZvO4vsVAsyPTUET1g6Jt5LGFoaNHWMYd2UUpYaGVP42QCnSWznn02ogzkMGyVZ5rmocdRlqUxiOxlAsT-6ciU2r1MmmlSdgnN3e9IVb-Jh5SRs0XllxaS3MzM-4WhgLap5fnEfql5kCRKjVS50ppTPO5ikga/s400/MICRORRETOS%20SEXTA%20TEMPORADA%20(2).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwdYapv6Qj8h8LOhvCUrhhdYHKiurLZvO4vsVAsyPTUET1g6Jt5LGFoaNHWMYd2UUpYaGVP42QCnSWznn02ogzkMGyVZ5rmocdRlqUxiOxlAsT-6ciU2r1MmmlSdgnN3e9IVb-Jh5SRs0XllxaS3MzM-4WhgLap5fnEfql5kCRKjVS50ppTPO5ikga/w640-h360/MICRORRETOS%20SEXTA%20TEMPORADA%20(2).jpg" width="640" /></a></td></tr></tbody></table></p><h3 class="post-title entry-title" style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: center;"><span style="font-size: x-small;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/03/microrretos-de-la-escena-al-micro.html" target="_blank">MICRORRETOS: DE LA ESCENA... ¡AL MICRO!</a></span></h3><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr></tbody></table><h3 class="post-title entry-title" style="background-color: white; color: #6d6d6d; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-size: 24px; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px;"><br /></h3><h1 style="text-align: left;">Da la cara julandrón </h1><p><span style="font-family: verdana; text-align: justify;">El eco de unos pasos desacompasados rompe el silencio de una fría noche otoñal entre sus desalmadas calles. Una escasa iluminación, casi sepulcral, y el repiqueteo de mis pisadas por el adoquinado suelo hace, si cabe, más desapacible mi deambular por las mismas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Para la bebida siempre he tenido buen aguante, pero en estos tiempos de escasa solvencia he tenido que ir a lo más barato y eso parece que me afecta en mayor medida. Al menos, los ardores de estómago me inhiben del frío en tan desapacible noche: y ese alcohol de garrafón en sangre también me ayuda a nublar el cerebro de mis tormentosos y contradictorios pensamientos.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Doblando la esquina percibo un doble eco de pisadas, me vuelvo instintivamente, al tiempo que veo una fugaz sombra ocultándose en el quicio de un soportal. Me acerco para exponer a mi perseguidor, no tengo la noche propicia para jueguecitos. Únicamente percibo la puntera de unos buenos zapatos que sobresalen quedando el resto de la silueta mimetizada entre la oscuridad. Un pequeño gato se acerca y empieza a ronronear a sus pies, eso me hace dudar de las malas intenciones de mi oponente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Así todo, le grito, le interpelo con acritud, para que se dé cuenta de que no me ha pasado desapercibida su presencia. Tengo éxito porque en la casa de enfrente se enciende una luz ante la escandalera de mi regañina. Ahora, como si se hubiera levantado el telón, veo las cínicas facciones, y tan familiares, de mi acechador.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-small;">(250 palabras más el título)</span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: trebuchet;">Nota: <span style="text-align: left;">Julandrón en el título está usado familiarmente, más bien como fullero, embaucador o similares.</span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><!--more--><span style="font-family: verdana;"><span style="text-align: left;">Este micro es mi adaptación literaria y libre de una escena de</span><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_tercer_hombre_(pel%C3%ADcula)" style="text-align: left;" target="_blank"> El tercer hombre</a><span style="text-align: left;">.</span></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/9TiqwGL0jGI" width="320" youtube-src-id="9TiqwGL0jGI"></iframe></span></div><span style="font-family: verdana;"><br /><span style="text-align: left;"><br /></span></span><span><!--more--></span><p></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com29tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-379152612453654932023-02-15T21:48:00.001+01:002023-02-15T21:55:55.024+01:00CONCURSO DE RELATOS 35ª Ed. LA CONJURA DE LOS NECIOS de John Kennedy Toole (El Percebe y sus discusiones)<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"> </span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicLKmoDseXaLV8aHgLp22BvbRY9XKrLHCIXqiXFijlOtdYOVjG-NKfpGilHzAgjIIpfbvcgcJKpnpHmTqHqrRaLdBpAM7_vjGNDN5LD0uB2rmI_YJvIMAryYDL_wZqdSoi4LWpfKabPAP8LW8xjmtea54dMK7oIE3TDEtJreILiMdMRcNfWYnFB3Lb/s800/la%20conjura%20de%20los%20necios%2035%20ed..jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="800" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicLKmoDseXaLV8aHgLp22BvbRY9XKrLHCIXqiXFijlOtdYOVjG-NKfpGilHzAgjIIpfbvcgcJKpnpHmTqHqrRaLdBpAM7_vjGNDN5LD0uB2rmI_YJvIMAryYDL_wZqdSoi4LWpfKabPAP8LW8xjmtea54dMK7oIE3TDEtJreILiMdMRcNfWYnFB3Lb/w640-h360/la%20conjura%20de%20los%20necios%2035%20ed..jpg" width="640" /></a></td></tr></tbody></table><p></p><div style="background-color: white; color: #3b3b3b; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-feature-settings: normal; font-kerning: auto; font-optical-sizing: auto; font-stretch: normal; font-variant-alternates: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-variation-settings: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: left;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/02/concurso-de-relatos-35-ed-la-conjura-de.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS 35ª Ed. LA CONJURA DE LOS NECIOS de John Kennedy Toole</a></div><br /><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><h1 style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://jmvanjav.blog/el-percebe-soso/" target="_blank">El Percebe y sus discusiones</a></span></span></h1><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La primera regla, no escrita, para cualquier juego es la de: «Aprender a perder antes que a jugar». Esto se debe aplicar también a las discusiones; entre compañeros, amigos, y familiares; de las que tan aficionados somos. Porque lo de creerse con la razón, o estar en la posesión de la verdad, para algunos (muchos que yo conozco de cualquiera de los tres grupos mencionados) es una cruzada existencial.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo mismo era un gladiador incansable en estas lides, ganando más veces por testarudez que por estar acertado. Gracias a esto, después de mucha cabezonería, me di cuenta (siendo objetivo) que por muy buenas que fueran mis argumentaciones, al menos, en la mitad de las ocasiones yo estaba equivocado. Reconocerlo, hasta únicamente delante del espejo, me costó Dios y ayuda; pero, finalmente, evolucioné.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ahora escojo mis discusiones modulando la voz, sin llegar a gritar airadamente como antaño, ni susurrando para hacerme el interesante. Y siendo sabedor que, en la mitad de ellas, mis argumentos no serán los correctos, lidio con ello sin presión alguna. Esto me permite mantenerme frío y, tanto esté acertado como no, lucir cara de póquer sin inmutarme. De hecho, en más de una ocasión, ya solo en casa, me río a carcajadas cuando recuerdo haber ganado el debate con una postura errada.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Tanto, muchos conocidos, como los compañeros del trabajo y, por supuesto, todos mis familiares, me consideran necio y cabezota. Lo curioso de esa afirmación es que suelen ser ellos más necios, (actuando igual que las vaquillas al entrar a todo lo que se menee) con cualquier tema que admita polémica. Yo, como ya he dicho antes, escojo bien cuando debato o ignoro el quite; algo que esos pobres, tan creídos de sí mismos, no pueden ni contemplar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por otro lado, me viene de perlas que me consideren un testarudo, ya se sabe que el ladrón cree que todos son de su condición. Y ponerme a explicarles la diferencia, por enésima vez, entre tenaz y cabezón sí que me resultaría un diálogo de merluzos. En mi caso oír, tanto por lo bajines como a viva voz, esos adjetivos me resulta de lo más halagador; tanto que les devuelvo, una sarcástica sonrisa, como agradecimiento.</span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><i>Podría poner innumerables ejemplos de esto que he comentado (cada día me suele pasar algo) y hasta escribir un diario solo con mis encontronazos. Como ejemplo, la otra tarde, a la salida de mi cafetería habitual:</i></span></p><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El local estaba abarrotado y yo, después de mi consumición, ya estaba en la puerta a punto de salir; detrás de mí había otras dos o tres personas en la misma situación. El caso es que al abrir la puerta, en la calle con intención de entrar, había un grupo de cuatro señoras tan elegantes como talluditas. Al hacer yo amago para salir, ellas se pusieron en línea —lo más lógico, a mi entender, habría sido en fila— con lo que no pude dar ni un solo paso.</span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">De sus miradas de reproche, por mi fallido intento de evasión, llegó el cotorreo entre ellas. En voz bien alta, para que yo me diera por aludido acerca de mi descortesía y falta de modales al no cederlas yo el acceso; como hubiese hecho cualquier hombre bien educado. Yo, en ese instante, pensé si debería responder o apartarme como pudiera (la cafetería estaba hasta la bandera). Tenía un argumento muy válido como el ejemplo del ascensor, a nadie se le ocurre entrar sin dejar salir a los que ya están dentro, es una cuestión de espacio de lo más lógico.</span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi respuesta fue una sonrisa, de lo más irónica, mientras me ponía pegado a la puerta para que aquella tropa avasallase la cafetería. Satisfechas, por aquel prepotente triunfo, su paso firme únicamente duró hasta que se toparon con los tres que estaban detrás de mí (también con intención de salir). El caso es que unas no querían perder el terreno ganado y los otros tampoco tenían espacio para recular. Para remate, detrás de las señoronas, venían los cabestros de sus cónyuges, con la misma intención de entrar como fuera.</span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Cuando todos ya estuvieron bien apretujados dentro del local, la discusión (con los pobres clientes que, en vez de poder salir, se vieron replegados) subió los decibelios ambientales a niveles de tómbola de feria con rifa de bofetadas incluidas. El argumento de los cuatro matrimonios es que ellos tenían una mesa reservada y, por lo tanto, tenían preferencia sobre cualquier otro cliente de barra o pasillo. </span></p></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px;"><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Sé que yo tenía razón y si me hubiera enfrentado en la puerta, habría pasado por un mal educado saliendo junto con los tres de detrás de mí, y también se habría evitado el fregado posterior. Pero yo escojo mis discusiones y con esta que evité, cada vez que vuelvo a esa cafetería, me parto de risa cuando al verme reflejado (en el espejo de detrás de la barra) recuerdo aquella sonora trifulca. La gente que me ve se deben creer que debo ser (aparte de necio, testarudo, y cascarrabias) bobo del todo; pero a mí me da igual lo que piensen y hasta lo que digan.</span></p></blockquote><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por cierto, hoy mismo, después de tomar mi café de media tarde, al salir de la cafetería (no estaba llena, sobre media entrada) me tropecé con los ocho pijos de la mesa reservada. Se pusieron en fila para que mi sarcástica sonrisa y yo saliéramos primero.</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: verdana;">899 palabras más el título</span></p><p style="text-align: right;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p><span><a name='more'></a></span><span><!--more--></span><span><!--more--></span>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com62tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-39161302055761131032023-01-31T12:30:00.000+01:002023-01-31T12:30:09.913+01:00MICRORRETOS: ¡ENTRE MITOS SE ESCRIBE EL MICRO! <p> <table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaMFWSiT7DO4vxPi73BiHD0RDXMd_hK4z8NAMQThuGHWHgpSF3GhZhxk3XZ51qPEsN8WIxMQdUqekNSuvk1LQiQvhqOga4bdfmOq0hRbu5cTwmDTuT96vASzGkDaCX1wL7C4L8ky2KkH29hMWeLKwrGZWaleVy6M6ePmTthJzmbOQi0t1uzxIysF90/s400/MICRORRETOS%20MITOLOG%C3%8DA%20(1).jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="400" height="326" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaMFWSiT7DO4vxPi73BiHD0RDXMd_hK4z8NAMQThuGHWHgpSF3GhZhxk3XZ51qPEsN8WIxMQdUqekNSuvk1LQiQvhqOga4bdfmOq0hRbu5cTwmDTuT96vASzGkDaCX1wL7C4L8ky2KkH29hMWeLKwrGZWaleVy6M6ePmTthJzmbOQi0t1uzxIysF90/w578-h326/MICRORRETOS%20MITOLOG%C3%8DA%20(1).jpg" width="578" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2023/01/microrretos-entre-mitos-se-escribe-el.html" target="_blank">MICRORRETOS: ¡ENTRE MITOS SE ESCRIBE EL MICRO! <br /><br /><br /><br /><span></span></a><br /><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: georgia;"><span style="font-size: x-large;">Yo, el gran olvidado</span><span></span><span><a name='more'></a></span></span></h1></td></tr></tbody></table></p><div style="text-align: justify;"><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;">Durante siglos he sido protagonista de muchas leyendas y mitos. Daba igual de qué lejana cultura o época se tratase, yo estaba allí presente aunque casi siempre fuera el villano, el enemigo a batir, de sus mitológicos relatos. El reconocimiento de mi poder, casi invulnerable, me otorgaba la venia moral hacia mis actos; por crueles, y despiadados, que estos fueran.</span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;">Pero mi único e invicto rival, ha sido El Tiempo. Con su inexorable paso todo mi apogeo se ha reducido a viejas historias, o leyendas mitológicas, de dudosa veracidad. Yo, como Ser Inmortal y hasta próximo a la divinidad, no me puedo sentir más ultrajado y repudiado por ese paulatino olvido hacia mi existencia.</span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;">Únicamente, el recuerdo escrito de mi presencia en los libros, me sirve de consuelo para no rendirme en esta perpetua reclusión. Es lo que acontece cuando siendo inmortal, con el paso de los siglos, estos actúan cual velos superpuestos; difuminando, cada vez más, tu imagen hasta hacerla desaparecer casi del todo.</span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;">Sé que en la mente imaginativa de algunos escritores todavía soy ese Ser invencible que intimida con solo ser evocado, pero para el resto de la humanidad no paso de caricatura, tatuaje, o juguete de niños. Mi eterna vida se está tomando un largo respiro de aquellos tiempos gloriosos, y a mí no me queda otra que aceptarlo; aunque todas mis escamas se ericen. Yo fui, soy y seré, el Dragón que alimentó tantas historias.</span></div><div><span style="font-family: georgia; font-size: large;"><br /></span></div></div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="text-align: justify;"><h2><span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: georgia;"><br /></span><span style="font-family: georgia;">¡Y por mis garras, y colmillos, que algún día volveré!</span></span></h2><h3><span style="font-family: georgia;"><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-size: small;">(250 palabras)</span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><br /></span></div><div style="text-align: right;"><span style="font-size: small;"><br /></span></div><!--more--></span></h3><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/lHytjEj7B9g" width="320" youtube-src-id="lHytjEj7B9g"></iframe></div><br /><div><br /></div><span><!--more--></span><div><br /></div></div><br /></td></tr></tbody></table><br /><p><br /></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com41tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-28267560861602710342022-12-18T14:25:00.000+01:002022-12-18T14:25:45.393+01:00CONCURSO DE RELATOS 34ª Ed. ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? DE PHILIP K. DICK (Replicantes)<div style="text-align: justify;"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg8-iFcE4T6EJV9q6_nmZPseWBI1o8OTO4_kBd8tuYkoMlu6SWtcPcAUp4lBE0K8csO-XeU1ki8tOsBkgyej68Cy0W1j7-42I8C0JqT4ZBM2ygadmXejGIbQCkC8yQC7PufkRuofCLZ50aha_ZahVsPPb5fcBgYIm3MQE3dwb5WBl7z9zD_l0oZlSSKOg=s640" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg8-iFcE4T6EJV9q6_nmZPseWBI1o8OTO4_kBd8tuYkoMlu6SWtcPcAUp4lBE0K8csO-XeU1ki8tOsBkgyej68Cy0W1j7-42I8C0JqT4ZBM2ygadmXejGIbQCkC8yQC7PufkRuofCLZ50aha_ZahVsPPb5fcBgYIm3MQE3dwb5WBl7z9zD_l0oZlSSKOg=w640-h360" width="640" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><div style="background-color: white; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: justify;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/12/concurso-de-relatos-34-ed-suenan-los.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS 34ª Ed. ¿SUEÑAN LOS ANDROIDES CON OVEJAS ELÉCTRICAS? DE PHILIP K. DICK</a></div></td></tr></tbody></table><br /><h1><span style="font-family: verdana;">Replicantes</span></h1></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Siempre sonaba aquella vieja canción en los antros de las colonias mineras. Yo seguía la pista de un replicante que se había escapado de Marte Central. En su huida, no parecía encontrar plaza en los cargueros que llevaban a La Tierra los minerales que allí hacía tiempo estaban agotados. Así que se dedicaba a recorrer los diferentes campamentos de extracción repartidos por todo Marte.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Haciéndose pasar por humano, con papeles falsos, podría pasar por temporero y desaparecer, al cabo de unas semanas, sin dejar sospechas. A mí este tipo de capturas ya no me gustaban tanto como cuando empecé el cuerpo de cazadores de replicantes. Me enteré de que, su esperanza de vida, era la misma que la de su vida laboral; cual ganado, aun siendo seres dotados de una inteligencia casi humana.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Así que, era habitual en algunas unidades, con los primeros síntomas de fatiga neuronal también tuvieran una necesidad vital de escapar de su esclavitud. Después del primer aviso de su deterioro era cuestión de meses que su organismo colapsara por completo. El genetista que diseño el chip implantado en ellos incluyo la rutina del último suspiro para que no hubiera necesidad de ningún tipo de cuidado paliativo durante su inexorable agonía.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Los doctores de cada campamento cuando registraban ese primer colapso nervioso, entre estos androides semi humanos, les daban «la droga de los seis meses» para que pudieran seguir trabajando hasta su segundo y definitivo ataque; propiciado este por su chip neurogenético. Un médico desarrolló un fármaco «largo sueño» que conseguía engañar esa cuenta atrás, pero a costa de daños cerebrales irreversibles, con lo que la esperanza de vida de un replicante podría extenderse dos o tres años más; antes de que, finalmente, por una u otra causa le llegase la hora. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al entrar en el cutre bar mi analizador espectral fue identificando a cada uno de los presentes. Con esta tecnología ya no hacía falta usar los viejos tests de empatía para diferenciar humanos de pellejudos. En el local todos eran replicantes, incluso la camarera que, por ser personal de servicio, contaba con una esperanza de vida extendida a diez años. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Únicamente, con un sujeto, mi sofisticado artefacto pitó dos veces indicando que el proceso no era concluyente. Me acerqué al lado de la barra donde un tipo de aspecto corriente bebía güisqui sintético (seguramente de contrabando), pero yo no era agente de aduanas y me traía sin cuidado su dudosa procedencia. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Intercambie una mirada con aquel hombre y toda la información que obtuvo mi instinto es que mi infalible máquina se había equivocado. El rostro curtido por los años de aquel tipo no podía pertenecer a ningún sintético del tipo que fuera.
Solo los Gen-9 o los Nexus-8 llegaban a los veinte y quince años respectivamente, los primeros como ejecutivos o directores de responsabilidad (que no era el caso) y los otros como trabadores de confianza con desempeño físico bajo para no acortar su vida laboral. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El hombre que estaba ante mí, al menos debía de tener cuarenta y cinco o más años; a la fuerza tenía que ser humano, pero entonces por qué yo seguía su pista desde hacía meses.
Mientras pedí una ronda de lo mismo, para mi amigo y yo mismo, a la complaciente camarera me vino la idea. Puede que el aspecto envejecido de mi compañero fuera secuela del <i>largo sueño</i> y por eso el analizador no pudiera identificarlo. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Casi sin cruzar palabra, más bien con gestos, nos íbamos invitando alternativamente a una ronda, intercalando jarras de cerveza marciana para quitar el mal gusto que dejaba el ese licor destilado de… (mejor no saber el que). </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">No tuve que esperar mucho a que mi compañero tuviera que hacer uso del servicio y aproveché a escanear las huellas digitales de su vaso. Este sistema, ya en desuso, podría resolverme la duda. Mi terminal me mostró casi al instante una foto, yo no podía dar crédito a quien estaba viendo en aquella pantalla. Como en un acto reflejo me tomé de un trago mi copa y, con un gesto, pedí una nueva ronda. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al volver mi compañero de los urinarios yo ya había hecho los deberes. En cuanto sincronizara mi terminal, en la oficina local de cazadores, cobraría la mayor recompensa por un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Blade_Runner" target="_blank">Nexus-6</a> de toda la historia. Como si aquel avejentado replicante, hubiera visto ese avaricioso brillo en mis ojos, alzo el vaso para brindar por ello. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo sabía que en unos minutos le haría efecto la pastilla que le puse en la bebida y que, después de veinte años, habría cerrado el mayor caso de mi carrera. Por lógica, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Rick_Deckard" target="_blank">Deckard</a> debería haber muerto hace muchos años, en su época la esperanza de vida de los Nexus-6 era de cinco años o a lo sumo diez en los modelos dedicados a cazadores como él. Pero como desapareció, después de su azaña retirando seis replicantes, pasó (por seguridad interplanetaria) a ser proscrito.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Las formas ante mis ojos empiezan a distorsionarse. Me llama la atención el azul chisporroteo de mi terminal en el microondas mientras, de fondo, sigo oyendo esa machacona canción. Un último destello de lucidez me descubre la cruda verdad… </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">… Deckard debió cambiar los vasos, pero entonces… yo soy también un replicante.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">… Y la radiación, lo mismo que con los animales, exterminó a la raza humana.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">… Y, mi chip neuronal, será borrado antes de reimplantarse. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b>¡Todo es una puta mentira!</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span><a name='more'></a></span><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: right;">898 palabras</div><div style="text-align: right;"><span><!--more--></span><div style="text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/aSiU1T_w0-8" width="320" youtube-src-id="aSiU1T_w0-8"></iframe></div><br /><div style="text-align: justify;"><i>Únicamente, los últimos segundos de percepción, quedan imborrables en la conciencia y el pensamiento al llegar la muerte. Repitiéndose, en un infinito bucle, como esta vieja canción.</i><span><!--more--></span><span><!--more--></span></div></div></div></span></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com69tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-44166208485196768422022-11-30T15:37:00.002+01:002022-11-30T15:37:27.205+01:00MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS (III)<h1 style="text-align: left;"> </h1><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="background-color: #fefdfa; color: black; font-family: Cousine; font-size: 18px; margin-bottom: 0.5em; margin-left: auto; margin-right: auto; padding: 4px; position: relative;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/s640/microrreto%20banner.jpg" imageanchor="1" style="color: #3367d6; margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/w385-h217/microrreto%20banner.jpg" style="background: rgb(255, 255, 255); border-radius: 5px; border: 1px solid rgb(204, 204, 204); box-shadow: rgba(0, 0, 0, 0.2) 0px 0px 20px; padding: 8px; position: relative;" width="385" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="font-size: 14.4px; text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/11/microrreto-antagonistas.html" style="color: #d52a33; text-decoration-line: none;" target="_blank">MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS</a><br /><br /></td></tr></tbody></table><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Entradas anteriores del reto:</span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><div><h3 style="background-color: #fefdfa; margin: 0px; position: relative;"><a href="https://tonteriasprofundas.blogspot.com/2022/11/microrretos-personajes-antagonistas.html" target="_blank"><span style="color: red; font-family: helvetica; font-size: medium;">MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS</span></a></h3></div><div><br /></div><div><h3 style="background-color: #fefdfa; margin: 0px; position: relative;"><a href="https://tonteriasprofundas.blogspot.com/2022/11/microrretos-personajes-antagonistas-ii.html"><span style="color: red; font-family: helvetica; font-size: medium;">MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS (II)</span></a></h3></div><div><br /></div><span></span><span><a name='more'></a></span><div><br /></div></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En esta última entrega uso al mismo personaje en varias situaciones para demostrar que su postura antagónica depende de las circustancias.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span><!--more--></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><h1 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los pecados míos y de mi familia</span></h1><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Ira<span><!--more--></span></span></h2><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Descubrí la ira aquella tarde que al entrar en la sala vi a mi perro destripado en mitad de la alfombra. Yo volvía de la escuela aquella escena me impactó. Después de mirarlo, llorando de impotencia y rabia, decidí coger una bolsa de plástico y con mucho cuidado meter aquel cuerpo abierto en canal y todos los restos en una bolsa de plástico.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al estar yo solo en casa decidí esperar a la cena para pedir las explicaciones a mi familia de este trágico suceso. Entre risas mi hermano (en el último curso de instituto) y mi hermana (casi abogada y haciendo prácticas en una aseguradora) se rieron a duo mientras señalaban a Pulgas (nuestro cachorro de pastor alemán) como perpetrador. Mis padres disimulaban como podían la sonrisa, pero se les escapaba algún ruidito de complicidad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo también supe desde el primer momento que Pulgas era el criminal, pero él no llegaba a la balda donde mi viejo perro de peluche cogía polvo desde hace años. Alguien o todos ellos se lo habrían dado para jugar y el resultado fue el predecible en cuanto las costuras cedieron a los colmillos del juguetón cachorro.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Estaba claro que a medio curso para empezar el instituto no iba a llorar por mi primera mascota de serrín, pero si podría vengarme por la afrenta. Y empecé a recabar con mucha paciencia información de mis padres y hermanos para llegado el momento poder equilibrar la balanza.</span></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><!--more--><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Pereza<span><!--more--></span></span></h2><div><span style="font-family: verdana; font-size: large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La verdad es que con el tiempo se me fue olvidando la venganza. No había comparación de cuando pequeño salía con mi perrito de peluche al parque a jugar a ir ahora con Pulgas. Más que pasear desfilábamos delante de todos, en especial de las compañeras de insti. </span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Teniendo tan buenos planes, era el único de clase con perro, me daba una inmensa pereza buscar algo para confrontar a mi familia por el perricidio de mi primera mascota. No obstante, el propio Pulgas fue quien me saco de esa desidia cuando una tarde, al regresar del paseo, se puso a olisquear la mochila de mi hermano.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">En la media hora que tenía, antes que nadie más llegará a casa, hice un exhaustivo registro de cada uno de los compartimentos de la bolsa de lona. El ladrido de Pulgas, avisando de que alguien estaba abriendo la puerta, coincidió con mi descubrimiento. En un pequeño bolsillo, interno con cremallera, apareció ante mí una bolsita de plástico conteniendo algo parecido a hierba. </span></div><div><span style="font-family: verdana;"> </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A mi hermano ya se le había caído el pelo ahora que yo sabía donde y como ocultaba su suministro de marihuana. Literalmente, él y sus amigos porreteros se iban a cagar. Mire por Internet con que podía mezclar esa hierba para que tuvieran un viaje al váter que nunca olvidaran.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">La comida de aquel domingo fue inolvidable para mí, mi hermano más verde que una acelga, no dejó de visitar el baño en todo el día. </span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><h2 style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Lujuria I<span><!--more--></span></span></h2></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: large;"><br /></span></div><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Visto el éxito con mi hermano; que a partir de aquel día debió romper con sus colegas por la monumental cagalera, aparte de que ellos le debían de timar hasta en la compra (al final hice hasta una buena labor y todo); me dediqué a espiar a mi hermana.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ella era la mayor y la más sería de los tres hermanos, hasta tenía un novio formal. Eso no me detuvo y me estuve colando en su cuarto, amarrando a Pulgas en la puerta de la calle para que me avisara, todas las tardes que tenía ocasión. Mi búsqueda era sistemática y selectiva, fijo que algo ocultaba doña perfecta.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Únicamente necesité de tres tardes para encontrar en el fondo de su armario un maletín con cerradura de cuatro dígitos. No era el portafolio que usaba para trabajar y al estar semi escondido entre jerséis y vestidos seguro que algo bueno ocultaba. Probé varias combinaciones sencillas y su año de nacimiento y nada.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Los siguientes días seguí intentándolo hasta que caí que siendo tan lista igual utilizo su nota de revalidada y la del examen final. ¡Bingo! Dentro solo estaban sus queridos títulos y diplomas y un grueso cuaderno que necesitaba de una pequeña llavecita. Sin saberlo había encontrado su diario.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Localizar la mágica llave solo fue cosa de revisar minuciosamente su joyero. Lo que en aquellas páginas contaba mi hermana me dejó clavado, un secreto al que yo bien sabría sacarle provecho. </span></div></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><h2><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Lujuria II<span><!--more--></span></span></h2></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;">Su verdadero amor resultó ser su amiga de toda la vida y su supuesto novio, como no, era gay. Ambos, por su orientación, intimaron rápidamente y fueron coartadas públicas el uno del otro. Eso fue en el tercer año de facultad porque en los dos primeros tuvo rollos con todo quisque ya fuera pollo o gallina.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Con toda esa información mi mente, en las semanas que necesité para leer tan sabroso diario, estuvo colapsada. Era como un novelón televisivo pero en mi propia familia. Así todo, mi modo automático empezó a urdir un plan para sacar provecho a toda esa frivolidad de doña perfecta. </div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Con mi hermano, para que se enterara de algo, tenía que ser contundente; ¡pero… con mi hermana!, justo todo lo contrario o se volverían las tornas contra mí. No es por presumir, bueno… un poco sí, yo en esos menesteres soy un artista.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Con unas pocas palabras en la mesa cenando, mi hermana fue la única que se percató de mis sutiles indirectas. Y como en una partida de póquer, solo intercambiando miradas, nos pusimos de acuerdo en la apuesta. A partir de esa semana me fui encontrando una paga, por supuesto anónima, en el cajón de mi mesita.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Esos veinte euros no eran negociables, e insinuar un aumento, fijo que traería al traste mi jugada. El soborno se me acabó la semana del cumpleaños de mi hermana, en vez de invitar al novio trajo a su amiga y salió oficialmente del armario.</div><span><!--more--></span><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><h2 style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Avaricia<span><!--more--></span></span></h2><div><div style="text-align: justify;">Ahora les tocaba el turno a mis padres, parecían de lo más normales y hasta anodinos, pero alguna debilidad yo le encontraría para satisfacer mi venganza. Lo de entrar en su cuarto y registrar las cosas no me hacía mucha gracia, más que por la falta de respeto a su intimidad a lo que pudiera encontrar visto lo ocurrido a mi perfecta hermana.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Con mi madre, que usaba tres de los cuatro cuerpos de armario empotrado para sus cosas y uno entero para tener un catálogo de zapatos, no tuve dude de su avaricioso vicio por el calzado. Durante una comida hice una prueba haciendo que Pulgas entrara en el salón con una chanca de mi madre en la boca.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Nunca había visto agilidad igual en aquella mujer. Casi de un brinco se plantó en la cocina y al instante, escoba en mano estilo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Luke_Skywalker" target="_blank">Skywalker</a>, con hábiles toques hizo que el perro soltara su presa de goma; aunque ya bien mordisqueada. </div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Esperé a la cena del domingo para mi verdadera venganza y en esta ocasión escogí una sandalia de tacón con tiras de cuero. En esta ocasión mi madre no buscó arma alguna, se tiró al perro como si en la boca le llevara a un hijo. Todos nos quedamos impactados por semejante arrojo.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Pulgas incluido que, gimiendo de miedo, se meó en la alfombra. La sandalia resultó casi ilesa necesitando solo algún punto de costura en una de las tiras. Era como una hija a quinientos euros el par.</div></div><span><!--more--></span><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><h2 style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Envidia<span><!--more--></span></span></h2><div><div style="text-align: justify;">Mi padre resultó más fácil y divertido. Su tema habitual en la mesa era el coche que se había comprado fulano, mengano, o hasta el desgraciado del cuarto. Le gustaban los automóviles más que a un niño pequeño los cochecitos; y por ello, en cuanto había alguna oferta de algún modelo, buscaba excusa para cambiar de coche.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Nosotros, lógicamente, estábamos en la media-media y, hasta no pagar las letras de uno, coger otro vehículo familiar era impensable. Por eso, cuando alguien se le adelantaba, se ponía de los nervios y estando hablando de gamas intermedias; nada de coches de lujo.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Pues yo decidí cambiar eso. Estábamos a un par de meses de pagar la última letra y ya sabíamos la turra que nos esperaba para que, el niño cabeza de familia, pudiera cambiar su montura. Que tal o cual estaban de rebaja, y que para el nuestro, si esperábamos, luego se devaluaría mucho y sería peor…</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Yo, por mi parte, nuevo en el instituto para hacerme notar me tiré el pegote de que íbamos a comprarnos un <a href="https://www.porsche.com/spain/models/cayenne/cayenne-models/cayenne/" target="_blank">Cayene</a>. Contaba con que nadie me creyera para hacer apuestas y me salió bien, ahora que si al final no era ese coche, aparte de las consabidas burlas, tendría que pagar una pasta a todos los que apostaron contra mí.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Dos meses comiéndole, a escondidas, la oreja al viejo fue duro hasta para mí. Finalmente, encontramos un concesionario con un kilómetro cero; así todo, las letras, parecían más para una hipoteca.</div></div><span><!--more--></span><div><br /></div><div><br /></div><div><br /></div><h2 style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;">Soberbia<span><!--more--></span></span></h2><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;">Visto con cada uno de mis familiares el éxito de la venganza, por mi viejo perro de peluche destripado, me vine arriba. Después de cobrar las apuestas por la compra del coche me sentía como los del último curso del instituto a mis doce años. Fueron unas semanas de auto divinidad que ahora solo me sirve para recordar cuan gilipollas fui.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">La vuelta a la realidad me llegó cuando los pasotas, los del buen rollo se fijaron en mí y quisieron adoctrinarme. No tarde mucho en ver sus verdaderas intenciones de chulearme la pasta invitándolos y siendo su lacayo personal al ser nuevo. Si puede con todos y cada uno de mi casa no voy ahora a caer con esta banda de vagos y mamones.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Unos oportunos videos anónimos a la dirección puso en aviso de las intimidaciones y hurtos continuos de estos elementos y acabaron siendo expulsado. Otra vez volví a mi estatus de divo me sentí como un superhéroe invisible. De hecho cada día iba armado al instituto con mi <a href="https://www.beretta.com/es-es/armas/pistolas/striker" target="_blank">Beretta</a>.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Después de probar varias combinaciones encontré la mezcla adecuada. Cinco partes de agua y una de lejía resultó ser la mejor munición para mi pistola. Con un alcance preciso entre cincuenta y doscientos centímetros empece a dejar mi marca en chaquetas y pantalones de todo aquel que abusara o intimidara a los de mi clase.</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">Al mismo director, que nos dejó un día sin recreo, no me tembló la mano para arruinarle su inmaculado pantalón de raya.</div></div><span><!--more--></span><div><br /></div><div><br /></div></span></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-80731455109616975232022-11-09T15:30:00.000+01:002022-11-09T15:30:55.024+01:00MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS (II)<p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/s640/microrreto%20banner.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/w385-h217/microrreto%20banner.jpg" width="385" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/11/microrreto-antagonistas.html" target="_blank">MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS</a></td></tr></tbody></table><br /></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Bueno, dado que mis personajes no dejan de bullirme en la cabeza sintiéndose identificados con el reto, aquí va otra media docena de huevos. Digo, de micros, con antagonistas de todo tipo. </span></div><p></p><p><span style="font-family: verdana;">Saludos y gracias por leerme.</span></p><p><span></span></p><a name='more'></a><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">La marquesa y el zapatero remendón </span></p><div style="text-align: left;"><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Doña Celeste o la marquesa, como todo el mundo se refería a ella en el barrio, por su soberbia y prepotencia, no estaba en su mejor momento económico. Su tercer marido, recientemente fallecido, le salió sapo y no tenía tanta solvencia como ella se pensaba. El finado se fue gastando su fortuna en el juego, por supuesto a escondidas de Celes; y, si ella no hubiera aumentado su dosis de gotas en el café, no le habrá quedado ni un real.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Teniendo la señora que apretarse el corsé, hasta desplumar al siguiente pimpollo, no le quedó más remedio que en vez de comprarse zapatos nuevos de baile (su coto privado de caza) tuviese que llevar los viejos al zapatero remendón del barrio. El buen hombre (ahora más viejo y huraño) estuvo en su juventud suspirando por Celeste, sacando ella buen provecho al no pagar nunca sus arreglos.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Con el tiempo aquel hábil artesano, y después de las tres bodas de su añorada, comprendió que ella nunca se fijaría en él; además de sospechar de que fuera una viuda negra. En esta ocasión tampoco osaría cobrarla, pero por despecho del continuo rechazo, dejo un clavo (algo más largo con la punta oxidada) en la puntera de los zapatos de baile.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">No le costaría a la marquesa pillar a otro mirlo forrado en el baile de los sábados, pero esta vez no tuvo tiempo de utilizar sus gotas mortales; el tétanos, le gano la partida por la mano.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><span style="font-family: verdana;"><!--more--></span><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div></div><p></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Como vendí mi Alma al Diablo</span></p><p><span style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></span></p><p><span style="font-family: verdana; text-align: justify;">En estos tiempos tan extraños la venta de almas estaba desbordada. Con lo que se avecinaba nadie dudaba en empeñar su espíritu a cambio de un único año de abundancia. El Diablo y sus demonios no daban abasto y tuvieron que echar mano de los que en el infierno ya estaban más a gusto que en su casa. Vale, siempre olía a chamusquina y hacía un calor de mil demonios, pero podían seguir con sus fechorías y cometer los asesinatos que quisieran; hoy te mataban, y mañana matabas tú, y así hasta la eternidad.</span></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;">Yo también me planteaba vender mi Alma, pero tenía mis dudas acerca de la longeva duración del trato. La diablesa que, melosa e insinuante, me tentaba a firmar se empezaba a impacientar; menuda cola larga, de candidatos, tenía esperando. Finalmente, cuando la vendedora ya estaba con sus uñas desgarrando la mesa, le pregunté que si cuando fuera al infierno podría hacer allí lo que quisiera.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;">Aliviada, la diablesa, me respondió con un contundente: “Si”. Le pedí que lo pusiera como cláusula final del contrato y firmé. Ese año disfruté más que un rey de juerga en juerga, me lo pase de miedo y el último día, literalmente, de muerte. </span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;">Mis primeros meses en el infierno fueron terribles, todos los días y noches novatadas. Cuando, ya habían matado y violado mi alma chiquicientas veces, estuve preparado e hice valer mi contrato. Le puse en la puerta las maletas al Diablo y ahora trabaja, a comisión, para mí.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><div style="text-align: justify;"><span><!--more--></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Memorias de un ladrón</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><div>De niño me adoctrinaron para que fuera bueno y, a base de castigos o cachetes, aprendí a ser muy bueno. De estar presente en todas las travesuras típicas por la edad, con la consiguiente reprimenda física, supe desarrollar un instinto para desaparecer antes de ser pillado. Era tan bueno con mis coartadas que todos se convencieron de mi buena actitud en el camino recto. </div><div><br /></div><div>Así es que, cuando tuve edad para escoger oficio, me esforcé al máximo en ser ladrón de guante blanco, para poder mantener inmaculada mi reputación como secretario notarial. </div><div><br /></div><div>Si no abusas de la suerte, ni eres avaricioso, en el casino con algo de habilidad, puedes sacar lo suficiente para costear los vicios que el salario de escribiente no podía, ni de lejos, cubrir. En joyerías y bancos, al despiste de ricachones o emperifolladas señoras, también siempre algo caía como recompensa; o pago de chantaje, por su indiscreción. Por último, algún bien planificado robo, por encargo de algún coleccionista o propia satisfacción, en casa de un rival o directamente en un museo.</div><div><br /></div><div>Ahora, que estoy retirado, sigo siendo un hombre ejemplar para amigos, conocidos, y vecinos. Pero cuando tengo el capricho no me falta, solo por deporte, una cartera o collar que sustraer para luego devolverlos, por supuesto, anónimamente.</div><div><br /></div><div>Hace no mucho me divertí de lo lindo con la prensa local. Publicaron un artículo especial recordando los golpes más espectaculares del nunca identificado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Arsenio_Lupin" target="_blank">Arsenio Lupin</a>. Lo que pude disfrutar recordando aquellos tiempos de mi máximo esplendor.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: courier;"><br /></span></div><div><span style="font-family: courier;"><br /></span></div><div><span style="font-size: x-large;">Mi cielo puede esperar</span></div><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div><div>Visiblemente contrariado por mi presencia ante él, El Guardián de la Gran Puerta, miro repetidas veces mis papeles que en esta ocasión sí estaban en regla. La vez anterior, cuando me fugué, yo mismo los falsifique y lógicamente no colaron.</div><div><br /></div><div>Al final, jurando entre dientes, San Pedro echó mano de la gran llave que colgaba del cinto de su túnica y me abrió la Gran Puerta del Cielo. Después de mi milenaria condena en el purgatorio yo, al otro lado de ese portón que se abría ante mí, sería como un cocodrilo en un estanque de patos.</div><div><br /></div><div>La diversión que me prometía tanta Alma blanca, al poco tiempo, me resultó como comer pollo todos los días; acabando empachado y aborreciéndolo. Allí todos éramos amigos, pero no como los de mi cuadrilla de fechorías. Y los ángeles guardianes, con su infinita comprensión y bondad, me resultaban vomitivos.</div><div><br /></div><div>Yo no encajaba en ese lugar y no había forma alguna de salir. Tuve que ir a la desesperada, si no quería morirme de asco en el Santo Cielo, así que elaboré mi sofisticado plan:</div><div><br /></div><div>«La noche de Navidad me acerqué al Portal de Belén y, sin felicitar las fiestas siquiera, me cargué a la Virgen, a San José y al niño en la cuna».</div><div><br /></div><div>A Dios no le quedó otra que resucitarlos y mandarme a mí de vuelta al purgatorio un millón de años y un día. Yo le di las gracias de todo corazón; aunque, enseñándole mi dedo (corazón) erguido, para disimular. </div><div><br /></div><div><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: courier;"><br /></span></div><div><span style="font-family: courier;"><br /></span></div><div><span style="font-size: x-large;">El ladino (dependiente) honrado</span></div></div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div><div>Lo mío no es vender, me pongo en la piel de las clientas o en los zapatos del comprador diciéndoles la verdad del producto, incluso su engordado precio. Así que mi salario es el básico porque nunca llego al mínimo de ventas para el plus de productividad.</div><div><br /></div><div>La encargada de mi sección es un azucarillo para los jefes, simpatía dental para los clientes y muy estricta con sus subordinados; conmigo, una serpiente venenosa, al yo penalizarla con mis justas (en todos los sentidos) ventas.</div><div><br /></div><div>Con el tiempo mi honradez como vendedor dio sus frutos, y bajo una nueva visión comercial, promocioné a defensor del cliente del centro.</div><div><br /></div><div>Mi antigua jefa, y sus equivalentes, ahora estaban por debajo de mí. Y, por fin, ya podría servirme plato y medio de esa venganza fría que durante años estuve, en silencio, cocinando.</div><div><br /></div><div>Aquellos vendedores que, en las reuniones de departamento y comidas de empresa, se jactaban de sus méritos engañando a los clientes fueron los entremeses de mi menú. Con mensajes anónimos advertía a los timados para qué protestarán. Yo, como defensor, daba curso a la reclamación y adiós a su plus de productividad.</div><div><br /></div><div>El plato fuerte, mi exjefa, tuvo que esperar hasta que yo me colase en su grupo de WhatsApp de encargados. La dirección, gracias a mis pantallazos (anónimos) de su despótica hipocresía, la despidió fulminantemente.</div><div><br /></div><div>Mi postre es la adjunta de recursos humanos (a quien supe camelar para que me dieran el puesto), pero eso será privado y no público.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: courier;"><br /></span></div></div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div style="font-size: xx-large;">El atasco de cada día</div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><div><div>Cada día laborable era la misma rutina. Por pronto que yo saliera de casa no podía evitarme, los quince o veinte minutos de atasco, para entrar en la ciudad. Para eso, mi vecino, el del otro lado de mi pareado, con su gran y ruidosa moto se paseaba entre las dos filas de coches como un privilegiado. Eso era algo que, en cuanto sentía ese rugido creciente e impasible aproximarse, ponía mi impaciencia al límite.</div><div><br /></div><div>Yo, de vehículos con motor de dos ruedas, no entiendo gran cosa. Únicamente diferencio las motos por tamaño y, claro, por su color. La que a mí me volvía loco era inmensa y negra; igual que el atuendo de cuero de mi vecino en ella. Salvo que se colara entre los coches no teníamos mala relación; incluso, los fines de semana, alternábamos barbacoas en nuestros jardines.</div><div><br /></div><div>Mi oportunidad vino una lluviosa tarde de viernes regresando por la autovía, en ese tramo únicamente circulaba yo hasta que vi, como una exhalación, llegar una gran moto negra por la izquierda. En cuanto estuvo a mi altura me metí en su carril. Él, sin tiempo para evitarme, se echó hacia la mediana saltando su cuerpo al otro lado. Yo, astutamente, frené para comprobar que mi maniobra no había sido vista. El chirriar desesperado de unos frenos me confirmó el desenlace del negro motorista.</div><div><br /></div><div>Ese sábado me tocaba a mí la barbacoa y con gran sorpresa vi que no faltó mi vecino. Hay más días que longaniza, pensé sonriendo.</div><div><br /></div><div><span style="font-family: courier;">Hasta 500 palabras más el título</span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: courier;"><br /></span></div></div></span></div><p><span style="font-family: verdana;"></span></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-37053698887847141552022-11-08T19:34:00.000+01:002022-11-08T19:34:54.884+01:00MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS<p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/s640/microrreto%20banner.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil0UdtxvdDf49te9FPEnHrHq37sBLfBP-ECj_rzgzoMlgWsZC6RWhIFpybsRH7sh5G-VqY9RsvRT7hCrMr_UUW0s7DEMSaHm7Z8Y1SSlSbOS3bZAfr8SIYpOHRAGsjFh3Z2YSoFpAfBDn0Ont3MB2v4tip8eqo8KM0jqPYuqgoTV9ARID3Qf3oaJ8f/w543-h305/microrreto%20banner.jpg" width="543" /></a></td></tr></tbody></table></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><h3 class="post-title entry-title" style="background-color: white; font-family: Ubuntu, sans-serif; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; font-weight: 500; line-height: normal; margin: 0px; text-align: start;"><span style="font-size: small;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/11/microrreto-antagonistas.html" target="_blank">MICRORRETOS: PERSONAJES ANTAGONISTAS</a></span></h3></td></tr></tbody></table><br />Bueno, el tema me da para muchas variantes, sin necesidad de usar antagonistas famosos, con mis propios personajes; que ninguno es bueno ni malo del todo.<div>Voy a empezar con el micro requerido y dos más de propina. Más adelante, si la imaginación se porta antes de que el tiempo se agote, intentaré subir la apuesta.</div><div><br /></div><div>Saludos y gracias por leerme.</div><div><span><a name='more'></a></span><div><br /><br /><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">El control de carreteras</span><div><span style="font-size: x-large;"><br /></span><div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Las luces intermitentes me delataron su presencia a la entrada del desfiladero. Los controles de carretera aquí no son lo habitual por eso me gusta dar este rodeo para llegar a la capital. Tengo que arriesgarme y pasármelo sin parar, no pueden ver a mi acompañante o atarían cabos.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al aproximarme al agente que me hacía señas con su bastón luminoso de que parara, aminoré la marcha lo suficiente para ver el hueco que tenía de pasar por el arcén. El policía no lo vio venir y, al oír el acelerón, se arrojó al suelo; pensando que, en vez de únicamente pasar, yo quisiera atropellarlo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Sabía fijo que habría otro control a la salida del serpenteante desfiladero, pero tenía curvas de sobra para deshacerme de mi carga y que, difícilmente, alguien pudiera dar con ella doscientos metros allá abajo. Así tras un par de sinuosos kilómetros arrojé al mugriento autoestopista y su raída mochila.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Otro más en mi lista y uno menos ensuciando las carreteras. A esto me dedico en mi tiempo libre. Recojo a los más sucios y harapientos autoestopistas, esos que nadie querría llevar en sus vehículos, y con mi termo de café drogado los adormezco. Luego los dejo a la entrada de la capital y, si no perecen esa noche de frío, tendrán una segunda oportunidad.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El dichoso control de tráfico me hizo improvisar y me tuve que deshacer de este sarnoso. A ver ahora, cuando salga del desfiladero, cuanto me cuesta la broma de la multa.</span></div><div style="font-size: xx-large;"><br /></div><p><span style="font-family: courier;">Hasta 250 palabras más el título</span></p><p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/9moznAuJwX4" width="320" youtube-src-id="9moznAuJwX4"></iframe></div><br /><span><!--more--></span><p></p><p><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Redención</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Lo último que recuerdo son unos difuminados trozos de maceta y olor a tierra, justo después de un fortísimo impacto en mi cabeza. Luego todo se fundió en negro y hasta mis pensamientos, junto con el tiempo, se detuvieron. Ahora, no sé cómo, tengo algo de conciencia pero muy lejana y difusa.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">He llegado a la conclusión de que estoy en coma, entre la vida y la muerte, en una UVI. Es curioso, en esta niebla que separa ambos mundos, puedo ver mi vida y acceder en directo a cualquier momento de la misma. Soy consciente, por primera vez, de todo el daño que he hecho y de como voluntariamente me desvíe; por puro egoísmo y provecho propio.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Noto como la niebla se va espesando y, antes de que se vuelva opaca, voy a intentar deshacer algunas de mis fechorías. Tal vez no lo haga en este mundo, pero si hay un multiverso, en alguno de esos mundos paralelos, pueda redimirme. Al acceder a esos oscuros momentos tomo la decisión correcta y siento que mantengo a raya la negrura que me envuelve.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Me parece tener memoria eidética, lo recuerdo todo y mis malas acciones, pequeñas o grandes, son innumerables. Al menos, haciendo esto, tendré actividad cerebral y no me desconectarán el soporte vital en el hospital de esa línea temporal. </span></p><p><span style="font-family: verdana;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por fin, la mayoría de mis crímenes deben están resarcidos, la niebla es ahora una blanca luz que me envuelve. Oigo un pitido, parece que mi yo comatoso ha muerto.</span></p><span style="font-family: courier;">Hasta 250 palabras más el título</span></div><div><span><br /></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/ZIHnr0WRI0E" width="320" youtube-src-id="ZIHnr0WRI0E"></iframe></div><br /><span><br /></span></div><div><span><!--more--></span><span><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">El repudiado de la oficina</span></span></div><div><span><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></span></div><div><span><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Me fueron dejando de lado y hasta el automático saludo, al cruzarnos, evitan dármelo. Todo, únicamente, porque les caigo mal y no encajo con su prototipo de compañero de trabajo. A pesar de ser tan competente como cualquiera de ellos han conseguido, con el beneplácito del jefe, ir arrinconándome hasta mandarme al sótano para llevar el archivo y la digitalización del mismo.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Es un trabajo en el que nadie, antes que yo mismo, aguantaba más de dos semanas y aquí, como un condenado, ya llevo un año. En mi mente he ido, uno por uno torturando y ejecutando, a cada uno de mis compañeros; empezando por el badanas del director y al pelota de su supervisor. Los demás, cual ganado de oficina, también han pasado por el matadero, no puedo salvar a nadie; únicamente, bajan aquí, a que les encuentre algún papel que ellos son incapaces de localizar entre los registros de su ordenador; y ya hace seis meses que, en la base de datos, dejé todo digitalizado.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;">Hoy, cuando he salido, ha sido mi liberación de esta prisión. Al subir por las escaleras he visto a mis compañeros; apresurados por marcharse, haciendo que trabajaban; después de haber estado todo el día chateando y navegando por Internet. En el sótano también está el servidor y sé como emplean su jornada laboral.</div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mañana, el departamento de recursos humanos, recibirá los registros del último año de cada uno de ellos. Mis excompañeros nunca sabrán que yo, realmente, era un detective empresarial.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="font-family: courier;">Hasta 250 palabras más el título</span></span></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><span style="font-family: "Times New Roman"; text-align: left;"><br /></span></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/g5Bd-Hje3kM" width="320" youtube-src-id="g5Bd-Hje3kM"></iframe></div><br /><span style="font-family: "Times New Roman"; text-align: left;"><br /></span></div><div style="font-family: verdana; text-align: justify;"><span><!--more--></span><span style="font-family: "Times New Roman"; text-align: left;"><br /></span></div><!--more--></span></div></div></div></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com80tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-90354507632669558912022-10-28T15:55:00.006+02:002022-11-09T11:42:29.503+01:00CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD (Fuera de concurso) II<div style="text-align: justify;"><div><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/s800/2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="450" data-original-width="800" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/s320/2.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/10/concurso-de-relatos-xxxiii-ed-el-gran.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD (Fuera de concurso)</a></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: verdana;">Siento dar la paliza de nuevo, pero por aquí estoy para cerrar mi participación fuera de concurso con dos historias más. La primera con dos partes que se complementan, pero también pueden ser independientes. La segunda historia de la misma índole, pero con un epílogo añadido como marca de la casa. </span></div><div><span style="font-family: verdana;">He acompañado a cada relato con un tema musical para dar un respiro al sufrido lector. Saludos y gracias.</span></div><div><span><a name='more'></a></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Fuga en el andén I</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Ella no me gustaba a mí y yo tampoco era santo de su devoción. Cada vez que nos cruzábamos en clase podían saltar chispas, no era odio solo animadversión recíproca. De hecho ni cruzábamos palabra y evitábamos mirarnos, pero éramos tan discretos que nadie se percataba de ello.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Mi vida en casa no era la que me gustaba, había tenido un cambio brusco mi existencia que me hacía sentir siempre molesto o contrariado. Igual eso era lo que veía en los ojos de ella como si fuera un espejo de mi mismo y rechazaba cruzarle la mirada. Ella hacía lo propio conmigo y comprendí que lo único que compartíamos era esa profunda rebeldía.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Un día en nuestro afán de esquivarnos, al cruzarnos entre las mesas del aula, nos tropezamos aparatosamente hasta el punto de caer ambos al suelo. Las risas de los compañeros fueron estruendosas y nosotros, cual árboles caídos, las sentimos como hachazos. En ese embarazoso instante nos cruzamos la mirada por primera vez.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">A partir de ese momento empezamos a observarnos con disimulo y a dejarnos pistas y señas ocultas que respondíamos con otras. Ese tipo de comunicación fue nuestra manera de superar lo a disgusto que nos sentíamos en aquella clase. Seguíamos sin hablarnos, ni mirarnos directamente al coincidir, pero nuestra complicidad cada vez era mayor y solo había que esperar el momento oportuno.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Los siguientes meses fueron muy duros nuestros educadores se molestaron en enseñarnos muchas cosas y no nos quedó otra que aprender y sacar partido a esos nuevos conocimientos para nuestros futuros planes.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Cuando llegó la primavera con su consabido esplendor, color, y todo eso, también el buen tiempo para hacer actividades extraescolares. Y al anunciarnos en clase la próxima visita a la estación de trenes, ella y yo no pudimos evitar mirarnos de reojo, desde la comunicación hasta hacer esa salida programada únicamente contábamos con dos días lectivos y el fin de semana por medio.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Aquel viernes nos dejamos varias notas secretas para empezar a concretar nuestra actuación. El fin de semana lo dedicaríamos cada uno a trazar un plan y el lunes con más cortos escritos los pondríamos en común.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Aquel martes estábamos todos exultantes, los compañeros de clase por la excursión urbana y nosotros dos porque por fin había llegado el día de nuestro ansiado plan. Cuando llegamos a la estación de trenes, poco a poco ella y yo, nos fuimos acercando dentro del grupo; fase uno completada.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Al pasar a los andenes (nuestra estación de provincias solo tiene cuatro), a medida que el grupo avanzado mirando el cercanías allí estacionado, con disimulo nosotros nos fuimos quedando rezagados; fase dos completada.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">El letrero de la vía cuatro parpadeaba y sabíamos que era nuestra señal. Nos subimos al tren, por el último vagón, y nos escondimos cada uno en uno de los dos servicios. A lo lejos oímos gritar nuestros nombres, primero como llamamiento, luego con tono preocupado, pero nuestra respuesta fue el silencio; fase tres completada.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Un traqueteo en aumento fue la confirmación de que nuestro plan se estaba ejecutando a la perfección. Impacientes esperamos que pasara algo de tiempo para salir de nuestro escondite y, como dos pasajeros más, nos fuimos a sentar. Esa fue la primera vez que ella y yo lo hicimos juntos; misión cumplida.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span><!--more--></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Fuga en el andén y II</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Nuestra aventura no duró mucho más. Por la ventana íbamos viendo como nos alejábamos de la estación entre risas de satisfacción, pero en cuanto el andén y el tramo de aproximación quedó atrás nuestro el tren tomó un desvío lateral. Con incredulidad y desasosiego fuimos percibiendo como, poco a poco, se fue reduciendo la marcha, para parar acabar parados ante unas naves industriales.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Sobre aquellas gigantescas estructuras metálicas un enorme rótulo, pintado en su frontal, rezaba muy diáfano: “Talleres y cocheras”. El mismo texto que el intermitente letrero del andén cuatro de la estación. Habíamos llegado a nuestro destino pero sin apenas salir de la ciudad.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">No éramos tontos y sabíamos que significaba tanto cocheras como talleres, pero el andén cuatro es el que va a la capital, a Madrid. Bien en grande lo pone y que allí, por lo tanto, pensamos que estarían sus cocheras y talleres.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Estupefactos, ella y yo, seguimos mirando por la ventana sin dar crédito a nuestra mala fortuna. Ya nos veíamos lejos de casa y de la escuela haciendo la vida que tanto echábamos de menos. Al poco, unos hombres con buzos nos descubrieron y en cosa de minutos, una pareja uniformada nos escoltaba hasta la estación de trenes.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">En el trayecto de vuelta, al menos, los policías fueron amables y chistosos. La que conducía hacía bromas sobre nuestra precocidad en la delincuencia y su compañero, el copiloto, literalmente se descojonaba cuando miraba atrás y nos veía allí sentados; debíamos de parecerles como dos corderitos camino del matadero.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Los cuatro maestros que nos habían llevado a la vista, los cuatro tanto ellas como ellos, estaban esperándonos con los brazos cruzados y caras de querer mantearnos en cuanto pudieran. Por su parte, nuestros compañeros, detrás de ellos, permanecían todos juntos y muy callados.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Al entrar en la sala de espera custodiada por los dos policías al eco de nuestros pasos se le unió el de los vítores y aplausos de las cuatro clases de párvulos que allí nos esperaban para terminar la visita a la estación de trenes. Aquel incidente de dos niños de cinco años, que apenas si sabían leer y escribir, fugados podía ser muy fuerte. Así los adultos implicados decidieron dejarlo en una chiquillada y que no trascendiera más; salvo a nuestros padres, para que recibieramos un castigo ejemplar.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Esta historia me ha venido a la mente ahora, mientras sorbo la sopa de la cena, porque Ella y yo nos hemos vuelto a encontrar. Ya sé qué han pasado más de ochenta años ¡leñe!, pero la acabo de ver dos mesas delante de mí en el comedor del asilo. Eso ha sido una señal y no tardaremos mucho en trazar un plan que nos saque de aquí para escapar, aunque ya sea para ir directamente al más allá.<span><!--more--></span></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/axMSwGRNUzo" width="320" youtube-src-id="axMSwGRNUzo"></iframe></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><span><!--more--></span></span></div><div style="font-family: verdana;"><span style="font-size: x-large;">La última cita I</span></div><div style="font-family: verdana;"><span style="font-size: x-large;"><br /></span></div><div><div style="font-family: verdana;">Las citas no son lo mío, siempre me sucedía algo que las acababa echando a perder. O me ponía más nervioso de lo habitual, o sacaba un tema de conversación inapropiado, o no sabía ni que decir después del saludo, o me pasaba todo el rato evitando cruzar las miradas, o hacía ruidos y gestos involuntarios pero molestos, o a saber que. Está claro que en mi caso nunca había opción para una segunda oportunidad con la misma.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Finalmente, después de una buena temporada de no haber quedado con nadie decidí apuntarme a una web que garantizaba encontrar a alguien afín. A pesar de todos mis fracasos a efectos de ficha mi perfil no era malo, sin ser yo un figurín con solo cuarenta y pocos años, en esos sitios era un buen reclamo. Así fue, cada semana tenía dos y hasta tres encuentros, pero la dinámica era la misma que en mis anteriores citas. Por lo que sin querer fui cogiendo, además, la costumbre de llegar tarde a las mismas; y con mayor retraso según, cuan atractiva, fuera la solicitante.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Yo me consideraba analítico y sabía que en algún momento daría con la cita apropiada, por eso no cejaba en seguir apuntado a ese portal. El caso es que con los quince o veinte minutos que solía llegar tarde (el tiempo que los nervios me hacían dar vueltas a la manzana antes de atreverme a entrar al sitio señalado) ya el asunto no empezaba con buen pie. Y, en cuanto me salían los tics ya mencionados, la cosa no duraba mucho más que para saludar y pagar la cuenta. Hubo más de una vez que, por principios, mis citas se habían marchado antes de mi llegada, lo sé porque yo desde la calle las veía salir del establecimiento escogido tan emperifolladas como disgustadas.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Mi último encuentro sería con una chica (mujer) de buen aspecto y con pose de distraída, como apuntada a la fuerza, igual que yo. Eso me dio buena espina y me preparé a conciencia, esta vez no tenía intención de llegar tarde y jugarme el resto a esa carta. Uno lo planifica todo a la perfección, pero las circunstancias son las que disponen, así que la línea de autobús que me acercaría al lado de la cafetería esa tarde paso dos minutos antes de lo previsto; obligándome a coger otro que me dejaría a unos quince minutos de distancia.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Con la lengua, literalmente como la de un perro de caza, entre en el local con menos de diez minutos de retraso. Miré hacía las mesas y no vi a ninguna mujer, sola o que se le pareciera lo más mínimo a mi cita. Con el sofoco de mi carrera por llegar a la hora me senté en la primera silla libre de una mesita de dos que encontré y pedí me pedí una cerveza bien fresquita.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Disfrutando casi del último y merecido sorbo de mi consumición llegó ella a mi mesa. Sofocada y con el pelo alborotado también parecía haber venido algo apresurada a la cita. En su caso, se le había pasado tocar el timbre antes de la parada y se tuvo que volver desde la siguiente. Yo le conté también mi hazaña con el transporte público y nos reímos aliviados. Fue la primera vez que eso me había pasado en una cita y la conversación siguió con esa misma rutina. Aquella tarde ambos pusimos encima de la mesa nuestras vidas, gustos y deseos, con la mayor naturalidad, conviniendo fijar para el siguiente viernes ir a cenar juntos.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">En la parada del bus nos despedimos tomando cada uno una línea diferente. Para mí aquella cita había sido como un sueño hecho realidad y, al igual que en las películas clásicas al finalizar, todo se fundió en negro. No sé el tiempo que pasó hasta que volví a percibir más sensaciones, pero lo siguiente que presencie me devolvió a la más cruda de las realidades. </div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Aquella fantástica cita había sido solo un sueño. Yo mismo me veía allí acostado en la cama con una mueca de felicidad, pero no estaba dormido sino muerto. Seguramente por causas naturales o porque sin darme cuenta la noche anterior, con los nervios de mi cita, me pasé con la dosis de mis pastillas.</div><span style="font-family: verdana;"><!--more--></span><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;"><span style="font-size: xx-large;">La última cita y II</span></div><div style="font-family: verdana;"><span style="font-size: xx-large;"><br /></span></div><div><div><span style="font-family: verdana;">En mi nuevo estado espectral tardaba en digerir las cosas, pero estaba claro que tiempo tendría de sobra para ello. Como un testigo invisible para el mundo pude ver, como al cabo de unos días o semanas (el tiempo en mi nueva situación sí que es relativo), echaban abajo la puerta de mi casa para encontrarme allí tendido. Debió ser más, por el insoportable olor, que porque alguien me hubiera echado en falta. Yo tenía la opción de seguir como ahí como un observador o continuar mi camino espectral; como más tarde o temprano tendría que acabar haciendo.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="font-family: verdana;">Decidí aprovecharme de mi nuevo estatus para saciar muchas curiosidades que en mi anterior vida nunca habría podido resolver. Lo de meterme en la mente de las personas y leer sus pensamientos como un libro abierto era adictivo, máxime si podía trasladarme en el tiempo y hacerlo en las situaciones que yo escogiera. Ahora que ya no tenía importancia me di una buena sesión de todo lo que pensaban de mí mis citas y me lo pasé como cuando de crío (y no de tan pequeño) veía las películas mudas de Charlot.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Para el final me dejé aquella última cita que pudo ser, pero que por mi apresurada defunción no fue. Localicé a la mujer con la que me iba a reunir y quise ver la escena de cuando llegó y yo, por inexcusable fuerza mayor, no estuve. La seguí desde que bien arreglada, pero sin pasarse, salía de su casa y tomaba el autobús. No pude evitar una sonrisa y hasta muda carcajada cuando, efectivamente, se le pasó la parada y tuvo que volver hacia atrás en el camino casi al trote para llegar al lugar de la cita. Su expresión al llegar y no verme fue más de frustración que enfado, algo que me hizo sentir una completa empatía por ella.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Desde ese momento decidí ser su sombra y evitar como fuera que tuviera más decepciones con sus siguientes citas. Se puede decir que me mude a su casa y para ser un espectro, que no está sujeto a límites físicos ni morales, sorprendentemente me comporté de lo más pudoroso evitando ser testigo de sus intimidades. En lo que sí tomé partido fue en cuanto a sus posibles depredadores del portal de contactos de Internet.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Cada vez que quedaba con alguien yo hacía una investigación del sujeto y los clasificaba. Como oportunistas de pasar un rato, parásitos económicos o vividores, y gente más o menos legal. Del tercer grupo parece que solo había uno y se murió (no lo digo por quedar bien, pero este menda era así).</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Yo me sentía como un ángel guardián con aquella mujer y me complacía, a pesar de que ella no se comiera una rosca, salvaguardarla de esos tipos tan impresentables. Cuando era el Don Juan de turno yo me metía en la cabeza de ella y, aunque se hubiese ya quedado encandilada por la presencia y palique de aquel ligón, la hacía reflexionar acerca de las intenciones de él después de que consiguiera su objetivo. Con esto las tornas se acababan volviendo en contra del conquistador quedando como un vulgar y aprovechado patán al finalizar la cita.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Si el rufián de turno era uno de esos zalameros dispuestos a hacer la comedia para acabar viviendo a costa de mi protegida la medicina era la misma, pero con más dosis a razón de una por encuentro. Finalmente, el pseudo caballero se daba cuenta de que con sus sutilezas y agasajos hacia aquella mujer no sería presa fácil; y únicamente le quedaba recoger la caña, para largarse por donde había venido con el rabo ente las piernas y la cartera vacía. Con estos, mi chica (así la llamaba yo para mis adentros) a partir de la segunda cita empezaba a disfrutar de lo lindo viendo cuantas más aguantaría tan engreído pavo antes de darse por vencido.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">En estos lances, y otros mezcla de los primeros con los segundos, estuvimos varios años. Llegando mi intromisión en sus pensamientos con los suyos propios, en ese transcurso, a formar una simbiosis que a ambos nos satisfacía plenamente. Pero como todo en la vida, la suya porque yo ya estaba en el otro mundo, llega a su fin y casi como un homenaje a mi propio deceso ella falleció con una sonrisa mientras dormía. Mi respeto, por su pudor como por su intimidad, no me permitió conocer que padecía una insuficiencia cardiaca y de que un día, así sin más, podría morirse.<span><!--more--></span></div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;"><span style="font-size: x-large;">Epílogo</span></div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Después de su fundido en negro ella ya estaba aquí donde los dos éramos espectros sin cuerpo. Esta vez no llegué tarde a la cita y en cuanto sentí su presencia estuve a su lado. Para mi sorpresa, mientras ella contemplaba su propio cuerpo inerte, me reconoció y se refirió a mí como el pelma de su conciencia. Yo, si hubiera estado vivo, fijo que me habría puesto más colorado que un tomate maduro.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Le conté el origen de mi presencia por aquella cita en la que ambos llegamos tarde… De como sentí que ella, mi última cita frustrada por mi propia muerte, era la persona ideal que siempre infructuosamente había deseado encontrar. Por eso quise, sin inmiscuirme más de lo debido, avisarla de la gentuza que hace de Internet su coto de caza.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Ella, por su parte, me relató todas esas intimidades que yo evite presenciar (que lógicamente por aquí ahora no pienso repetir) y me agradeció esos pensamientos protectores. Por su dolencia cardiaca se sentía insegura en las citas y habría podido ser víctima fácil para cualquier impresentable o peor, acabando con un aprovechado que le hiciera la vida imposible para que palmara en cuanto pudiera heredar todo.</div><div style="font-family: verdana;"><br /></div><div style="font-family: verdana;">Se puede decir que ambos tuvimos una segunda oportunidad y nuestra primera cita en este otro barrio fue todo un éxito. Aquí igual no podemos tomar un café para empezar a conocernos, pero si hacer planes para toda la eternidad compartiendo, de motu propio, hasta esa profunda soledad que nos hizo apuntarnos a una web de contactos.<span><!--more--></span><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/M3p7Y1zb8eE" width="320" youtube-src-id="M3p7Y1zb8eE"></iframe></div><br /><span><!--more--></span><span><br /></span></div></div></div></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-73048158733661662412022-10-19T09:32:00.002+02:002022-10-31T21:50:34.163+01:00CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD (Fuera de concurso)<div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Bueno, compañeros y lectores, para no marearos con entregas sueltas, aquí van cuatro relatos fuera de concurso que creo cumplen con lo solicitado; aunque sea a mi manera. Y para dar un respiro, a cada historia le he puesto una canción o tema musical.</span></div><div><span style="font-family: verdana;">Saludos y gracias.<br /></span><div><span><a name='more'></a></span><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/s640/2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/s320/2.jpg" width="320" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/10/concurso-de-relatos-xxxiii-ed-el-gran.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD (Fuera de concurso)</a></td></tr></tbody></table><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Su perfume embriagador</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Cuando nos mudamos al piso nuevo descubrí al arma de doble filo que es tener ascensor en la comunidad. Yo soy muy sensible a los olores y según la persona que haya bajado antes, o con la que compartamos cabina, puedo respirar o tener que aguantar el aire hasta salir de ese reducido habitáculo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Durante las primeras semanas me dediqué a conocer a los diferentes vecinos, en especial ellas que son las que más usan perfumes y colonias. A la única que no soportaba era a la señora emperifollada del segundo. Parecía bañarse en dulzarrona colonia de mandarina y me resultaba vomitivo.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La azafata del tercero, en cambio, aparte de ser muy mona y simpática conmigo, exhalaba un aroma siempre fresco y jovial. Yo agradecía esos gestos, pero había dos problemas insalvables que me hizo descartarla. Primero, que era demasiado joven. Y segundo que, por su trabajo, pocas veces coincidíamos; así que fui realista.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">En mi misma planta, puerta con puerta, vivía una señora de mediana edad divorciada. No era tan guapa como la chica del tercero, pero si bastante atractiva. Además, y esto era lo más importante, su suave olor corporal combinaba muy bien con la fragancia de la colonia que utilizaba. Es más, me llegó a resultar embriagadora y me decanté por ella sin ningún género de duda.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por las tardes, en mi habitual paseo antes de la cena, solíamos coincidir en el ascensor. O bien bajábamos juntos, o bien ella subía de hacer sus recados, y nos cruzábamos en el rellano. Mi obsesión por su olor hacía que yo, muy sutil y ladino casi sin contacto, rozara a mi embriagadora vecina al entrar o salir del ascensor. Era algo superior a mis fuerzas erizándoseme el pelo durante ese breve momento.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi intención no era aprovecharme de la buena señora ni mucho menos incomodarla. De ahí que ella, en ninguna de esas ocasiones, me echase ni una mirada de desaprobación por mi comportamiento en el ascensor. Yo, por mi parte, sabía que ese mínimo y puntual contacto era todo lo que conseguiría y lo acepté de buen grado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aquella tarde fue el punto de inflexión en nuestra particular relación. Al salir para mi habitual paseo no coincidimos en el ascensor, pero al entrar en la cabina reconocí la suave y fresca fragancia de ese perfume que traía loco perdido; mi querida vecina hacía no mucho que había subido o bajado en el ascensor.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aunque contrariado por no haber coincidido con ella, yo caminaba, (o más bien trotaba) casi igual de alegre al haber respirado su presencia, intentando mantenerla lo más posible en mi olfato. Ya en el parque, y todavía ensimismado con su olor, no preste atención a las voces de un hombre reprendiendo y hasta humillando a alguien.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Llegando a la altura de la discusión no puede más que sentirme entusiasmado al reconocer el aroma de ella, precisamente llevando el chorreo un tipejo muy trajeado con aires de superioridad. Cuando menos era el exmarido, o un segundo pretendiente con mucho genio, azorando a mi querida vecina en público.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">No me lo pensé dos veces y, después de un seco gruñido de advertencia, me lancé hacia una de las perneras de aquel elegante impresentable. Se la hice trizas al primer tirón, con una segunda embestida le rocé la piel arrancándole algunos pelos de la pantorrilla. El sujeto que no se esperaba mi ataque, literalmente, se meó por la pata abajo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi acompañante, el que me lleva de la correa, tiró de mí y yo me dejé arrastrar pero sin dejar de ladrar al fulano. Fijo que si le marco los dientes, incluso sin hacer sangre en su piel, el tipo se me caga encima. Sin mediar más palabra, con el pantalón roto y mojado por su propia micción, el payaso se marchó como alma que lleva el diablo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A mi compañero y a ella les debió hacer gracia mi actuación porque pasaron de mirarse, con mutua sorpresa, a compartir sonoras sonrisas. Por fin, El Percebe, con quien no me queda otra que convivir, se atrevió a invitar a un café a nuestra vecina de puerta con puerta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">En la terraza de la cafetería mientras ellos hablaban, ahora que yo había roto el hielo, sin ningún disimulo me acurruque a los pies de ella para embriagarme de su irresistible perfume. De vez en cuando, la agradecida mujer, bajaba una mano para acariciarme el lomo; Y, desde ese preciso momento, yo supe que ella sería mi nueva ama.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/1nkphrUKukk" width="320" youtube-src-id="1nkphrUKukk"></iframe></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><!--more--><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Vete con Dios</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La última vez que la vi se fue casi sin una despedida. Aquella mañana tuvimos un pequeño desencuentro porque yo me había puesto a mis cosas, como ella decía a mirar la prensa en la tablet o buscar alguna competición en Euroesport, sin haber recogido como es debido las cosas del desayuno. Ella tenía que ir a mirar sus cosas, los escaparates que la pillan de camino hasta la clínica donde apunta las citas de su media jornada laboral.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Nuestro adiós fue como siempre que había algo de tensión medio en serio y medio en broma. Después de desfogarse, recordándome en estéreo que recogiera las cosas y antes de la hora de comer no ir al súper sin llevarme la lista de la nevera, en la puerta me saludó con la mano. Mi sarcástica respuesta fue vete con Dios a lo que me respondió amagando dar un portazo para cerrar a continuación hacerlo con el mayor cuidado.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo no me entretuve en mis quehaceres, a la una acabaría ella sus cuatro horas de trabajo y tenía que tener todo dispuesto para que comiéramos antes de las dos. Se podía haber jubilado como yo, pero aceptó este trabajo matinal porque la telefonista estaba de baja maternal y cuando regresara ya se pasaría al grupo de los pensionistas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A eso de las dos menos cuarto llamé a mi laboriosa mujer al móvil y para mi sorpresa sonó en la mesita. Con el lío de por la mañana se debió olvidar de meterlo en su bolso. A continuación marqué el número de la clínica esperando que siguiera allí todavía. Me lo cogió uno de los socios y me confirmó que había salido cerca de la una y medía porque quería dejar todas las citas arregladas al no haber telefonista de tarde por la baja de la titular.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Yo eché mis cálculos y supuse que ya estaría al caer. A las tres de la tarde ya no sabía que hacer, era de lo más extraño y nuestra bronca como siempre había sido más complicidad que mala intención. En ese momento solo el telefonillo y había una entrega a mi nombre. Por un momento, mientras subía el repartidor, dejé aparcada mi agónica ansiedad.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Será cabrona, mascullé casi en alto con una sonrisa irónica, al abrir la caja y ver su contenido. Me había comprado un bonsái, pero no de cualquier tipo, sino un alcornoque en miniatura. La carcajada se me quedó en mueca al ver que eran ya las tres y media y ella no llegaba a casa. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Me senté en la cocina, mirando fijamente el reloj esperando que dieran la cuatro para volver a llamar a la clínica si sabían algo. Sin querer, de reojo, veía su silla vacía y notaba como un puño atenazaba mi corazón con cada latido. Al fin, ya era la hora y cogí con prisa el teléfono.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Justo antes de marcar, su tono de llamada me sobresalto, en la pantalla aparecía un número desconocido. Estaba decidido a rechazarlo cuando pensé que igual era ella que había pedido prestado un teléfono para avisarme de lo sucedido. Al descolgar y decir diga esperé ansioso oír su voz.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Me quedé helado cuando el interlocutor se identificó como policía. Mi número se lo había dado un testigo del accidente que era vecino nuestro. Al parecer ella venía con prisa y en mitad del paso de cebra de la esquina se debió desmayar. Un camión de reparto (el mismo que me acaba de entregar el arbolito) no la vio, y menos estando tendida en el suelo, la atropelló involuntariamente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A partir de ahí todos los demás detalles me resultaban ruido que no podía ni quería entender. A escasos cien metros de casa ella se desvaneció para a continuación ser mortalmente atropellada. Han pasado varias semanas, las que le quedaban para arreglar los papeles de su jubilación, y yo solo acierto a ver, entre mis lágrimas, la puerta de la calle y recordar ese: "Vete con Dios".</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi único consuelo ha sido cuidar del alcornoque. Lo he trasplantado a una maceta algo mayor para que comparta tierra y agua con las cenizas de ella.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/P0JYzLUyCcs" width="320" youtube-src-id="P0JYzLUyCcs"></iframe></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span></span></p><!--more--><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Amelie</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Desde que laboralmente me lo puedo permitir cada otoño —mi estación favorita y no solo por ser sinónimo de mi aspecto y edad—, alquilo una cabaña para pasar unos días, o con suerte un par de semanas, antes de que el invierno asome y me pueda quedar allí aislado. Mi vida durante esas vacaciones de aislamiento entre la Naturaleza de montaña, es de lo más sencilla y sin horarios más que los dictados cada amanecer y su respectivo ocaso.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Fue, en mi segundo año de esta aventura, cuando al llegar al pequeño manantial que alimenta el riachuelo paralelo al camino la vi. Estaba justo al borde del regato bajo el chorro de la fuente, repanchigada como si tomara el sol pero completamente inerte. Su piel verde brillante contrastaba con sus grandes ojos negros y algo saltones. Me asusté al verla así y lo primero que me vino a la cabeza es que estuviese muerta.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Al aproximarme noté en su pecho un leve palpitar y me hizo concebir esperanzas que tuviera salvación. Aunque como enfermero soy un desastre (hasta los cactus de plástico se me acaban secando), la recogí y la llevé a la cabaña que tan solo estaba unos metros más adelante. Con sumo cuidado, y hasta con mimo, traté aquel ser para intentar que se recuperara. Me parecía tan hermoso que mi conciencia titubeaba acerca de mis altruistas intenciones.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Después de dejar mis cosas y preparar algo de comer, sin perder ojo a aquella belleza verde, no tuve ni tiempo para salir a ver la puesta de sol entre los picos; algo que me contrarió, y más, siendo mi primera noche allí. Mi paciente estaba, dentro de ese letargo casi mortal, estable con su débil latido; y me senté a su lado, con el ebook, dispuesto a pasar la noche de vigilia. Finalmente, el cansancio de las dos horas largas de caminata hasta la cabaña me paso factura, me dormí entre pesadillas acerca de aquella hermosa criatura, verde, y de grandes negros ojos. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La claridad de la mañana me fue despejando y aunque de momento me resistía a subir los parpados —no habría dormido ni horas en tan larga noche—, una fugaz sombra entre la luz matutina me hizo cambiar de idea al tiempo que me recordé de mi verde invitada. Frotándome los ojos miré al sitio donde se suponía que debía seguir aquella hermosa criatura. Al no verla se me cruzó por la imaginación que todo había sido un sueño y nunca existió. Con una sonrisa, como cuando se te quita un enorme peso de encima, me acabé de estirar girándome hacia la ventana para llenarme de luz.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi rostro se quedó en mueca al verla allí plantada mirando con sus grandes ojos negros, y ligeramente saltones, hacia el infinito a través del cristal. Yo, únicamente, acerté a decir un entrecortado buenos días. Para seguir con un tímido cómo te encuentras. Ella no necesitó volverse para darme la respuesta, en mi cabeza sentí una melodiosa voz que me dio las gracias, por haberla recogido y cuidado, mientras estuvo inconsciente.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">La conversación mental prosiguió con la inclusión de imágenes como fotos y de secuencias, tal cual si fueran, de la película de los hechos. No tardé en comprenderlo y me alegré de haber sido yo, precisamente, quien la encontrara.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"> Bueno, yo por la esbelta silueta interpreté que su género era femenino, pero por lo que trató de explicarme acerca de su especie ellos son de todo —no pedí más detalles acerca de eso—; y que, según su estado de ánimo, predomina una u otra cosa. En cuanto al verde brillante de su piel es como mejor se sienten aunque pueden mimetizarse, como los pulpos o los camaleones, cuando les apetece.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Encontrarse con un o una extraterrestre en plena montaña fue una experiencia única que solo ahora, después de casi un año justo, me atrevo a descubrir. Nuestro encuentro tenía fecha de caducidad y las dos semanas que pasamos allí, en aquella romántica cabaña, no conciernen a nadie más que a nosotros dos así que los detalles; los dejo a la imaginación del lector. El caso es que su misión de reconocimiento llegó a su fin y en la última noche de nuestra estancia una pequeña nave monoplaza, muy similar a una peonza, vino a buscarla para trasladarla a la nave nodriza apostada en el lado oculto de nuestra Luna.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ahora ya no me importa descubrir esto y dejar constancia, el año que viene hacia la primavera, se presentaran oficialmente a las diversas autoridades. Yo, por mi parte, la espero en la cabaña, me prometió volver y Amelie —la puse ese nombre porque en cierto modo me recordaba a la protagonista de dicha película— es de las, o los, que con su palabra cumplen. Esta vez la peonza en la que venga será biplaza y, cuando sea su partida, me llevará para continuar nuestra intergaláctica relación conociendo las estrellas un poco más de cerca.</span></p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/ibrtIq-s9l8" width="320" youtube-src-id="ibrtIq-s9l8"></iframe></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><span><!--more--></span><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: x-large;">Estraños en la noche</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Cuando me trasladé a este bloque en las afueras de la ciudad fue obligado como todos, pero al menos esperaba encontrar algo de paz para mi espíritu. El caso es que no fue así para nada, a mi llegada el vecindario ya estaba casi al completo y tanto ellas como ellos seguían con sus rutinas. Yo intenté hacerme el simpático buscando conversación, pero aunque todos éramos adultos y mayores ellos parecían más viejos y aburridos. Si les sacabas de sus cansinos temas de conversación parecían quedarse en blanco y, salvo el breve saludo de cortesía, no compartíamos más temas en común.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">A ellos les gustaba todo el santo día marear la perdiz con la política y por ende la economía, la cultura o temas más profundos eran tabú y desistí de intentar coloralos en los debates. Ellas, por su parte, seguían con el rollo de los cotilleos aunque en eso a muchos de estos intelectuales de cafetería también les gustaba meter baza. Solo había un par de beatas que, no sé a qué fin, se pasaban todo el día rezando. Yo con cada nuevo vecino intentaba buscar una conversación alternativa, pero no había manera y pronto fui el bicho raro de aquel enjambre. En cuanto a mi sentido del humor para ninguno de ellos tenía ni puta gracia.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Como en todas las historias románticas (o en muchas al menos) hay una chica, en este caso ya bastante talludita que llegó en mis horas más bajas (socialmente hablando) de esa particular comunidad. La mujer tampoco había recalado allí por gusto, pero después de oírla gimotear durante varios días decidí mostrar mi hospitalidad, máxime cuando no la vi muy participativa en las tertulias habituales. Después de todo allí yo era el rebelde y, si no quería quedarme aislado entre tanto chismorreo y salvadores del mundo, lo tenía que intentar.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi trabajo de acercamiento hasta la triste inquilina fue arduo y lento. Por nada del mundo quería que se hiciera una impresión equivocada o me viera como un oportunista; tiempo no me faltaba y ese empeño me ayudaba a superar el silencioso repudio del resto hacia mi persona. Yo, con algún saludo de vez en cuando y cortos comentarios sobre su estado, fui consiguiendo que ella pasará del sí o no a que me juntara algunas palabras más en sus respuestas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Con el pasó el tiempo vi que ella se fue integrando también en las otras charlas del bloque. Resultó ser más inteligente de lo que a primera vista pudiera parecer por su lastimera llegada. Conmigo, se ve que acabé infundiéndola confianza, prefería hablar por las noches como dos extraños que se encuentran y sin recelo pueden compartir hasta sus más ocultos secretos. Se ve que hice bien mi trabajo porque ese nivel de confianza no lo tenía con nadie más.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Así fue como me contó su vida de mujer florero, elegida por ella misma para disfrutar de la vida sin preocupaciones económicas de ninguna clase. La otra cara de la moneda le llegó con el paso de los años al ser florero de segunda mesa o tercera, llegando un momento que hasta la segunda amante de su marido pintaba más que ella. Con el paso, de unos pocos años más, las flores de aquel olvidado florero se pusieron mustias del todo y sin expectativas de mejora alguna.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Finalmente, pudo llegar a un acuerdo el viejo cabrón de su último marido y con el divorcio consiguió una pensión vitalicia, pero tan pequeña como el apartamento a donde se tuvo que trasladar. Una noche, haciendo repaso de su vida, se dio cuenta qué se la había pasado como un maniquí de escaparate hasta acabar abandonado en un sucio almacén o directamente tirado a un vertedero. Así que esa misma noche quiso hacer borrón y cuenta nueva tomándose las seis pastillas para dormir que le quedaban.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aquí cada quince años vencen los alquileres y los inquilinos, si los familiares no disponen otra cosa, acaban en una osera común para los restos. Yo fui precavido y, aparte del seguro de muertos, me compré un nicho en propiedad así que de aquí ya ni Dios me moverá. Mi nueva amiga, como buen florero, también hizo lo mismo cuando liquidó cuentas con su último ex y somos los únicos propietarios de este bloque. Así que, ahora que tenemos confianza y yo diría que hasta buena química, nos vamos a poder pasar toda la eternidad de cháchara sin necesidad de contar con los aburridos convecinos y sus cansinas conversaciones. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"> <i>La más profunda amistad se da entre dos seres que son capaces de compartir sus respectivas soledades. (JM Vanjav)</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/gLbQmzowKpc" width="320" youtube-src-id="gLbQmzowKpc"></iframe></span></div><span style="font-family: verdana;"><br /><span><!--more--></span><i><br /></i></span><p></p></div></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com33tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-6379410495019737752022-10-04T18:40:00.001+02:002022-10-07T09:51:15.369+02:00CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD<p> </p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/s640/2.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="640" height="276" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3H5OU41xUIB7C-27V7nWCJGuucOoJ6bCstoUb-SspSlnYS8ZiwFS_puYiSaRzN0rkPtFY8HqAzzP1ob94l7_I2N27hv_1qkJz0k9XpiSp999UGiKfWYFswLXjAdICvXk18kAEh3OkJbv5xZdc29s-u7mbcF8waf3v1oJetYBlD-uR_tJ-7-6R6zwa/w491-h276/2.jpg" width="491" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/10/concurso-de-relatos-xxxiii-ed-el-gran.html" target="_blank">CONCURSO DE RELATOS XXXIII ED. EL GRAN GATSBY DE FRANCIS SCOTT FITZGERALD</a></td></tr></tbody></table><p></p><div><span face="Ubuntu, sans-serif" style="font-size: small;"><br /></span></div><div><span face="Ubuntu, sans-serif" style="font-size: x-large;"><b>Mi querida Geisha</b></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Cuando vi la reforma del bajo, que hasta entonces había sido una papelería, no tuve curiosidad alguna sobre a que se dedicaría el nuevo negocio. Cada mañana, yendo a trabajar y por la tarde regresando, durante aquel fresco otoño al pasar por delante del local en obras, miraba con desgana la evolución de las mismas.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Justo antes de las Navidades, cual flor de diciembre, un rótulo de gran inauguración, casi llenando el cristal de un generoso escaparate, hizo que me fijara en el nuevo comercio que casi a diario durante las últimas semanas había visto reformar. El misterio quedó resuelto al leer el nombre: </span></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-family: verdana; font-size: large;">Artesanía Oriental</span></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ese mismo viernes cuando volvía de la oficina vi bastante expectación en la tienda de marras y con acierto deduje que era la inauguración. Como vecino del barrio, sin tener otra cosa mejor que hacer, decidí echar un vistazo al local y de paso aceptar la copa de vino español que ofrecían como bienvenida. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">El interior del local era diáfano, salvo por una gran barra en escuadra y dos pequeñas cabinas al fondo que serian probadores de ropa. La artesanía estaba en vitrinas detrás mostrador en ele, así evitarían toqueteos innecesarios de la misma o fatales accidentes. En el lado opuesto, entre grandes percheros repletos de ropa, varias estanterías bien surtidas de complementos conformaban el resto del mobiliario.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Nada me causo mayor impresión, ni las prendas ni los adornos orientales, eran exóticos y vistosos; que después de ser vistos me acababan resultando, únicamente, indiferentes. Pero, todo cambió cuando la vi a Ella. Con su exótica presencia me quedé como hipnotizado, tanto que al dar un sorbo de vino de la copa la mitad del líquido se me escurrió por el cuello de la camisa. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aquella noche no puede pegar ojo tratando de rememorar con todo detalle la imagen de aquella mujer oriental ataviada con su vistoso kimono que solo realzaba, sí cabe más, sus perfectas facciones. Ni yo mismo podía creer que pudiera sentir algo así por ella con solo haberla visto una vez.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Desde aquel flechazo directo al corazón, cada vez que me aproximaba a la tienda de Artesanía Oriental, temía que los latidos que en mi pecho retumbaban como golpes de tambor me delataran. Pero, a pesar de ello, no podía tampoco evitar pararme unos segundos para localizar a mi exótico Amor. A veces estaba dentro, pero en otras ocasiones podía verla en el mismo escaparate.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Mi obsesión llegó a torturarme sin piedad, como decir en casa que me había enamorado de la Geisha de la tienda oriental. ¿Qué posibilidades tendríamos de poder estar juntos sin ser burla o menosprecio de cualquiera que me conociera? No encontraba salida para este Amor del Sol Naciente que en mi mente era todo un ocaso emocional.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Además, el tiempo jugaba en mi contra, porque quien me decía que por mi cobardía no hubiera otro que se me adelantara y se quedara con la Geisha. A ver, yo la amaba, pero otros mucho más ricos que yo si la vieran no tendrían problema en conseguirla al precio que fuera.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Los segundos de placer al contemplarla cada día en mis idas y venidas del trabajo no compensaban el sin vivir del resto del día en que me sentía, unas veces consumido y otras desesperado. Tenía que tomar una rápida decisión o mi lastimosa vida se extinguiría primero.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Ya no soy ningún chaval, pero al llegar la primavera su luz me iluminó. Decidí, casi sin pensarlo, dar el primer paso para así estar en condiciones de proceder con los siguientes. Mi jefe se sorprendió cuando solicité el traslado a la oficina, esa donde siempre había alguien interino al no aguantar nadie ni seis meses, pero que por el gran volumen de ventas había que mantener. La sucursal del norte de Noruega sería mi nuevo destino.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Por su parte, mis compañeros de piso, quedaron encantados con que yo me fuera. Así, a mi sustituto le podrían colar cien euros más de alquiler. Ya solo me quedaba ir a la tienda de Artesanía Oriental y llevarme por las buenas o al coste que fuera, a mi idolatrada Geisha. Como dijo alguien famoso, <i>la suerte estaba echada.</i></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">En el comercio oriental yo ya era un cliente fijo. Ese que entraba casi a diario a comprar cualquier chuchería barata para poder así contemplar, con disimulo, a mi chicha muy de cerca. Esa mañana, nada más levantarse la persiana de la tienda un servidor estaba ya en la puerta como si la vida en ello me fuera y finalmente, sin importarme lo que nadie pudiera decir, Ella fue mía.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;">Aquí, en esta impronunciable ciudad donde el verano es una más que tímida primavera, estamos los dos juntos sin miedo a las críticas ni los prejuicios. Esta gente que vive tan al norte se mimetiza con el clima y no sé cual de ambos será más frío, pero nadie se mete en la vida de nadie. Así en mi casa, con Ella, yo soy feliz.</span></p><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="1898" height="640" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIirmqaBtd3WEbce-GI3cGXKmEEVLyZmorw6d7mDcZvHfQO3yrOpk3g1kqd3OzqbBYBrydhvbawS-96AEl2B05pm9CaAf2M3qopGXdlBrB_fkk1ln9gteJDOzBc8cRAP_S0gCurUlPsGqLyCWbxBp43zFXD4Ty6Hedrsgih9bqrd8BpQY6exBcx-Lt/w302-h640/IMG_20190213_191915.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="302" /></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><b style="text-align: left;"><i><span style="font-family: verdana;">Todavía, en la sociedad actual, hay ciertos amores motivo de burla y escarnio, por muy platónicos que estos sean.</span></i></b></td></tr></tbody></table><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIirmqaBtd3WEbce-GI3cGXKmEEVLyZmorw6d7mDcZvHfQO3yrOpk3g1kqd3OzqbBYBrydhvbawS-96AEl2B05pm9CaAf2M3qopGXdlBrB_fkk1ln9gteJDOzBc8cRAP_S0gCurUlPsGqLyCWbxBp43zFXD4Ty6Hedrsgih9bqrd8BpQY6exBcx-Lt/s4032/IMG_20190213_191915.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: verdana;"></span></a></div><span><a name='more'></a></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><p></p><div style="text-align: right;"><span style="font-family: verdana;">Menos de 900 palabras</span></div><div style="text-align: right;"><br /></div><div style="text-align: right;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen="" class="BLOG_video_class" height="266" src="https://www.youtube.com/embed/ZCLWIq7Cq2M" width="320" youtube-src-id="ZCLWIq7Cq2M"></iframe></div><br /><span><!--more--></span><div style="text-align: left;"><br /></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com92tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-2238633301070089932021-06-30T15:39:00.000+02:002021-06-30T15:39:07.376+02:00CONCURSO DE RELATOS, XXV EDICIÓN: WILT de TOM SHARPE<p> <span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Publicado originalmente en:</span></span></p><p><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/02/03/concurso-de-relatos-xxv-edicion-wilt-de-tom-sharpe/" style="background-color: black;"><span style="color: white;">https://jmvanjav.wordpress.com/2021/02/03/concurso-de-relatos-xxv-edicion-wilt-de-tom-sharpe/</span></a></p><p><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br /></span></span></p><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><img alt="" scale="0" src="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/02/97568-xxv2bedici25c32593n_2bwilt.jpg" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: inherit; height: auto; max-width: 100%;" /></span></span><figcaption style="box-sizing: inherit; font-size: 13px; font-style: italic; margin-bottom: 1.5em; margin-top: 0.5em;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2021/02/concurso-de-relatos-xxv-edicion-wilt-de.html" style="background-color: black; box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="color: white;">CONCURSO DE RELATOS, XXV EDICIÓN: WILT de TOM SHARPE</span></a></figcaption></figure><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Ella y este menda pareja desde antaño</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Jacinta mi mujer, o Cintuca para todos los demás, siempre presumía de no padecer estreñimiento; tema recurrente en este pueblo después de hablar del tiempo. Pero, en cuanto llevara tres días sin vaciar la tripa, ya no había marido, vecino o extraño quien la aguantara. Hasta los mastines de Cosme el mulero, a su paso, escondían el rabo entre las patas gimiendo como cachorrillos; ya habían probado su vara de avellano, por lanzarla un triste gruñido, en mitad del hocico y de propina en el grifo de su aparato urinario. Yo eso se lo arreglé echando sobres de laxante en el azúcar, del que también alardeaba ni probarlo solo una pizca en el café; ¡Si! y otras dos o tres a escondidas, como si esas ya no contaran. Desde esa misma mañana, la cisterna empezó a sonar con la misma regularidad que la del reloj de la plaza a medio día.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Ella, era buena cristiana de cotilleo de velatorio y misa de funeral, pero rencorosa aún más. Que yo tuviera razón en algo era superior a su condición; por ello, hasta que no me lo hiciera pagar con creces, no descansaría en paz ni muriéndose. Tanta regularidad fisiológica la debió poner, en sobre aviso de mi acertada argucia. El perdón es divino; pero aquí en La Tierra, quien se la hace, se la paga. ¡Qué, buena es ella, para perdonar! y menos olvidar semejante burla intestinal, aunque a su atascado vientre la viniera divinamente.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">El día que me pilló tomando un chupito, de la botella que yo bien escondía envuelta entre los manteles de la alacena, en vez de la bronca habitual, fue como mi cómplice; y se calló igual la sota de bastos antes de comerse al rey de copas. Yo pensé que había tapado a tiempo el vasito con la palma de la mano y no me había llegado a ver; error de viejo, corto de vista y torpe. Ahora que ella, ya sabía donde este menda escondía la bebida, le faltó tiempo para echarle a mi querido licor de hierbas de cincuenta grados, el polvillo de alguno de sus tranquilizantes. Total solo para controlar cuantas visitas al día yo le hacía a la alacena, por los bostezos que su pócima me hacían dar; diciéndome además, con mucha sorna, que me tomara para mejor descansar una tila antes de acostar.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Tuvimos una temporada bastante tranquila, mientras ella defecaba regularmente, siguiéndole por ese mismo desagüe su mala leche. Yo, con una cabezadita por la mañana y otra después de comer, no la molestaba en sus quehaceres domésticos compaginados con un fiel seguimiento de los cotilleos televisivos. Pero como todo se termina así nos ocurrió a nosotros, el azúcar primero y mi botella justo a continuación. Ambos repusimos existencias, pero esta vez sin adulterar, por mutuo descuido u olvido, con lo que volvimos a las andadas de la bronca diaria.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Nos dimos cuenta, a la vejez viruelas, de que discutiendo estábamos mucho mejor; sobre todo si empezábamos desde bien temprano como en el desayuno. Por la mañana ni nos hablábamos, a la hora de comer tampoco nos mirábamos, y en la siesta ni nos rozábamos. Lo mejor venía en la sobremesa de la cena, soltábamos todas las tensiones con un sexo salvaje y despiadado que buenamente podía durar hasta la segunda vez que nos levantábamos de la cama para ir a orinar. ¡Qué insultos! Vaya vejaciones verbales nos decíamos, mientras nuestros pies enlazados iban entrando en calor, no había obscenidad que de nuestra boca no saliera disparada como posta lobera. Al principio, mi repertorio de barbaridades, a ella la terminaba abrumando, y refunfuñando se acababa durmiendo. Después, su viperina lengua empezó a soltarse, y no se dejó animal del pueblo, con nombre y propietario, con el que yo no hubiera tenido las más íntimas y asquerosas relaciones. Ahora, soy yo el que finge roncar, como última y desesperada defensa.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">En este último otoño noté a Jacinta rara, dejó de mirar los cotilleos televisivos y me dijo que se encontraba mal, que cualquier día me quedaría solo. Fue dicho y hecho, para superar el vacío que ella me había producido, empecé a ir al bar cada tarde. No me sirvió de mucho, nunca fui yo de echar la partida en la taberna. Y así es como, después de mi siesta, acabé yendo al cementerio para volver a estar con ella. Allí estaban todas las comadres, no faltaba ninguna, en una mesa del chiringuito, mitad cafetería y mitad floristería, de la entrada del camposanto; destripando por igual a vivos y muertos. Yo me uní a esa tertulia, tan enterada de la actualidad vecinal, a tomar mi cafetito acompañado de una espiritosa copita. Por supuesto, sentado al lado de mi Jacinta y poder rozarnos con el codo o la rodilla de vez en cuando, para empoderar algún chisme de ese frívolo noticiario local.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">La vida en pareja es así de simple, ser nosotros mismos. Y decirnos una bestialidad es la mejor prueba de CCC, confianza, compenetración, y complicidad. Si de jóvenes, verdes y bobos, nos pudimos soportar; ahora, siendo dos viejos cascarrabias que no se muerden la lengua, seguimos durmiendo abrazados, importándonos una mierda todo lo demás. De hecho, si nos visita algún vecino pelma o un pariente sin prisa, cuando nos cansamos de su presencia, empezamos una de nuestras sonoras broncas domésticas para que salga espantado; y con suerte, no vuelva más.</span></span></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-39743017423761602712021-06-30T15:18:00.001+02:002021-06-30T15:18:12.588+02:00MICRORRETO: ¡A CIEGAS!<p> <span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Publicado originalmente en:</span></span></p><p><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="background-color: black;"><span style="color: white;">https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/</span></a></p><p><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br /></span></span></p><div class="wp-block-image" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em;"><figure class="aligncenter size-large" style="box-sizing: inherit; clear: both; display: table; margin: 0px auto;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><img alt="" scale="0" src="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/589f9-microrretosa2bciegas2.jpg" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: inherit; height: auto; max-width: 100%;" /></span></span><figcaption style="box-sizing: inherit; caption-side: bottom; display: table-caption; font-size: 13px; font-style: italic; margin-bottom: 1.5em; margin-top: 0.5em;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2021/01/microrretos-ciegas.html" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">MICRORRETO: ¡A CIEGAS!</span></span></a></figcaption></figure></div><p class="has-large-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 2.25em; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky Agentes Secretos</span></span></p><p class="has-text-align-justify has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">El cine siempre me ha gustado, en especial las películas trepidantes y de acción. Las ruedas chirriantes y los rugidos de los motores en las persecuciones, los tiroteos interminables, las explosiones, pero sobre todo los impactos de los golpes en las peleas.</span></span></p><p class="has-text-align-justify has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Igual, por eso mismo, tengo metido en la cabeza que yo podría ser un agente secreto muy cualificado. Reúno varios requisitos que no todo el mundo posee. Tengo un oído privilegiado, lo mismo detecto el más leve sonido que puedo, entre un montón de ruidos, filtrar una determinada conversación. En cuanto al tacto soy capaz de abrir cualquier cerradura, y seguramente hasta una caja fuerte, con la sensibilidad de mis yemas. Mi olfato no se queda atrás, antes de beber identifico el contenido, incluso si le han añadido algo para gastarme una broma. Paseando con mi perro Dicky puedo seguir a alguien sin llamar la atención; sentándome, incluso a su lado, en el parque. No tengo tampoco problemas de orientación, soy un GPS andante en cualquier situación, sin planos o brújula alguna. No tengo miedo a las alturas, ni por supuesto a la oscuridad, pudiendo cumplir misiones en cualquiera de esas condiciones. En definitiva, doble cero o no, yo sería un agente secreto cojonudo.</span></span></p><p class="has-text-align-justify has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" /><em style="box-sizing: inherit;">De hecho, en el instituto practico, Dicky como buen perro lazarillo es mis ojos y me avisa para no ser pillado.</em><br style="box-sizing: inherit;" /><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;">Puede que no tenga muy claro que es eso de la luz ni los colores, pero mi imaginación es como la de cualquiera.</em></span></span></span></p><div><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><a name='more'></a></span></span><em style="box-sizing: inherit;"><h1 class="entry-title" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: Merriweather, serif; font-size: 33.8px; font-style: normal; line-height: 1.4; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/16/dicky-ricky-el-caso-de-la-carta-y-el-buzon-forzado/" style="background-color: black;" target="_blank"><span style="color: white;">Dicky & Ricky “El caso de la carta y el buzón forzado”</span></a></h1><div><p class="has-normal-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky agentes secretos</span></a></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.</span></em></p><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">El caso de la carta y el buzón forzado</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Uno de nuestros primeros casos se remonta a hace algo más un año, justo cuando me entregaron a Dicky, mi joven Golden Retriever, recién licenciado de su entrenamiento. Salíamos todas las tardes a dar un largo paseo para conocernos y adaptarnos el uno al otro. Una de esas tardes noches de octubre llegamos al portal cuando, mi nuevo compañero y amigo, me hizo un sutil gesto como que alguien más estaba allí. Mientras pulsaba el botón de llamada del ascensor agudice mis sentidos, percibí un leve temblor como de alguien que no quiere ser descubierto y el inconfundible <em style="box-sizing: inherit;">Eau de Rochas </em>de mi vecina del segundo Doña Carmina. Tengo buena relación con mis vecinos y si ella no quiso delatarme su presencia yo tampoco la pondría en evidencia.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Al día siguiente, cuando bajábamos a nuestro paseo, en el portal había un corrillo de propietarios. Al menos distinguí cuatro voces diferentes y no menos de seis olores. La discusión era porque uno de los buzones había sido forzado y pensaban que algún intruso había entrado a robar en el portal. Lo curioso es que la cerradura reventada correspondía a una vivienda ocupada solo en verano por los hijos del antiguo propietario. Para más misterio los allí presentes comentaban que, la propaganda y cartas de recibos seguían dentro, no esparcidas por el suelo como sería lo habitual; algo que Don Maxi remarcaba insistentemente, intentando convertir lo de intento de robo en una broma o gamberrada sin más.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Saludé a los presentes como si conmigo no fuera la cosa y durante el paseo con Dicky fui atando cabos. Solo me faltaba, a nuestro regreso, comprobar si mi teoría era acertada. Reconozco que estaba un poco nervioso, pero más por la excitación del caso que por el miedo al fracaso. Al entrar al portal Dicky me dejo claro que no había moros en la costa y nos dirigimos a los buzones, allí hicimos otra comprobación para no ser descubiertos, ningún ruido ni olor humano, estábamos solo Dicky y yo.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Acerque mi nariz al buzón descerrajado y a continuación al de justo al lado, precisamente el de Don Maxi, había todavía restos en ambos del mismo aroma perfumado. ¡Ay, pobre Doña Carmina! apostaría a que tan coqueta ella bajo sin las gafas y se confundió de buzón al meter la carta, seguramente de sus Amores secretos, en la rendija equivocada. Don Maxi notificado del percance por su cómplice, iría más tarde con nocturnidad y alevosía a forzar la cerradura, pudiendo recuperar así tan esquiva y traviesa correspondencia. De ahí que al día siguiente, quisiera con tanta insistencia, quitar gravedad al asunto y dejarlo como una mera gamberrada.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Bueno, no tiene nada de malo que dos septuagenarios viudos quisieran compartir su soledad y lo fueran negociando usando el método tradicional de su juventud, el de las cartas manuscritas. Mucho más personal y romántico que los mensajitos tan de moda hoy en día. El caso es que el tiempo me dio la razón; al poco, más o menos cuando ya se había olvidado lo del buzón reventado, salieron los dos vejetes del ascensor. De la mano, sacando a la luz que compartían una muy afectiva relación. Por supuesto, desde esas navidades, ya se comieron juntos el turrón.</span></span></p><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><!--more--></span></span><h1 class="entry-title" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: Merriweather, serif; font-size: 33.8px; font-style: normal; line-height: 1.4; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/17/dicky-ricky-el-caso-del-unicornio-desaparecido/" style="background-color: black;" target="_blank"><span style="color: white;">Dicky & Ricky “El caso del unicornio desaparecido”</span></a></h1><p class="has-normal-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky agentes secretos</span></span></a></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.</span></em></p><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">El caso del unicornio desaparecido</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Este caso es muy reciente, del final de las fiestas de Navidad en la misma semana de Reyes. Yo no soy un desecho de simpatía y aunque por mis gafas negras me han dicho que parezco interesante también que puedo dar bastante de miedo, por mi forma tan segura de actuar o de hablar, impropia de mi situación. Con eso suelo bromear cuando me presentan a alguna chica. Hasta que no las noto inquietas y hasta temerosas, por estar con un tipo tan raro como yo, no les digo que soy invidente; salvo con una, que de los nervios me plantó un buen bofetón, con el resto la cosa acabó entre sonoras risas.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Desde que voy con Dicky la cosa cambio. Se ve que infundimos confianza, son muchos los niños que se nos acercan para acariciar al perro del chico de las gafas negras. Martina es una niña de seis o siete años, que vive en el portal de al lado, cuando coincidimos a mí me saluda educadamente, pero con Dicky se deshace y nos tenemos que parar un par de minutos para que pueda saciar su efusividad. En Navidad me enseñó el Unicornio que Santa Claus la regalo, lo palpé con cuidado como si estuviera vivo, y aunque parecía de papel la niña todo convencida me dijo que ya nunca no se separaría de él como hacía yo con Dicky.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">El viernes del fin de semana anterior a Reyes, al pasar por el portal de Marina después de nuestro habitual paseo de la tarde, me saludo el padre de la niña. Estaba cargando cosas en el coche para pasar el fin de semana en la casa del pueblo y me pidió que esperara un minuto. En menos que eso ya oí a la pequeña correr por el portal para saludarnos, en especial a Dicky. Estaba muy contenta porque vería a sus primos y jugarían con el cachorro que les habían regalado y por eso mismo no se llevaría el unicornio. Martina antes de subirse al coche, después de habérselo insistido la madre más de cuatro veces, al oído como un secreto me dijo que su unicornio vigilaría la casa y a su hermano, que dijo que no podía ir porque tenía que acabar un trabajo para llevar a la universidad.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Ese mismo domingo al bajar la basura a los contenedores de reciclado, los distingo sin problema por la forma de su boca, no echo las botellas en el del plástico ni nada parecido, no como otros que parecen ser más ciegos que yo. Al ir a meter unos cartones en el recipiente para el papel noté que algo obstruía su boca y además con un fuerte olor a vodka. Después de unos segundos, pensado en que asquerosidad podría encontrarme allí, pasé a la acción y recorrí con las manos la entrada del contenedor. El tacto, a pesar del tufo alcohólico me resultó conocido, así que saqué mi móvil e hice una foto. Cuando el clic me confirmo la captura de la imagen le dije a mi smartphone que abriera la última entrada de la galería y que identificara lo que era.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">El lunes me hice el encontradizo, sé perfectamente los horarios de mis vecinos y la hora en que Martina con su madre suele ir al supermercado. La verdad es que tuve que dar tres vueltas a la manzana, no soy un reloj suizo, para encontrarme con una desconsolada niña que sollozando nos saludó. La madre me dijo que el disgusto era porque cuando regresaron el dichoso unicornio había desaparecido, como si nunca hubiera existido, y el hermano juraba y perjuraba que no lo había visto, bastante tuvo con poder acabar el trabajo de la Uni.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Al despedirnos ya solo me restaba atar un cabo para resolver el misterio del unicornio desaparecido. Con Jaime, el hermano de la niña, no suelo coincidir, pero es amigo de uno de mi escalera; y yo, me llevo bien con mis vecinos. Michel como un clavo a las dos y diez entraba por el portal, recién había acabado la carrera y estaba de pasante en una firma de abogados. En el ascensor, como quien está al cabo de todo, le pregunté por la fiesta del fin de semana pasado. Le escuché una reprimida carcajada de complicidad al tiempo que me daba una palmadita en el hombro. Solo tuvo tiempo de decirme, que solo eran dos parejas, pero que estaban completamente desmadrados, en el breve trayecto hasta el tercer piso.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">El día de Reyes quise cerrar el caso y a la hora del paseo matinal, toqué un timbre del portal de al lado. Pregunté por Jaime y le pedí que bajara un momento para entregarle una cosa. Algo reticente finalmente accedió a bajar. Ya en el portal insistió en parecer extrañado por mi petición, pero su respiración alterada no consiguió confundirme a pesar de su tono de sorpresa. En cuanto le entregué la bolsa, por donde asomaba un gracioso cuerno, se vino abajo su actuación. Como Michel me contó, la cosa se desmadró aprovechando que no estaban sus padres, y sin saber como (o no me lo quiso decir) se empapó el unicornio de su hermana con vodka. Claro, con ese olor, al regresar sus padres se enterarían de la fiesta allí montada. Así que a la mañana siguiente, con una resaca monumental, solo se le ocurrió recogerlo todo y hacer desaparecer las pruebas.</span></span></p><figure class="wp-block-image size-large" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><img alt="" class="wp-image-7377" data-attachment-id="7377" data-comments-opened="1" data-image-description="" data-image-meta="{"aperture":"1.78","credit":"","camera":"IN2023","caption":"","created_timestamp":"1610539278","copyright":"","focal_length":"6.59","iso":"100","shutter_speed":"0.0089285714285714","title":"","orientation":"0"}" data-image-title="img_20210113_120120" data-large-file="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=525" data-medium-file="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=225" data-orig-file="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg" data-orig-size="3000,4000" data-permalink="https://jmvanjav.wordpress.com/img_20210113_120120/" sizes="(max-width: 767px) 89vw, (max-width: 1000px) 54vw, (max-width: 1071px) 543px, 580px" src="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=768" srcset="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=768 768w, https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=1536 1536w, https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=113 113w, https://jmvanjav.files.wordpress.com/2021/01/img_20210113_120120.jpg?w=225 225w" style="border-radius: inherit; border-style: none; box-sizing: inherit; height: auto; max-width: 100%;" /></span></span></figure><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Aunque me costó lo mío quitarle la peste de borracho al unicornio de Martina, con unos días ventilando al sereno y perfumándolo, conseguí que la niña recobrara a su amigo de papel. Por otra parte, yo no soy un chivato y, cierta desmadrada fiesta, seguirá siendo un secreto para los cuatro participantes de la misma, Dicky y este menda. Estoy seguro de que, si algún día necesitara un favor del hermano de mi vecinita, él sabrá agradecer nuestra detectivesca discreción.</span></em></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><span></span></span></span></p><!--more--><span style="color: white;"><em style="box-sizing: inherit;"></em></span><p></p><h1 class="entry-title" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: Merriweather, serif; font-size: 33.8px; font-style: normal; line-height: 1.4; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/18/dicky-ricky-el-caso-del-pendiente-de-brillantes/" style="background-color: black;" target="_blank"><span style="color: white;">Dicky & Ricky “El caso del pendiente de brillantes”</span></a></h1></div><div><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky agentes secretos</span></span></a></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.</span></em></p><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">El caso del pendiente de brillantes</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">He vivido con mi hermana toda la vida. Normal, ella es mayor que yo aunque no voy a decir exactamente los años que me saca; como buen agente secreto o detective la discreción es fundamental máxime siendo alguien de la familia. El caso es que Lina, Carolina para sus amigas y solo Carol para sus novios, ha sido mi entrenadora personal desde que tengo recuerdos. Jugáramos a lo que fuera, yo me llevaba los trompazos, y ella ganaba. Al principio yo tenía mal perder, pero después del rato de frustración la volvía a buscar para un nuevo juego. Con el tiempo e innumerables tropiezos, golpes y hasta alguna escayola, empece a empatar y hasta a ganar. Por ejemplo, a la gallinita ciega (que nombre más apropiado para un juego), jugábamos si venían sus amigas a casa; hasta que se dieron cuenta de que, sin tocarlas, ya las conocía por el olor.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Así mi infancia de juegos con Lina fue un puro aprendizaje, para valerme con más soltura de la que se le podía presuponer a un invidente. Mi licenciatura de ese particular campamento coincidió con la edad en que Ella empezó a tontear con los chicos. Yo me hacía el despistado cuando hablaba con ellos por teléfono, pero me enteraba de todo; y, aunque guardaba el secreto de sus citas a nuestros padres, si la advertía de las intenciones de sus ligues. Lina se pensaba que lo hacía por fastidiarla y pasaba de mí, pero cuando se llevó un par de chascos empezó a ver en mí un buen aliado para evitarse más desengaños. Era divertido como a gallitos tan creídos de sí mismos, en cuanto yo le hacía a mi hermana la seña convenida, los mandaba a paseo sin contemplaciones; Ricky era su polígrafo personal, por supuesto con la máxima discreción, y ahora ya con Dicky completamente infalibles.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Esto me recuerda la ocasión que yo la di el visto bueno a una cita con un tipo tímido de voz algo temblorosa, pero sincero en cuanto a sus intenciones. Ese fin de semana estábamos los dos solos, y yo con catorce años, ya podía valerme sin mi hermana de carabina para cuidarme. Lina, después de una buena temporada saliendo solo con sus amigas, había vuelto a quedar y estaba bastante nerviosilla por ello. Todo iba bien hasta que al arreglarse se dio cuenta de que la faltaba un pendiente. Desde que nuestra madre la regalo los pendientes de brillantes de la abuela no se los quitaba nunca, debían ser algo digno de verse, a mí solo me parecían una cosita bastante menudita como con unos trocitos aún más pequeños de cristal.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Salió del baño fuera de sí y puso su habitación patas arriba tratando de encontrarlo. Debió estar así como una hora sin ningún éxito para acabar sentándose en el sofá abatida y sin la menor gana de salir. Yo lo notaba, como si la viera, por su angustiada forma de respirar. Me senté y le pasé la mano por el cuello, como ella misma me enseño cuando era yo el afligido. Tenía el pelo húmedo e instintivamente le dije que si había mirado bien en el baño. Su llanto contenido vio una pequeña luz de esperanza y rápidamente fue al servicio. A los diez minutos, no mucho más, regreso si cabe más cabizbaja. Me puso mi mano sobre su palma, note algo metálico y minúsculo, había encontrado la tuerca del pendiente. Daba por hecho que al secarse el pelo la joya se hubiera ido por el desagüe y con suerte estuviera en el sifón, o para siempre perdido.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Sin mediar palabra decidí hacer mi propio examen del cuarto de baño y si fuera necesario hasta desmontar ese dichoso sifón. Me repartí el aseo por zonas, lavabo, plato de ducha, taza del váter, armario de toallas, cesto de la ropa y lavadora, para ser de lo más exhaustivo en mi búsqueda. A medida que acababa cada una de las secciones mencionadas, rápidamente me lavaba las manos y me las secaba exhaustivamente, para aumentar mi tacto y eliminar cualquier textura u olor; en un baño, a ciegas, no se sabe muy bien que puedes acabar tocando. Cuando vacié la lavadora encontré la toalla mediana con la que Lina se había secado el pelo, estaba bastante húmeda y olía a champú. La palpé con mucho cuidado pensando que se podía haber enganchado en ella el dichoso pendiente.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Pues no, no estaba allí trabado, lo único que note, en uno de sus extremos, fueron unos hilos algo más sueltos que el resto. Al momento se me iluminó la imaginación y con muchísimo cuidado, acabé de vaciar el tambor de la lavadora. Durante dos minutos fui palpando centímetro a centímetro esa pieza redonda y metálica llena de agujeros. Justamente, detrás de la goma del gran ojo de la lavadora, reconocí unos particulares cristalitos en mis yemas. Me puse el pendiente de la abuela en la mano derecha y la cerré con cierta fuerza, no fuera a ser que ahora yo lo perdiera nuevamente.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Como buen detective, en aquella época todavía en prácticas, quise mantener el suspense hasta la última escena. Me senté al lado de mi hermana y ella me abrazó como reconociendo mi intento por ayudarla. Yo también le pasé mi mano izquierda por el cuello, como la vez anterior, solo que ahora la separé para arrearle una colleja. En esta ocasión no se inmutó pensando que era un justo reproche por su descuido. A continuación, esa misma mano suelta fue andando como una araña por su brazo hasta pararse en sus dedos; ahora ya sabía donde poner mi otra mano con su brillante sorpresa.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Lina no acertó a decir palabra alguna, pero por su suspiro de alivio no hizo falta. Recogió el baño, a saber como yo lo habría dejado con mi meticulosa búsqueda, y acabó de arreglarse para su cita con mister voz temblorosa. Ya en la puerta y después del sermón de hermana haciendo de madre; que fuera bueno, que si me pasaba algo la llamara por el móvil, y todo eso; me cogió las manos para que yo volviera a tocar los sentimentales cristalitos de los lóbulos sus orejas. <span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;">A continuación, la cabrona de ella, me planto un sonoro beso en los labios; de sobra ya sabía las arcadas que me daba el sabor del carmín.</span></span></em></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;"><span></span></span></em></p><!--more--><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"></span></span></em><p></p><h1 class="entry-title" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: Merriweather, serif; font-size: 33.8px; font-style: normal; line-height: 1.4; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/22/dicky-ricky-mision-perro-lazarillo/" style="background-color: black;" target="_blank"><span style="color: white;">Dicky & Ricky “Misión perro lazarillo”</span></a></h1></div><div><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky agentes secretos</span></span></a></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.</span></em></p><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Misión perro lazarillo</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Desde bien pequeño, yo creo que desde que toque por primera vez un cachorro, quise tener un perro. Cada año por mi cumpleaños o en navidades lo pedía como mi regalo favorito. Siempre mis padres me daban largas para el siguiente año, y con ese engaño comencé antes la escuela. Allí nos dijeron que para nosotros había unos perros especiales que nos podían ayudar para poder valernos solos todo el día sin personas adultas con nosotros, pero que su adiestramiento era muy largo y no todos lo llegaban a terminar. Con las cosas así, nosotros también tendríamos que estar bien preparados, algo que hasta los quince o dieciséis años no seria.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Por cuanto a lo del perro, en mi casa hubo unos años con sus correspondientes cursos académicos, de tranquilidad. Mis notas escolares no fueron precisamente buenas el año que cumpliría los quince, contrastando con la habilidad y sensibilidad de mis sentidos que sí eran de notable alto. Esto último me abría la puerta para ir a un instituto normal el siguiente curso necesitando solo un tutor de apoyo. Todo ello implicaba que para mi pleno desenvolvimiento me acompañara un perro guía. Esta posibilidad de ir a un centro de videntes volvió a poner en la mesa el tema de mi mascota canina, algo de lo que ya me encargue sacando el tema viniera o no a cuento.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Finalmente, seguramente, motivado para la expectativa peluda aprobé el curso sin mayor problema. Ahora venía la delicada fase de convencer a mis padres para ir en septiembre a un instituto no especial. Visto mi repunte en las notas, finalmente me dijeron que se lo pensarían durante el verano. Por su tono de voz, supe al momento que ya lo tenían más que pensado, y se esperarían a mi cumpleaños en julio para darme la sorpresa. Mi hermana, a todo esto no abría la boca sobre el asunto canino, para que yo no la pillara y se delatara a mis expertos oídos.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Y así fue, mi regalo de cumple, estaba en una caja de cartón de un tamaño mayor que el habitual. Nada más levantar las tapas un hocico húmedo rozo mis manos. Ese fue mi primer contacto con Dicky y cada vez que me vuelve a rozar me resulta un eco de ese recuerdo tan especial. En cuanto salió de la caja me apresuré a grabar su aspecto, su tacto y su olor en mi mente; mediano, pelo corto y suave, respiración suave, tranquilo pero amigable. Nada que ver con esos inquietos cachorros que ladran saltan y corren, que lo mismo vienen o se van sin saber como poder echarles mano.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Desde ese momento, tal vez por ser yo Ricky, le puse Dicky de nombre. Mis padres y Lina no pudieron evitar una sonrisilla, pero yo me lo tomé como que les había hecho gracia el que nuestros nombres rimaran. Así quedó el tema y desde ese mismo día empecé con mi perro lazarillo a salir a la calle para ir a acostumbrarnos el uno al otro. Los dos primeros días me acompañó mi hermana, para que mis padres no se pusieran de los nervios, pera al tercero ya conseguí que fuéramos los dos solo sin carabina.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Dicky con el arnés me obedecía, fiel y disciplinado como un bastón mágico, a mis gestos. En cambio, cuando lo llamaba por el nombre, parecía mostrarse completamente indiferente. Tal vez tenía que acostumbrarse a oír su nombre y sería solo cuestión de tiempo. Todos los días, después de recorrer el parque, me sentaba en un banco e intentaba enseñarle órdenes básicas; él siempre me obedecía si primero no decía Dicky. A veces sentía a la gente pasar por al lado y notaba como si se taparan la boca para ocultar sus risas, yo pensaba que era por mi torpeza como adiestrador, pero seguramente con algo tiempo y bastante más paciencia lo conseguiría.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">No tuve que esperar mucho, en el tercer día que bajamos solos a la calle mientras yo insistía por enésima vez con mis fallidos entrenamientos verbales, se me acercó una niña y me preguntó por qué le había puesto nombre chico a mi perrita. El calor que de repente me vino a la cabeza, como si esta súbitamente me ardiera, me hizo sentir más vergüenza que aquella vez cuando en el centro comercial me equivoqué de servicio; entrando en el de mujeres y todo decidido, si no es por los gritos de las presentes, casi utilizo su lavabo como urinario.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Aún con ese sofoco noté la presencia de un buen corrillo de gente detrás de esa atrevida niña que no tendría ni diez años. Para ganar tiempo le contesté que hay tanto hombres como mujeres que se llaman Fran, pero no coló y me replico que en la chapa que llevaba la perra seguramente vendría su nombre. Vaya, casi una semana paseando con mi perro lazarillo y ni me molesté en leer lo que ponía su placa, seguramente en braille, ahora sí que me sentía realmente sofocado.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;">Daina</em></span>, eso decía la chapa de mi perro. La niña soltó un ajá de satisfacción y el animal no se quedó atrás, puso sus patas delanteras a modo de saludo encima de mis rodillas; a los siete u ocho espectadores de mi ridículo solo les faltó aplaudir para rematar la escena. Yo quería perro un lazarillo, pero nunca indique de que género, esa era la realidad. Así que culpa mía y tuvo que ser Cira con solo nueve años, desde ese día amiga nuestra de pleno derecho, quien me hiciera ver la luz acerca de Dicky.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Al llegar a casa, en vez de echar la bronca a mi familia por ocultarme el nombre real y el sexo de mi perro, ideé un plan para seguir con el engaño hasta que ellos acabaran confesándomelo. En el parque a<span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;"> Daina</em></span> le daba las instrucciones vocalizando su nombre en bajito y a continuación diciendo Dicky fuerte y claro. La cuestión es que la pobre perra, por aburrimiento o más bien pena hacía a mí, consintió finalmente en obedecer con los dos nombres como si el suyo fuera el de pila y <em style="box-sizing: inherit;">Dicky</em> el apellido.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Casi un mes tardaron mis padres en decirme que mi lazarillo era en realidad perra. Seguramente, cuando a su juicio pensaron que ya estábamos suficientemente encariñados, y no me enfadaría por ello. Yo, después de hacer una magistral interpretación, la de un pobre muchacho invidente cruelmente engañado por sus propios padres y su querida hermana, cambie el registro hacía la ironía y les dije:</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">“Así que… (pausa dramática) al igual que en la película <a href="https://www.imdb.com/title/tt0084865/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;">¿Victor o Victoria?</a>, <span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;">Dicky</em></span> es <span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;">Daina</em></span>“. Después de mi falso berrinche, el tenso silencio resultante no se premió con una sonora ovación hacia mi actuación, solamente con una tímida risa contagiosa y por unas ya muy familiares patas apoyadas sobre mis rodillas.</span></span></p><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><!--more--></span></span><h1 class="entry-title" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: Merriweather, serif; font-size: 33.8px; font-style: normal; line-height: 1.4; margin: 0px 0px 0.25em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/23/dicky-ricky-mision-de-rescate-en-los-columpios/" style="background-color: black;" target="_blank"><span style="color: white;">Dicky & Ricky “Misión de rescate en los columpios”</span></a></h1></div><div><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2021/01/15/microrreto-a-ciegas/" style="box-shadow: currentcolor 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 0.13s ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 0.13s ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Dicky & Ricky agentes secretos</span></span></a></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Para los videntes la observación se basa casi por completo en lo que perciben por los ojos. En mi caso son el resto de sentidos los que me informan de todo lo que ocurre a mi alrededor; bueno, y Dicky mi perro lazarillo, que me avisa por si algo se me escapa. Por eso formamos el mejor equipo de detectives del barrio.</span></em></p><p class="has-medium-font-size" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 1.25em; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Misión de rescate en los columpios</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Las voces de ¡Ayuda! y ¡Socorro! llegaban del otro lado del parque. No sabía exactamente el motivo y las mujeres que a duo así gritaban parecían cada vez más asustadas. El camino más corto desde mi posición hacia ellas era volver sobre nuestros pasos y cruzar por el puente del estanque. A mi señal Dicky me llevó casi corriendo hasta el paso y en menos de un minuto ya estábamos al pie de los desconsolados gritos. Por las voces ahora completamente nítidas identifique que eran de tres mujeres mayores, las típicas abuelas que llevan a los nietos a los columpios, donde precisamente estábamos ahora.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">De ese coro polifónico conseguí separar a la voz más templada para que me explicara la situación. La buena mujer, algo sorprendida por el interés de un invidente y su perro lazarillo, me dijo que un tercer niño, sin que ellas se hubieran dado cuenta, había trepado por una especie de árbol hecho con una red y que una vez arriba se había quedado agarrotado incapaz de volver a bajar. No me hizo falta preguntar si había alguien más que pudiera subir por las cuerdas y bajar al pequeño, serian sobre las cuatro de la tarde y contando a Dicky éramos ocho.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Bueno, mientras mi perro seguía aguantando caricias y abrazos de los dos pequeños, yo me encaminé hasta esa atracción de cuerdas para intentar bajar al precoz escalador hasta el campamento base. Afortunadamente el duo de sopranos había dejado de gritar viendo, seguramente estupefactas, como su amiga me iba dando las indicaciones durante mi ascensión. En cuanto controle el balanceo de las cuerdas, agarrado literalmente de pies y manos, no tuve mayor problema en ir acercándome al asustado crio que jadeante oía ya respirar encima de mí.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">En cuanto lo trinqué con un brazo y se sintió bien agarrado, el pequeño travieso sin conocerme de nada se agarró de mi cuello con sus bracitos como si fuera un medallón humano. En el descenso, aunque yo ya sabía bien como poner los pies y la mano libre, lo hice casi a cámara lenta para asegurarme de no meter la pata a última hora y también para darle un poco más de emoción a este salvamento. Al llegar al suelo me pareció oír aplausos, pero igual solo fue en mi imaginación. La bronca de la abuela al niño fue como para que volviera a trepar por la red, vaya genio el de la buena señora; menos mal que, cuando la criatura empezó a llorar desconsoladamente, se le pasó plantándole dos sonoros besos.</span></span></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Las tres mujeres seguro que se quedaron con mi cara, los niños con la de Dicky, y yo con el olor de todos ellos. Así que a partir de ese día, cada vez que volvíamos al parque, Dicky (que es el más listo de nosotros dos) me avisaba de su presencia. Y si estaban en grupo, como la última vez, astutamente me empezaba a cambiar la dirección del arnés para evitarse la previsible sesión de sobeteo; los niños le gustan de uno en uno, no de dos en dos y mucho menos de tres en tres.</span></em></p><p class="has-text-align-justify" style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; font-style: normal; font-weight: 400; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px; text-align: justify;"></p><!--more--><em style="box-sizing: inherit;"><br /></em><p></p></div></em></span></div>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-72030382356897062062021-06-30T15:03:00.000+02:002021-06-30T15:03:15.823+02:00CONCURSO DE RELATOS, XXIV EDICIÓN: REBECA DE DAPHNE DU MAURIER<p> Publicado originalmente en:</p><p><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2020/12/13/concurso-de-relatos-xxiv-edicion-rebeca-de-daphne-du-maurier/">https://jmvanjav.wordpress.com/2020/12/13/concurso-de-relatos-xxiv-edicion-rebeca-de-daphne-du-maurier/</a></p><div class="wp-block" data-align="center" style="box-sizing: inherit; font-family: "Libre Franklin", "Helvetica Neue", helvetica, arial, sans-serif; font-size: 16px; margin: 28px auto; max-width: 674px; outline: 0px;"><figure aria-label="Bloque: Imagen" class="block-editor-block-list__block size-large wp-block-image" data-block="e0d5f88d-ecf1-469f-ad42-efde29b75cda" data-title="Imagen" data-type="core/image" id="block-e0d5f88d-ecf1-469f-ad42-efde29b75cda" role="group" style="box-sizing: inherit; display: table; margin: 0px auto; overflow-wrap: break-word; position: relative; text-align: center;" tabindex="0"><div class="components-resizable-box__container" style="border-radius: inherit; box-sizing: border-box; display: inline-block; flex-shrink: 0; height: auto; max-height: 815.625px; max-width: 1450px; min-height: 20px; min-width: 35.5556px; outline: 0px; position: relative; user-select: auto; width: auto;"><span style="background-color: black; color: white;"><img alt="La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es 30fd7-el2btintero2bde2boro2brebeca2b5.jpg" src="http://jmvanjav.files.wordpress.com/2020/12/30fd7-el2btintero2bde2boro2brebeca2b5.jpg" style="border-radius: inherit; border: none; box-sizing: inherit; display: block; height: inherit; max-width: 100%; width: inherit;" /><div style="box-sizing: inherit; outline: 0px;"></div></span></div><figcaption aria-label="Image caption text" aria-multiline="true" class="block-editor-rich-text__editable rich-text" role="textbox" style="box-sizing: inherit; caption-side: bottom; display: table-caption; font-size: 13px; margin-bottom: 1em; margin-top: 0.5em; min-width: 1px; white-space: pre-wrap;"><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/12/concurso-de-relatos-xxiv-edicion-rebeca.html" style="box-shadow: rgb(15, 15, 15) 0px -1px 0px inset; box-sizing: inherit; outline: 0px; text-decoration-line: none; transition: color 80ms ease-in 0s, box-shadow 130ms ease-in-out 0s, -webkit-box-shadow 130ms ease-in-out 0s;"><span style="background-color: black; color: white;">CONCURSO DE RELATOS, XXIV EDICIÓN: REBECA DE DAPHNE DU MAURIER</span></a></figcaption><div class="components-drop-zone" data-is-drop-zone="true" style="background-color: white; border-radius: inherit; border: 2px solid var(--wp-admin-theme-color); box-sizing: inherit; color: #333333; inset: 0px; opacity: 0; outline: 0px; position: absolute; transition: opacity 0.3s ease 0s, background-color 0.3s ease 0s, visibility 0s ease 0.3s; visibility: hidden; z-index: 40;"></div></figure></div><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><span style="color: white;">Él y Ella</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;">Ha pasado un mes y te sigo viendo cada vez que llego a casa. Tú, al otro lado de la puerta, esperándome y según la hora con una mirada diferente. Si yo volvía pronto te brillaban los ojos y respirabas jadeante de alegría. En cambio, cuando saliendo del trabajo me dejaba liar por los compañeros para tomar el aperitivo, tu gesto era entre indulgente y recriminatorio según las rondas de alcohol con las que llegara. Por último estaba tu desidia, cuando alguna vez se me ocurría comer fuera y la sobremesa se prolongaba hasta media tarde, con esa mirada de indiferencia y abandono hacia mi presencia.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Nos conocíamos demasiado bien y, sin necesidad de hablar, solo con la mirada nos decíamos más que con cualquier conversación, explicación o excusa correspondiente. Tal vez, porque compartimos una época dura los dos de soledad y abandono, nuestra silenciosa comunicación resultó tan efectiva y correspondida.<br style="box-sizing: inherit;" />No vienen al caso mis primeros recuerdos ni de Ella ni de ti, pero cada una de estas tardes, llegará pronto o más tarde, era lo que mi mente sistemáticamente colgaba como cuadros en esa casa tan vacía.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Sé que el final está próximo y las imágenes se me agolpan no solo en casa sino a cualquier hora ya del día. Dormir para mí ya es solo una ilusión, casi hasta el amanecer es un duermevela de fugaces sueños distorsionados por los recuerdos y la nostalgia. Al final, solo el agotamiento de tanto trajín me deja dar una breve cabezada hasta que el despertador con estridencia me la corta.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Hoy es el último día, mi último día para muchas cosas, no he podido librarme del aperitivo, ni tampoco de la comida tardía alargada hasta la hora de merendar con su sobremesa. Llegaré cargado, más de lo debido, de mi despedida laboral. Cuando abra la puerta de casa espero ver tu mirada, la que sea al otro lado, porque significará que Ella te ha traído como quedamos en la separación.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Estoy metiendo la llave en la cerradura, entre el alcohol y la emoción no atino alargando el momento de este desenlace. No estoy en las mejores condiciones para el discurso que tenía preparado, pero lo que diga medio trabado por la bebida será sincero y mi excusa verdadera. Ya no habrá más discusiones por llegar tarde, bebido, y malhumorado. Esta será mi última resaca de todo y aunque nunca llegué a ser mala persona sí fui lo suficiente egoísta para llegar a perder lo que realmente importaba.</span></span></p><hr class="wp-block-separator" style="border: 0px; box-sizing: content-box; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; height: 1px; margin-bottom: 1.5em; margin-left: auto; margin-right: auto; max-width: 100px; opacity: 0.4; overflow: visible; width: 100px;" /><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" /><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;">Epílogo</span> <em style="box-sizing: inherit;">(para quienes quieran un final más cerrado)</em></span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />La resaca es monumental y en esta medio oscuridad, temo abrir los ojos al notar la claridad del día a través de los parpados, me protejo a medida que me voy despertando. Como en un borroso sueño uno los recuerdos que no tengo claros si son reales o imaginados. Finalmente acerté a abrir la puerta y la casa estaba vacía, ni el cabrón de Luky estaba al otro lado ni Ella en el sofá esperando mis explicaciones.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Con semejante decepción solo se me ocurrió escribir una nota de excusa y a la vez despedida mientras tomaba una necesaria copa. Creo que debió ser lo primero lo que me salvó. Aún más borrosa tengo la imagen de Ella con la maleta en una mano y mi escrito en la otra mientras el perro me olisquea a mí en el sofá completamente noqueado.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Al fin puedo abrir los ojos creo que ha sido un conocido aroma lo que me ha forzado a ello. Luky está justo enfrente de mi cara sentado mirándome pensativo y Ella, de pies a su lado, me ofrece una taza café bien cargado. A pesar de la jaqueca consigo sentarme y bebo la negra infusión sin mediar palabra; mejor tomarme ese respiro antes de la sentencia. Tanto Ella como nuestro perro llegaron con retraso por un monumental atasco, eso propició que yo escribiera mi declaración y ahora llegaba la hora de la verdad.</span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><br style="box-sizing: inherit;" />Otro mes ha pasado y ahora nos sobra tiempo libre a los tres. Lo mío de beber ya se ha quedado en lo estrictamente necesario con la comida. Las discusiones han seguido pero mucho más espaciadas por cosas tontas y sin ninguna acritud. Luky está encantado porque ahora ya no tiene que compartir tutela y va con nosotros a cualquier lado. Ella acertó al tensar la cuerda de la relación porque al final se afinó en lo que importaba de verdad. Y Yo, ahora que sé lo que es perderla, valoro como es debido su compañía y su presencia; ahora los tres estamos al mismo lado de la puerta.</span></span></p><hr class="wp-block-separator" style="border: 0px; box-sizing: content-box; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; height: 1px; margin-bottom: 1.5em; margin-left: auto; margin-right: auto; max-width: 100px; opacity: 0.4; overflow: visible; width: 100px;" /><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black;"><span style="color: white;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;">Epílogo II </span><em style="box-sizing: inherit;">(únicamente para los más osados)</em></span></span></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><em style="background-color: black; box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Él nunca tuvo perro, Luky fue el nombre que de niño puso a un peluche, encontrado entre las basuras de un contenedor. Ella tampoco existió, era cualquier atractiva mujer que por delante de él pasara. Y Él, ni llegaba a casa cada día ni nunca se jubiló, solo era un sintecho mendigando para comprar vino de cartón; y en sus etílicos delirios, se imaginaba una vida con otra condición.</span></em></p><p style="box-sizing: inherit; font-family: Merriweather, serif; font-size: 16px; margin: 0px 0px 1.5em; padding: 0px;"><span style="background-color: black; box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;"><span style="color: white;">Yo soy La Muerte, cita inevitable de todos los humanos, pero no albergo crueldad alguna. Pues, cuando un cuerpo ya inerte y frío me llega, dejo que sus últimos pensamientos le mantengan encendida la llama de la imaginación, para toda la Eternidad.</span></em></span></p><div><span style="box-sizing: inherit; font-weight: 700;"><em style="box-sizing: inherit;"><span style="color: white;"><br /></span></em></span></div><hr aria-label="Bloque: Separador" class="block-editor-block-list__block wp-block wp-block-separator" data-block="c1587cd1-fbb8-4527-9fe3-798d83ad7050" data-title="Separador" data-type="core/separator" id="block-c1587cd1-fbb8-4527-9fe3-798d83ad7050" role="group" style="background-color: #bbbbbb; border: 0px; box-sizing: inherit; font-family: "Libre Franklin", "Helvetica Neue", helvetica, arial, sans-serif; font-size: 16px; height: 1px; margin: 28px auto 1.5em; max-width: 674px; opacity: 0.4; overflow-wrap: break-word; padding-bottom: 0.1px; padding-top: 0.1px; position: relative; width: 100px;" tabindex="0" /><br /><span><a name='more'></a></span>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-46921380562379169322021-01-01T21:46:00.002+01:002021-06-30T15:04:40.559+02:00Re: MICRORRETO: CONTINUARÁ<p> </p><p><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/11/microrretos-continuara.html"><span style="font-size: large;"><b>Noche de insomnio</b></span></a></p>
<figure class="wp-block-image size-large"><img alt="" height="299" src="https://jmvanjav.files.wordpress.com/2020/11/a57f3-microrretos2bcontinuar25c325a1.jpg" width="530" /><figcaption><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/11/microrretos-continuara.html">Microrretos: CONTINUARÁ…</a></figcaption><figcaption> </figcaption><figcaption><p>No podía dormir y había salido a caminar, era lo único que podía
controlar la ansiedad de mi insomnio crónico. Los soportales de la Plaza
Mayor devolvían el eco a mis pasos. No era prudente pasear de madrugada
estas noches, recientemente había habido una fuga en el psiquiátrico.
Un psicópata después de estrangular al director del centro, usando su
bata blanca, salió como si nada por la puerta principal.<br />A medida que
en mi cabeza repasaba este siniestro acontecimiento, sin darme cuenta
aceleraba el paso. De repente, mi cadencia tuvo un redoble acompasado, y
cuya reverberación me indicaba su proximidad.<br />Se paralizaron mis
pensamientos, un sudor frío empezó a bajarme por la frente y la nuca
como un gélido aliento. Mentalmente me situé y tracé una imaginaria
linea recta hasta el portal de mi casa. No había mucha distancia, pero
también el eco de mi perseguidor entre las sombras, era cada vez más
próximo y fuerte.<br />Sin pensarlo eché a correr, en solo dos o tres
minutos llegaría. Mi desquiciada mente me veía como un ratón a punto de
ser atrapado por el gato. Con la llave en la mano, tembloroso por el
miedo y el sobresfuerzo, tardé unos eternos segundos en poder abrir la
puerta del portal. Corrí hasta el ascensor que, por suerte, estaba en la
planta baja. Entré, empujando la puerta tras de mí, y apresurado apreté
el botón de mi piso; tanto que no surtió efecto. De improviso la
puerta, ante mis desorbitados ojos, se abrió.<br /></p>
<p>(Continuara)</p>
<hr class="wp-block-separator" />
<p>Texto corregido con las buenas indicaciones de <a href="https://www.javierautor.com/">Javier Rodríguez-Morán</a></p><p> </p><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2020/11/28/microrreto-continuara-finales/">MICRORRETO: CONTINUARÁ (finales)</a></span></h1><p><i>Tanto por las buenas sugerencias en los comentarios, como de mi
propia imaginación, pondré un par de finales alternativos refundiendo
estas ideas. Me saldría alguno más pero, mejor dos aceptables que tres o
cuatro infumables. Ajustándose, eso sí, dentro de la extensión máxima
de 250 palabras.</i></p>
<p><a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/11/microrretos-continuara.html">Microrretos: CONTINUARÁ…</a></p>
<p><b>Final I (El psicópata)</b></p>
<p>Una inmensa mano de dedos fuertes y largos bloqueaba entre abierta la
puerta del ascensor. Instintivamente me eché hacía atrás como tratando
de ocultarme entre las paredes de la cabina. Por el tamaño de la mano
esperaba ver de un momento a otro a un gigante frente a mí dentro de tan
pequeño habitáculo.<br />Los segundos pasaban a cámara lenta mientras yo
no podía quitar la mirada de la puerta que, ahora sí ya estaba del todo
abierta. Ante mi una enorme silueta fue aproximándose a mi reducido
espacio vital. La mirada vacía y fría de un rostro igual de inexpresivo
fue el eco de mi aterradora visión. No había duda, este sujeto era mi
perseguidor y ahora me tenía a su completa merced.<br />Sentí como me faltó el aire cuando aquellas tremendas manos se aferraron a mi cuello.<br />Quería
gritar con todas mis fuerzas, pero no había aire alguno que pudiera
expulsar. Notaba como la congestión, a medida que aumentaba la presión
de sus manos, me hacían estallar la cabeza y los pulmones.<br />Una
pesadilla donde despertar era la única opción que no parecía
contemplarse o eso me parecía a mí en esos momentos. Jadeante y
completamente sofocado me desperté, un cojín a saber como me cubría la
cara por completo: respirar era mi única pretensión en aquel momento.<br /><i>Dormirse en el sofá, de cualquier postura viendo una película de miedo, puede provocar pesadillas de lo más reales.</i></p>
<hr class="wp-block-separator" />
<p><b>Final II (La Viuda Negra)</b></p>
<p>Una cuidada y delicada mano asomó tímidamente. El rojo intenso de sus
uñas ya me dejó bien claro quien sería mi acompañante en el ascensor.
Debí haberme dado cuenta por el ruido cuando venía que era más propio de
unos tacones. Mi apuesta y elegante vecina del quinto; más conocida,
por las otras comadres de la escalera, como La Viuda Negra tan solo por
haberse llevado al otro barrio a tres maridos; aquí estaba,
literalmente, vestida de negro dispuesta a matar.<br />Se disculpó conmigo
por la carrera y el susto que me había dado. Con las prisas se había
dejado las llaves puestas en la puerta y de ahí, a esas horas, al verme
fuera yo su salvación. Al coincidir nunca habíamos pasado de un cordial
hola o adiós; pero, en estas circunstancias, ya no teníamos hielo que
romper.<br />Precisamente, Ella volvía de su cena de jubilación, con las
prisas se equivocó de bolso y ni cartera o móvil llevó. Así que al verme
me siguió como a un perro lazarillo.<br />La acompañé a su piso y,
efectivamente, de la cerradura colgaban las llaves. Me ofreció un café
como agradecimiento que no dudé en aceptar. Luego dentro, después de un
par o más cafés y alguna copita de licor, me confesó su mayor secreto.<br /><i>Era soltera, en bromas dijo lo de ser viuda tres veces y las cotillas ya se encargaron del resto. <b>Entre las risas, que más de una comadre por el patio oiría, le juré guardar su secreto.</b></i></p><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></h1><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></h1><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"><span></span></span></h1><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"><span><a name='more'></a></span></span></h1><h1 class="entry-title"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/2020/11/29/microrreto-continuara-finales-ii/"><span style="font-size: medium;">MICRORRETO: CONTINUARÁ (finales) II</span></a></h1><p><b>Final III (El insomne)</b></p>
<p>De par en par quedó la puerta del ascenso abierta. Del contraluz del
pasillo del portal una gran silueta tomo forma humana. Unas fuertes
manos con guantes verdes de nitrilo me inmovilizaron en cuestión de
segundos. Traté de ver su cara, pero entre la mascarilla y las gafas de
protección solo pude contemplar una mirada enfurecida. Baje la vista, al
sentirme apresado como un cordero a las puertas del matadero, reconocí
la identificación de su bata blanca era del hospital psiquiátrico,
idéntica a la que yo mismo llevaba puesta.<br />Al ser sacado del ascensor
otras dos sombras tomaron cuerpo y por su uniforme me quedó claro que
eran policías. A mi paso se apartaron y justo detrás de ellos otra
figura, esta vez femenina y con toda la pinta de enfermera, me puso una
inyección en el cuello sin ninguna contemplación.<br />Las piernas
empezaron a temblarme y noté como los dos agentes casi en volandas me
fueron llevando al exterior del portal. Las luces intermitentes de la
ambulancia me resultaban mareantes mientras iba perdiendo toda la
consciencia. Ya debía de estar dentro del vehículo bien sujeto a la
camilla cuando el último de mis sentidos me iba también abandonando.<br />Con voces lejanas y distorsionadas percibí algo de su conversación:<br /><i>Estos
son los más peligrosos, además de ser psicópatas adquieren la
personalidad de sus víctimas y según les conviene la van alternando,
pero no se sabe si son conscientes de ello.<br /><b>Sonreí en silencio y me dejé dormir por el tranquilizante.</b></i></p>
<hr class="wp-block-separator" />
<p><b>Epílogo (La Viuda Negra)</b></p>
<p>En los días siguientes no volví a coincidir con La Viuda Negra; ambos
estábamos arreglando nuestros papeles de jubilación, y yo ni siquiera
había tenido una despedida, bueno la que me dio ella aquella noche
corriendo como un loco y luego en su piso bebiendo y riendo; en cambio
sí lo hice con los corrillos habituales de las vecinas en el portal.<br />Me
sentía vigilado y hasta atravesado con sus morbosas miradas, seguro que
era a raíz de haber entrado yo en el piso de la triple viuda y por las
risas posteriores; menos mal que del resto no se enteraron. El caso es
que, ni con la edad se me ha curado la timidez y me azoro con facilidad;
así que mi sonrojo les sirve para confirmar sus venenosos cotilleos.<br />Finalmente
Ella y Yo coincidimos en la tienda del barrio, casi en clave nos
pasamos el número de móvil, para evitar nuevos chismes del acecho al que
éramos sometidos. Tuvimos toda la noche que intimamos para hacerlo,
pero está claro que somos a la par de despistados.<br />Lo de hablar a
escondidas por el teléfono y vernos en secreto a tomar café o incluso a
merendar chocolate con churros nos resultaba de lo más estimulante. <i>A
las cotillas de la escalera se les salían los ojos al ver que no salía
adelante nuestra relación. Nosotros, en cambio, disfrutábamos como dos
niños cómplices de sus travesuras; hasta conseguimos irnos juntos de
vacaciones haciéndolas creer que teníamos diferente destino.</i> <img alt="😂" class="emoji" draggable="false" role="img" src="https://s0.wp.com/wp-content/mu-plugins/wpcom-smileys/twemoji/2/svg/1f602.svg" /><img alt="🥂" class="emoji" draggable="false" role="img" src="https://s0.wp.com/wp-content/mu-plugins/wpcom-smileys/twemoji/2/svg/1f942.svg" /></p>
<hr class="wp-block-separator" /><h1 class="entry-title"><span style="font-size: medium;"> </span></h1><p> </p> </figcaption></figure>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-65766849274792449062020-10-22T21:01:00.002+02:002021-06-30T15:04:04.945+02:00Re: XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON<p> Después de una siesta de más de un año hago esta entrada especial. Publicada originalmente en: <br /></p><h1 class="site-title"><span style="font-size: large;"><a href="https://jmvanjav.wordpress.com/" rel="home">jm vanjav hasta en 500 palabras+</a></span></h1><p><img alt="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKTGDwTIZOe0KUDt4g0tdE_Lnokc0psvuv-bV6f2FSrlrgLzdTDACTFWTfvWl2sVfO2AJV32xQRZwDQOYr2wIOSzjKFR60rZQsTnVpO1jy3ilLZj98uVh1n3nl4JmoUyOoG45wCbwXhUM/s2048/XXIII+EDICI%25C3%2593N+1280+ALMAS.jpg" class="shrinkToFit" height="358" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjKTGDwTIZOe0KUDt4g0tdE_Lnokc0psvuv-bV6f2FSrlrgLzdTDACTFWTfvWl2sVfO2AJV32xQRZwDQOYr2wIOSzjKFR60rZQsTnVpO1jy3ilLZj98uVh1n3nl4JmoUyOoG45wCbwXhUM/w640-h358/XXIII+EDICI%25C3%2593N+1280+ALMAS.jpg" width="640" /> <br /></p><p><b> <a href="https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2020/10/xxiii-edicion-1280-almas-de-jim-thompson.html">XXIII EDICIÓN: 1280 ALMAS DE JIM THOMPSON</a></b></p><p> </p><p> </p><p><span style="font-size: medium;"> <b>Tal para cual</b></span></p><p><b>No me gusta hablar de mí con nadie. Solamente lo hago en los bares de
carretera cuando el alcohol de madrugada me suelta la lengua. Soy el
centro de atención de los parroquianos que se burlan de mi verborrea
etílica. Que cosas, cuando los dejó reírse a carcajadas de mí, mientras
tambaleante trató yo de acercarme al servicio. Pobres infelices, ni por
la cabeza se les pasaba que use la puerta trasera del callejón. La mecha
lenta en el depósito de combustible me permite tiempo de sobra para
volver dando tumbos hasta mi sitio y al poco oír como explotan sus
rancheras como por arte de magia. Sus caras burlonas se vuelven de
desesperación al comprobar como, sus queridos vehículos tuneados,
acababan ardiendo por los cuatro costados. Ya se sabe que quien ríe el
último lo hace con más ganas.</b></p><p><b>Mi personaje tambaleante por el exceso de bebida es la solida cuartada
que me exime, a su pesar, de la autoría de esas fogatas rodantes.
Incluso aquella noche en la que los moteros me invitaron cada uno a una
ronda para emborracharme para con la misma quedarse con mi maletín de
muestras de bisutería como premio. Pobres ingenuos, cuando sus motos
explotaron ordenadamente como fichas de dómino, se olvidaron de mí y de
mis muestras tratando desesperadamente de salvar algo más que chatarra
quemada de sus monturas.</b></p><p><b>Todos tenemos algún punto débil y el mío fue la chica de la
autocaravana. Astuta como una serpiente se acercaba a sus víctimas y los
engatusaba con sus dos exuberantes buenas razones. A la mañana
siguiente, en mitad de cualquier cruce secundario, aparecerían con una
resaca monumental y en paños menores; los pobres paletos volverían a su
casa, con el rabo entre las piernas, sin contar nada de lo ocurrido ni
mucho menos con amago de denunciarlo. Conmigo la cosa cambió y, cuando
me ofreció el último trago en su remolque, yo cambie los vasos y ella
fue quien acabó drogada. Al intentarme aprovecharme de la situación no
conté con el as de su manga. Un doberman que, de improviso y silencioso,
me obligó a encerrarme en el minúsculo baño de la roulotte, hasta que
Ella volviera en sí.</b></p><p><b>Por la mañana, reconociéndonos ambos los méritos del otro, decidimos
probar a seguir juntos una temporada. Pusimos en común nuestras
habilidades y, a parte de timar a los reprimidos aldeanos o quemar los
vehículos de los más bocazas, competíamos entre nosotros para ver quien
quedaría finalmente por encima del otro. Así empezaron nuestras andanzas
que, casi a diario, tenían titulares en la prensa local y hasta
estatal. Lo de la furgoneta que ardió con una pareja durmiendo dentro
pasó como un desgraciado accidente. Cuando, en el servicio de un
restaurante de veinticuatro horas, encontraron a tres miembros de una
despedida de soltero con los pantalones bajados y sendos cortes de lado a
lado del cuello ya no pareció algo tan accidental. La congregación
religiosa asfixiada en pleno acto religioso, por una quema masiva de
marihuana, tampoco tenía pinta de designio divino; más que nada por
estar las puertas y las ventanas bloqueadas desde fuera.</b></p><p><b>La escalada de víctimas, que detrás íbamos dejando, aumentaba al tiempo
que el círculo policial nos iba cercando. Decidimos hacer una última
hazaña antes de cambiar de estado; después ya veríamos. La fortuna nos
llevó a un pueblo limítrofe en plena celebración de una boda con todos
sus vecinos presentes. Lógicamente no tuvimos el menor problema para
colarnos en la fiesta y echamos en cada ponchera una buena cantidad
matarratas o de laxante. Después nos sentamos placidamente a contemplar
el espectáculo, ganaría quien más afectados suyos tuviera. Al poco el
parque, donde se ofrecía el ágape, se llenó de retorcidos cuerpos por el
suelo gritando. Los demás, a priori más afortunados, como podían medio
ocultos entre los setos, defecaban compulsivamente.</b></p><p><b>Al día siguiente, desayunando al otro lado del estado, oímos la noticia
de tan movida boda. Parece que nos confundimos en las dosis y, si bien
con el laxante nos pasamos, con el matarratas nos quedamos cortos; los
afectados por el veneno después de un lavado de estómago volvieron a sus
casas. Los incontinentes sí tuvieron que seguir ingresados para poder
estabilizarles; convinimos un empate técnico. Aprovechando que Ella fue
al servicio, edulcoré su café generosamente con matarratas, para acabar
con esa igualdad.</b></p><p><b> </b><br /><b>Como antes mencioné, Ella era mi punto débil. No me importó que
condujera sabiendo que en minutos el veneno la haría retorcerse de
dolor. En esta ocasión yo tampoco preví que, mientras fui a coger un
periódico durante el desayuno, Ella me echará bien de laxante en mi
zumo. Así justo, al empezar a descender por un zigzagueante puerto de
montaña, tuve que irme inexcusablemente y la con la máxima urgencia al
pequeño servicio de la autocaravana. Desde allí sentado la empecé a oír
gritar de dolor, una y otra vez con más fuerza y angustia en cada
alarido, sin que mi incontrolada evacuación me permitiera moverme de la
baza. No sé cuanto duró su agonía mientras, a golpe de volantazos,
íbamos bajando por ese retorcido puerto. Solo sentí como en un momento,
mi cuerpo se elevó del improvisado trono, para a continuación inclinarse
como en un vertiginoso salto de eslalon. Ella ya había dejado de
gritar, así que finalmente, yo había ganado; al menos durante esos
breves segundos, de nuestra caída libre, por el barranco.</b></p><p><b><span></span></b></p><a name='more'></a><b> </b><p></p>JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-3043827271143356690.post-90708917210067791602019-05-24T08:33:00.000+02:002019-05-24T20:49:36.172+02:00Una entrada más<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on">
<span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">Con el tiempo las cosas se van asentando y este proyecto de blog no iba a ser la excepción. Los primeros tiempos dieron para colgar un montón de entradas más o menos inspiradas. Luego vinieron las lagunas, compensadas o no, con entradas cortas en otros blogs. Al final, la competencia directa de WordPress se ha ido llevando mis publicaciones. Y este, durante la última temporada solo ha sido un espejo del otro.</span><br />
<br />
<span style="font-family: "verdana" , sans-serif;">No voy a cerrar este blog, permanecerá durmiente como los borradores que no acabé de revisar y se quedaron sin publicar. Seguramente sin prisa le vaya puliendo algo e incluso reedite alguna entrada en otro foro. Por ello el timón de mis publicaciones y el relevo directo recaerá en:</span><br />
<br />
<br />
<br />
<h2 style="text-align: center;">
<a href="https://jmvanjav.wordpress.com/">https://jmvanjav.wordpress.com/</a></h2>
</div>
JM Vanjavhttp://www.blogger.com/profile/15248169135508147657noreply@blogger.com0