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sábado, 13 de febrero de 2010

Cine: El zoo de los espectadores

Las salas de cine están en crisis ahora con las pantallas de alta definición y tamaño familiar, prácticamente sólo subsisten los muticines de las grandes superficies. Todo es una cuestión económica y comercial, por eso ver en condiciones una película, muchas veces, es misión imposible. Si, por que algunos vamos al cine a eso, a ver una película.


Hoy parece un acto social ir al cine, y ver la proyección queda en segundo plano. Es mas importante comprar un kilo de palomitas y un litro de refresco para poder estar en la butaca  aunque sea la primera sesión y se esté todavía haciendo la digestión. No importa que eso duplique el valor de la entrada, hay quien no sabe estar dos horas sin comer, si esta a oscuras en una sala de proyección. Claro, si te toca alguno de estos comedores y bebedores convulsivos cerca, cualquiera les dice que dejen de rumiar o sorber.

Si vas a la sesión de tarde o de noche, para evitar el bullicio de los críos, no suele faltar el nervioso que esta dando pataditas al respaldo o, el angustioso que se asusta por todo. En las historias de miedo acabo mas sobresaltado de los gritos de la sala que de las imágenes de la proyección. En esta ocasión, el género de terror sale ganando, por que, basar el miedo en efectos especiales acaba dando aburrimiento y es lo que suelen hacer ahora.

La cosa se pone peor con los apuntadores, en este caso y no es por discriminar, las apuntadoras. Estas no se conforman con dar alguna pista de lo que va a suceder, literalmente, hacen la autopsia a lo proyectado escena tras escena. Si la peli es del montón no importa mucho, pero en una de suspense, aunque sea regularcilla, se aguanta mejor si no sabes la trama hasta última hora. Claro, la amiga de la comentarista esta encantada, por que de esta manera, la trama va por detrás y no se pone nerviosa. En cambio, los demás si nos ponemos nerviosos, por no poder amordazar a la revienta estrenos.

Quedan mas ejemplares que nos hacen pensar dos veces ir en persona a disfrutar del séptimo arte. Con la moda del móvil, todavía quedan los que no saben o no quieren ponerlo en silencio y encima les llaman, seguro que dicen llámame que estoy en el cine. Los hay que si saben poner el modo silencioso pero se pasan la proyección mirándolo cada cinco minutos; si tan importante es lo del celular, espera a que la saquen en DVD, la ves en tu casa y no fastidias a los que estamos pendientes de la pantalla grande. Con la sala a oscuras, menudo cante que dan, pero ellos ni se inmutan, han pagado su entrada y tienen móvil; los demás también la hemos pagado y nos tenemos que joder.

Para terminar, con este zoo de espectadores, nos quedan los tranquilos y los prisas. Los primeros son, curiosamente, los últimos que entran y no por llegar tarde, si no por estar en el vestíbulo haciendo amigos (por decir algo), se presentan cuando ya llevas cinco minutos viendo la película y ni se inmutan, ellos también han pagado, los demás seguro pero nos j... Al acabar la proyección, y como si la sala se prendiera fuego, se marchan los prisas, para ellos terminó, y ni tomas falsas, títulos de crédito o escenas ocultas entre los mismos. Los indecisos se solidarizan con ellos y los demás somos, sólo, los demás; Ellos han pagado su entrada y se van cuando les da la gana. Es curioso el detalle, pero hay tranquilos que luego también son prisas, el caso es joder al entrar y al salir.

Ahora que hay día del espectador, sesión infantil, día de la pareja y hasta sesión golfa. Yo pediría sesión del cinéfilo, impidiendo el acceso a todos los anti espectadores antes mencionados. Es más, dotaría al acomodador con mordazas y una licencia doble cero para usar una pistola eléctrica por si alguno de los citados se colaba e intentaba sabotearnos la proyección. Bueno, si es de miedo o suspense, a los nerviosos que no dan pataditas si, para que animen a modo de cla  :-)

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