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miércoles, 31 de enero de 2024

Los colores (El Tintero de Oro) Otra participación

Los colores

Blanco y Negro

Yo soy escritor de tomar notas para que luego mis momentos de lucidez creativa no se vayan por donde vinieron. Así que siempre llevo un pequeño cuaderno de tapa fuerte y un portaminas de trazo medio para anotar cual detective literario, las claves que mis musas me han mostrado.

Aquella hermosa tarde me invitó a sentarme, a contemplar el mar en calma, y al momento empecé a visualizar una aventura en un crucero vacacional. Con mi mirada perdida en el horizonte fui viendo toda la película.

Traté de anotar algo en mi cuaderno para no perder nada de aquella historia de romances y robos de guante blanco. Pero para mi desdicha mi libreta quedó tan blanca e inmaculada como cuando la saque del bolsillo.

Al llegar a casa ya se me habían olvidado todos los detalles interesantes de aquella aventura marítima. No obstante, me senté enfrente del teclado y saque mi cuaderno por completo en blanco.

Con calma fui pasando las hojas al tiempo que tecleaba sin pausa. Cuando llegué a la última hoja en blanco ya tenía en la pantalla escrita una historia náutica completa; pero el barco era un viejo velero, compitiendo en una regata transoceánica, con una variopinta tripulación.


Hasta un cuaderno en blanco puede hacer volar la imaginación

lunes, 29 de enero de 2024

Los colores. (El Tintero de Oro)

 

Los colores

La ruta

Los días soleados invernales, de impoluto cielo azul, son señuelos para caer en la trampa de hacer una ruta de montaña. Aquel sábado coincidió que todos mis compañeros de caminatas estaban celebrando tan buen tiempo fuera de la ciudad, pero yo opté por darme un paseo por la senda del valle que rodeaba el parque del Pico Blanco. Sí, eran veinte kilómetros, pero de baja dificultad, con todos sus caminos y cruces muy bien señalados. Mi excursión comenzó a medio día, pero para la hora de la merienda ya estaría de vuelta.

El azul entre las copas peladas de los árboles contrastaba con la fina alfombra de nieve que cubría el camino, siendo algo más espesa en el sotobosque. Con el sol a mi espalda, iluminando tan hermoso paisaje, yo no podía por menos que parar (a cada momento), para inmortalizarlo en Instagram.

Mi entusiasmo artístico se truncó cuando el anaranjado ocaso (junto con la batería del móvil) me hizo recordar que todavía estábamos en invierno con menos horas de luz. Por la última indicación me encontraba justo a mitad de camino y, tanto seguir adelante como retroceder sobre mis pasos, me daría lo mismo.

Mientras iba entrando la noche, también una bruma empezó a llenarlo todo hasta convertirse en una tupida niebla, tan gris como húmeda; sentenciando así mi caminata. Acabé totalmente desorientado, en tan fotogénico escenario, con aquella parca negrura. Yo nunca pensé que esta sería mi última ruta; pero, para la prensa del lunes siguiente, así fue.