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miércoles, 9 de octubre de 2013

La recesión económica y política de mentiras que la propicia

La evolución de la, en su momento, ansiada democracia en España, conlleva ya una deriva, totalmente descarada, hacía la falsedad y las mentiras sin pudor ni respeto, por parte de los sucesivos gobiernos que la han ido puliendo (nunca mejor dicho), en su propio beneficio. 
El último año del PSOE en el poder, con un iluminado Rubalcaba, llevando las riendas sólo para pasear el fracaso de su última legislatura, haciendo promesas pre-electorales que ya no creían ni los incondicionales del partido, supuso dejar la puerta abierta, de par en par, para el cambio que tanto prometía la oposición de Rajoy.

Con tantas facilidades y una elevada abstención, coherente con el desencanto del último gobierno, las urnas dieron una mayoría absoluta al entonces Partido Popular (hoy por hoy de lo más impopular). Posiblemente, ganaron con un resultado más cómodo del que ellos esperaban, y el cambio de poder se hizo efectivo.

Tanto fue así, su éxito en las urnas, que las promesas electorales, tan halagüeñas para sus simpatizantes como para los decepcionados de la gestión de ZP, desaparecieron en cuanto tomaron posesión del cargo, como primer punto del día, dentro de su nueva gestión de gobierno. 
Sin esperar a nada, como si ya tuvieran su libro de ruta definido, las reformas y los recortes sociales empezaron en los famosos consejos de ministros de los viernes. Y, antes que las Navidades llegaran, ya nos habían quitado los regalos, el carbón y lo más doloroso, las ilusiones.

Así ya llevamos casi dos años y, en la mitad de su mandato, nos hemos quedado hasta sin memoria. Nos recordamos a los que lucharon por todos estos derechos y, menos aun, de lo que costó conseguir todo esto. Que ahora, a golpe de decreto, nos quitan ninguneandonos, cada viernes que les toca consejo. Es vergonzoso que la sanidad y la educación, referentes del estado de bienestar social, hayan sido precisamente los aspectos más desangrados de los famosos e infames recortes. Pero, por nuestra parte, es igual de deshonroso que se lo permitamos sin oponer resistencia. Yo creo que una manifestación ciudadana, masiva de verdad, sin siglas ni banderas, solamente como personas ejerciendo su derecho, es una toma de fuerza que no puede ser ignorada.


Ciertamente, cuando la cosa esta mal, hay que apretarse el cinturón y tomar medidas impopulares. El problema es que si no se echan bien las cuentas, como así ha sido el caso, se acaba yendo a lo fácil: subir impuestos, IVA, rebajas salarios, etc. Pero, lo que es imperdonable de verdad, es que haya sectores como la iglesia, los partidos políticos o los ricos, que no se han visto afectados y pasen esta crisis de rositas a cuenta del resto. 

Tenemos autenticas sanguijuelas manejando el dinero público, como si fuera suyo, y encima queriéndonos hacer creer que lo gestionan correctamente y con trasparencia. Viendo el reparto que hacen del presupuesto, queda claro que les interesa mantener y que es secundario.

Desbarrar por aquí es el pataleo que, de momento, no es delito, aunque quien sabe... Se ve que nos hemos acomodado más de la cuenta y ahora nos cuesta, también más de la cuenta, levantarnos y plantar cara, a este despropósito de gobierno, que cada día nos resta derechos y dignidad. 




sábado, 5 de octubre de 2013

Cine: Riddickulo 3 u otro CiFiasco +

Que una película esperada se haga de rogar y, cuando por fin se estrena, se quede en poco más que un llamativo trailer, parece ser la tónica de las últimas producciones CiFimatográficas. 
Riddick no ha sido la excepción y la decepción fue en aumento al hacer los deberes visionando las dos anteriores entregas.

Un refrito pocas veces sale bien y en esta ocasión la fugaces estrellas de las imagenes y los avances de la película se han estrellado en una producción mecanizada carente de gusto. La última aventura de nuestro Riddick comienza, como en las crónicas, subsistiendo en un planeta poco amigable, y termina luchando contra una multitud de bichos nativos y muy hambrientos. Suena a chiste pero el guión no ha dado para más. Eso si, cuenta con unos flash backs aclaratorios, para enlazar con la entrega anterior, que resultan de lo más cutre.

Ciertamente, yo esperaba algo más y no una riddickula historia, un personaje casi igual y un final que, en la misma línea, supera a todo lo demás; Por ello, no me extraña que se titule Riddickulo 3. Si hubiera sido una serie de TV, podría haber pasado como un episodio más, pero en la gran pantalla no tiene nada que hacer y flojea en todos los aspectos cinematográficos.

Extenderme más es dar a este CiFiasco un eco que no se merece. Lo peor es que con un poco de gusto y ganas habría podido quedar una producción bastante decente y entretenida.