Hay muchas maneras de decir las cosas y una fábula, aunque sea casera, aproveche uno de tantos chistes tópicos de hombres y mujeres, puede servir para la tontería de hoy.
Dentro de un año llevaré a una mujer y a un hombre a sendas islas desiertas, pudiendo portar una única cosa o utensilio, donde sólo habrá un cocotero para darles sombra comida y quedando la tierra habitada mas próxima a no menos de cien millas. Al cabo de dos semanas volveré a recogerlos diré quien es el ganador del desafío.
Los hombres se tiraron todo el año haciendo competiciones de supervivencia para encontrar al mas capacitado que derrotara sin piedad a su contrincante. Las mujeres, en cambio, esperaron a la última semana para echar a suertes quien iría.
Llegado el día Dios puso a mister supervivencia en una isla y a la chica del número afortunado en otra. Mientras pasaban las dos semanas del reto, los hombres aumentaban las apuestas a su favor y lanzaban fábulas de todo lo que sería capaz de hacer su héroe en la isla, eso si, entre ronda y ronda en bar. Las mujeres se pasaron los quince días suspirando, no obstante, aceptaron las apuestas.
Al amanecer del último día Dios llegó a la isla donde estaba el hombre. Aquello estaba desolado pero había una figura harapienta, de aspecto sucio descuidado y agotado, quemada por el sol, llena de golpes y arañazos, ultimando una piragua de cocotero con su navaja suiza. Le pregunta el Señor como le ha ido y el tío, todo satisfecho, sacando coraje de su débil estado, le dice que casi a punto de acabar con la embarcación que le sacaría de ahí.
Van a la isla de la mujer y sólo ven el cocotero en medio de la arena. En esto, el hombre, no se puede reprimir y grita eufórico: Mira, mira Dios, esta tonta no ha sabido hacer la embarcación y se ha ahogado.
Se oye un bostezo al otro lado del árbol y el siguiente comentario con un tono de resignación: Ya es la hora Dios?, se me han pasado estas dos semanas sin enterarme, sin jefe, sin críos, sin labores domesticas y sin el pesado de mi marido por las noches. Pero, al menos, seré la envidia de mis amigas con este bronceado y la dieta de coco que me ha dejado la silueta de una modelo. Por cierto, ya habrá salido la segunda parte del libro, esta buenísimo.
Pasen los años que pasen, los hombres se encargaran de destruir su entorno para intentar llegar a otro sitio y hacer lo mismo. Y las mujeres, en cambio, se apañaran con lo que encuentren y procuraran sacarlo partido. Afortunadamente, todos somos hijos de un hombre y una mujer, y a ver si aprendemos, de una vez, a no repetir los mismos errores.
PD: Si algún hombre ha leído la historia seguro que piensa que ha ganado :-)
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