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lunes, 11 de diciembre de 2017

El espejo del contenedor

Regresaba hace un mes a casa a eso de las ocho de la tarde, se me había atragantado un informe en la oficina; y de propina el siguiente bus, tardaría en pasar, lo mismo que yo en llegar a casa caminando. Estaba helando por lo que llevaba buen paso, como para estar media hora esperando al autobús 6, en quince minutos atravesaría el desangelado polígono. No había ni un alma, ni andando ni circulando en coche, por la larga avenida; solo, de vez en cuando, entre las naves industriales, asomaba una tímida luna llena.

Ya estaba sólo a dos manzanas de mi portal y, apoyado a uno de los contenedores de basura con los que me cruzaría en unos pasos, vi el reflejo de un objeto sin identificar. Al llegar a su altura reconocí un viejo espejo con un marco de madera. Me paré a darle un segundo vistazo, el reflejo era borroso pero seguramente sería falta de limpieza.

No lo pensé más, a luz de mi salón, corroboré su buena calidad, con un poco de limpieza tendría un espejo de colgar sin gastarme nada. Le pasé un paño húmedo y para mi sorpresa se veía perfectamente, la neblina del vidrio había desaparecido por completo, debía de ser sólo una costra de polvo y grasa adheridas. Me faltó tiempo para ir al cuarto de invitados y sustituir el pequeño de plástico, que allí tenia, para colgar un espejo como es debido.

A partir de aquella noche, dormí como hacía mucho tiempo, de un tirón y descansado. No sólo eso, mis problemas de estómago, también desaparecieron; y lo más curioso fueron mis ingresos extra, no soy jugador pero la primitiva semanal me toco cuatro veces, eran premios pequeños, pero en ese mes saqué para tener unas buenas vacaciones de verano.

Después de cuatro semanas, como si de un mes lunar se tratará, mi vida volvió a la normalidad; dormía regular, tenía alguna molestia digestiva y no me tocaba ni la devolución. Pensando en ello, me di cuenta que todo había empezado en la noche que recogí el espejo, ni me había vuelto a preocupar de él. Por curiosidad o por morbo, instintivamente, fui al cuarto de invitados, y allí seguía colgado, salvo que una blanca niebla ocultaba cualquier reflejo en él.

Lo descolgué con intención de limpiarlo de nuevo, pero al darlo la vuelta vi una pequeña inscripción, que la primera vez se me paso por alto:

Este espejo está maldecido por las almas de los que murieron encerrados en este manicomio. Quien lo encuentre si lo limpia, tendrá un ciclo lunar afortunado, hasta que la niebla de las almas vuelva a eliminar todo reflejo. El maleficio pasará de poseedor en poseedor hasta que la noche eterna libere las almas.

Sanatorio mental Victor Frankenstein, 1898
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No soy supersticioso pero, esa misma noche, dejé el espejo apoyado junto al contenedor de basura de mi portal.

JM Vanjav WordPress

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