Concurso de relatos 41ª ed. La casa de los espíritus de Isabel Allende |
Dogy y yo
Yo nunca he tenido miedo de fantasmas o espíritu alguno y no porque no creyera en ellos, más bien porque entendía que de existir estarían en otro plano diferente a nuestro tiempo espacio. Con esa teoría mía, tan de andar por casa, me quitaba de encima cualquier temor al respecto. Sí, he tenido alguna alucinación a lo largo de mi vida, como oír voces donde no había nadie, o incluso alguna noche despertarme sintiendo un roce en mi cara, o hasta creer ver entre sueños una sombra desvanecerse.
Mi mascota, más bien mi compañero, es un perro de estos multirazas callejero (seguramente abandonado cuando dejó de ser un gracioso cachorrillo) que se buscaba la vida como podía entre las sobras de los contenedores y algunos restos de meriendas del parque, donde fijó su residencia hasta que nos hicimos amigos. Yo con poca cosa que hacer y menos ganas de rutinas diarias después de mi retiro laboral, únicamente me fije la obligatoriedad de ir paseando hasta el parque una o dos veces a la semana para no apoltronarme más de la cuenta.
El camino que tomaba era el transversal para evitar pasar por las calles más concurridas de personas y vehículos. Así mi paseo, entre la ida y la vuelta, era doble que yendo a derecho, pero a mis piernas y mi salud mental (por el ajetreo) le venía mucho mejor esto y durante esas dos horas aproximadas yo ya cumplía con mi auto obligación semanal. De esta forma, fue como conocí a un joven chucho, pero más desgarbado que esbelto por su mala alimentación; mi nuevo amigo.
Yo me solía sentar en el mismo banco siempre, el más apartado del resto, pero a la sombra entre dos buenas copas de árbol. En aquella época me llevaba una bandolera de cuero donde no faltaba un termo con café caliente y un par de sandwiches bien envueltos para que no mancharan el forro de mi rústica bolsa. Lógicamente, era mi desayuno de media mañana, que después de la hora de caminata me apetecía de muy buena gana. En aquella ocasión, justo al desenvolver mi sabroso bocadillo, noté como un hocico asomó tímidamente bajo mis pies olisqueando el manjar.
No me asusté porque rápidamente lo reconocí como el de un perro más hambriento que intimidante. Tire una esquina del triángulo de pan delante de mí para ver la reacción de mi semi oculto vecino. Este, despacio, salió del sitio y después de oler mi ofrenda con delicadeza se la fue comiendo. Me gustó esa actitud tan educada para ingerir aquellas migajas. Al final se acabó comiendo la mitad de mi desayuno como quien no quiere la cosa, pero del todo encantado.
En cosa de una semana (empecé a ir a diario al parque) mi nuevo amigo ya me iba a buscar a la entrada del parque e íbamos juntos al banco a desayunar. Yo ya fui previsor doblando la cantidad de comida. Al marchar, el animal también hacía el camino de vuelta, pero a unos metros de la entrada se despedía al quedarse parado y no siguiéndome más. Fue entonces cuando tuve la idea de adoptarlo y le compre todo lo necesario para trasladarlo a mi piso. Fue curioso que, cuando le puse el collar, aceptara también de buen grado ir de la correa, pensé que él ya lo tenía previsto; lo mismo que, la parada en el veterinario, para su revisión y el resto del papeleo.
La primera noche en casa tampoco fue problemática, seguro que Dogy recién vacunado lo que más querría seria descansar. Siendo su primera noche bajo techo quise que estuviera calentito en la sala y como en febrero la casa estaba todavía algo fría, puse mi vieja catalítica de butano para caldear un poco la estancia. Yo también esa noche estaba más cansado de la cuenta y me acomodé en el sofá viendo un Western clásico por el televisor, al poco ambos nos debimos de dormir muy placidamente. La película se me fundió en negro y yo creo que esa noche ni soñé. La luz de la nueva mañana nos despertó a los dos y como no, fuimos sin falta al parque. Sentarnos en aquel banco más apartado era nuestra costumbre y ahora, viviendo ya los dos juntos, no teníamos por qué cambiarla.
Esa es una rutina que nos muy viene bien a los dos, después de ese largo paseo, al llegar al hogar, solo nos apetece acostarnos y dormir. Yo desde entonces, con mi compañero en casa, descanso como nunca, es cerrar los ojos y todo se funde en negro a mi alrededor, sin sueños o pesadillas molestas hasta despertar a la mañana siguiente. Al final, gracias a Dogy mi perro hijo de mil razas, las rutinas me resultan imprescindibles; de antes, seguramente, las rechazaba por estar solo más como una pataleta que por rebeldía.
Hoy, sentados en nuestro banco, se han puesto al otro extremo una pareja de media edad hablando acerca de un viejo y su perro que llevaban un mes muertos por el monóxido de carbono. No me he enterado de mucho más, pero sí que hay gente descuidada y no es consciente de lo peligroso que puede resultar una vieja estufa de butano. Bueno, veo que Dogy está correteando con otros perros, aunque solo uno parece verle y jugar con él; no hay prisa, podemos seguir, tranquilamente, un rato más aquí.
(898 palabras)
Hola JM, muy bien narrado, no imaginaba ese final, esperaba otra "aparición" de los espíritus y resulta que... (no lo destripo por si alguien lee antes los comentarios que el texto). Buen relato.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu participación.
Un abrazo. :)
Hola, Merche, muchas gracias a ti por la temática de este mes. La línea difusa entre lo real o la vida y lo espiritual o la muerte me parece muy atractiva en cuanto a imaginación y posibilidades.
EliminarSaludos.
Me pareció, aparte de cumplir con las premisas, un relato muy tierno. Un cuento cinológico del Más Allá, e incluso emociona. Bravo por la ocurrencia, de la cual deduzco que además te gustan los animales, y eso , por ende, habla también maravillosamente de ti.Ergo, tu aportación tiene todo bueno
ResponderEliminarHola, Juan. Te agradezco el cumplido, pero honestamente igual no estoy a esa altura aunque sí me gustan los animales y espero que no sea solo literariamente.
EliminarSaludos y suerte. Nos leemos.
Muy buen relato, JM. También a mí me ha gustado mucho y me ha sorprendido ese final tan especial que no esperaba. Una historia preciosa.
ResponderEliminarHola, Marta, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado la historia. Saludos y nos leemos.
EliminarEl único relato que me ha pellizcado el corazón 😔💐
ResponderEliminarHola, de la Flor. Espero que no haya sido para mal el pellizco. Saludos y suerte. Nos leemos.
EliminarY ambos no los saben, siguen felices sin saberlo.
ResponderEliminarEmotivo relato.
Hola, Demiurgo. Ese era el fin, aunque fuera desde otra dimensión. Saludos y suerte. Nos leemos.
EliminarMe ha encantado tu relato! Es muy tierno y al mismo tiempo toda una sorpresa el párrafo final! un abrazote y mucha suerte en el concurso!
ResponderEliminarHola, Marifelita, muchas gracias. Siendo la temática del mes tenía que dar un giro que la vinculara con la historia y caí en esta variante. Saludos y suerte, nos leemos.
EliminarHola JM:
ResponderEliminarMe gusta lo de un perro "multirazas". ¡Precioso relato! ¡Me encantó! Y me sorprendió el final, estaba tan metida en la historia que olvidé el reto y ni lo vi venir. Pero, después de todo, no está mal tener una buena compañía para emprender un viaje importante.
Un abrazo grande.
Marlen.
Hola, Marlen, gracias. Sí se me ocurrió que no necesitaba ser de raza y más siendo un pobre can abandonado. Y lo de cambiar de barrio bien acompañado me parece buena premisa para dos solitarios que se supieron compenetrar.
EliminarSaludos y suerte. Nos leemos.
Los dos seguirán juntos por siempre. Muy tierno.
ResponderEliminarHola, Cristina, muchas gracias. Esa era la idea, juntar dos almas solitarias para que se acompañasen en la eternidad. Saludos y suerte. Nos leemos.
EliminarUn final digno de aplauso. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarSAludos.
Hola, Manuela, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. Saludos y suerte, nos leemos.
EliminarQué encantadora historia... Desde luego no necesitan enterarse de su propia muerte, parece tan felices.... Es una historia para leer con la música que has elegido; le va como anillo al dedo!
ResponderEliminarUn abrazo :)
Hola, Volarela, lo acabas de decir. No necesitan enterarse de su nuevo estado al hacer aquello que desean. Me gusta esa lectura de la historia. Saludos y suerte, nos leemos.
EliminarHola JM siempre estás al filo de entrar o no entrar en el concurso por el tiempo pero siempre nos dejas un relato fantástico y nos sorprende si en este caso es muy tierno y con ese final tan curioso que tengas mucha suerte un abrazo y buen resto de semana.
ResponderEliminarHola, Ainhoa, parece que últimamente desafiando al tiempo es cuando mejor me fluye la improvisación y consigo sacar adelante el reto. En esta ocasión creo que escogí la alternativa más empática, tenía otra más retorcida y por falta de tiempo no la desarrollé, así que mejor.
EliminarSaludos y suerte, nos leemos.
Magia cotidiana. Muy bien planteado, enhorabuena y suerte.
ResponderEliminarHola, Guille, muchas gracias. Suerte igualmente y nos leemos, saludos.
EliminarDe algún modo cuando has introducido el elemento de la estufa de butano por primera vez me he puesto en alerta. El final me ha confirmado lo que intuí líneas atrás. Eso sí, no sé por qué en mi cabeza el dueño era joven, así que me ha gustado saberme equivocada al menos en eso.
ResponderEliminarUn relato muy bien contado. Me ha gustado.
¡Suerte en el Tintero!
Un abrazo.
Hola, Rebeca, pensé que te había contestado y resulta que no ha sido así. Muchas gracias me alegro de que te haya gustado la historia y sí que eres aficionada al género de intriga porque cogiste la buena pista de la estufa de gas. El prota estaba retirado, igual puse algo ambiguo y por eso te confundió, pero diste con la clave.
EliminarPor contestarte tarde veo que en la gala has quedado a un puesto del tintero, me alegro porque tu relato me gusto mucho el tono desenfadado de tu fantasma.
Saludos y nos leemos.
Muy buen relato con un gran mensaje y una profunda reflexión. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. Saludos y nos leemos.
EliminarQue bonita historia, y que bien contada, da gusto leerla.
ResponderEliminarLos dos amo y perro disfrutan de una eternidad juntos y felices.
Me ha encantado te felicito por como desarrollaste toda la narración
Un abrazo JM
Puri
Hola, Puri, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado y más de como has conectado con la historia.
EliminarSaludos y suerte, nos leemos.
Soy Juana, otra vez en el anonimato, o talvez al borde de acompañar a tus entrañables personajes. Una historia preciosa al tiempo que sencilla y que nos va llevando con ternura hasta un final consecuente con el resto, Un abrazo
ResponderEliminarHola, Juana, sin problema. A mí también a veces se me pone tonto el navegador o el filtro que lleva y no me deja ir de cara, pero hago como tú y participo como sea. Me alegro de que te haya gustado esta historia. Saludos y suerte, nos leemos.
EliminarUna historia entrañable y cargada de ternura, su desarrollo conduce a un final inesperado que me deja alguna incertidumbre: si llevaban dos semanas muertos pero, aun así, continuaban con sus hábitos como si nada, durmiendo, yendo al parque, puede incluso que hasta compartiendo el sandwich, esas dos almas, la sensitiva y la racional que diría Aristóteles, me parece a mi que están viviendo por encima de sus posibilidades. Pero ahí está la libertad creativa: bien por tí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Isra. Me gusta que mis historias y más con temática espiritista o paranormal puedan tener varias lecturas sobre algo que creo nadie puede confirmar. En este caso solté la pista de la estufa como aviso y los fundidos en negro (sin sueños ni pesadillas).
EliminarAl pasar al otro lado se puede o no ser consciente del nuevo estatus y lo mismo que puede ser oscuridad, también luz. Estando muertos, los sueños pasan a ser el día y la negrura la noche.
Es una putada cuando justo encuentras compañía te vayas al otro barrio, pero si esos deseos mutuos transcienden como fantasmas pueden continuar como si nada su nueva vida. Y cada mañana disfruten del día como el primero de su sociedad y que sea así siempre sin recordar los anteriores, por ejemplo.
Creo que eso es de interpretación libre y a gusto del lector.
Saludos y suerte. Nos leemos.
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ResponderEliminarHola, JM. Muy buen relato, me ha sorprendido gratamente ese final. Te felicito por tu mirada original sobre el tema al centrarte en el espíritu de un simpático perrete, en este caso amigo fiel más allá de este plano de existencia. Enhorabuena y suerte en el concurso. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Enrique, muchas gracias. Me alegro de que te haya caído simpática la historia y esta pareja que a última hora se encontró para compartir la eternidad.
EliminarSaludos y nos leemos.
¡Hola, JM! Qué gran relato, destila ternura entre la pareja de protagonistas. Me ha encantado leerlo. Hacia el final me estaba temiendo algo porque no había aparecido ningún fantasma, pero para nada el broche de oro con el que lo has cerrado. ¡Qué sorprendente final! Me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, María Pilar, muchas gracias. El giro final era para encajarlo con el reto del mes y escogí la alternativa más favorable para su pareja protagonista. Me alegro de que te haya gustado mi elección.
EliminarSaludos y nos leemos.
Muy bueno, J.M.!! Tiene su exacto punto de humor y de ternura este relato, no sabía por dónde ibas a salir, una narración estupenda. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Lola, gracias. Me gusta quitar hierro a las cosas con un toque de humor. Acabo de ver la gala y veo que estás merecidamente mencionada con tu familia de Apolonio, congrats.
EliminarSaludos y nos leemos.
Hola, JM, pues ese final me ha parecido soberbio, a lo Paul Auster, una historia llena de giros elaborados por el azar que va hilvanándose sin que en apariencia pase nada fuera de lo común hasta que ese final gira y da otra dimensión a la lectura. Me encantó. Felicidades, mucha suerte y un abrazo
ResponderEliminarHola, Pepe, qué gran cumplido me haces. Me alegro de que te haya gustado y como contesto tarde veo que has sido este mes mencionado en la gala y no me extraña, eres uno de los veteranos que no puede faltar, congrats.
EliminarSaludos y nos leemos.
Una historia llena de una gran ternura, con un final inesperado bien llevado, un placer leerte. Mucha suerte, gracias por tu visita yo también me quedo en tu espacio, volveré a disfrutar de tus post-publicaciones.
ResponderEliminarUn abrazo inmenso.
Hola, Rosana, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado y fijo que nos seguiremos leyendo. Yo desde que entré en el tintero ya casi no falto nunca.
EliminarSaludos y nos leemos.
Hola JM. Un relato lleno de ternura y con un final inesperado. Me gustó mucho. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Mirna, gracias. Y como contesto tarde veo que has sido mencionada en la gala, me alegro un montón, es muy merecido, congrats.
EliminarSaludos y nos leemos.
Hola Vanjav. Leí todo el relato esperando a ver por donde salías con el tema de los espíritus, y mira por donde eran ambos. Un relato tierno, que llega más por la voz narrativa en primera persona. Enhorabuena por ese Tintero de Bronce. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, Jorge, muchas gracias. Este mes por fin me toco y eso quiere decir que alguna vez puedo estar a vuestra altura, para mí, es un doble reconocimiento por eso mismo.
EliminarY me alegro de que te haya gustado la historia.
Saludos y nos leemos.
Saludos.
ResponderEliminarBueno este seria un comentario de ultima hora.
Y lo bueno: Vengo a felicitar, porque el relato con el perro incluido gano podio.
Me siento contento.
enhorabuena.
Hola, Jose, gracias. Qué razón tienes, si no hubiera sido por el perro, yo solo por muy fantasma que sea no habría llegado tan arriba. Me alegro de compartirlo y gracias de nuevo.
EliminarSaludos, nos leemos.
¡Enhorabuena, Vanjav, por ese merecido Bronce! Un relato que ha ganado los corazones.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Gracias, Volarela, e igualmente. Tu mujer de la mansión, que no de la curva, con la Luna Llena se iluminó, así que el Tintero de Plata en tu blog, con todo merecimiento, se instaló.
EliminarSaludos y nos leemos
JM, gran relato, que ha obtenido un merecidísimo premio. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Pepe, tú siempre estás ahí. Nos leemos.
EliminarSaludos
¡Enhorabuena, JM!
ResponderEliminarEs inevitable que a los que nos gusta y hemos convivido con perros las historia sperrunas nos encante. Lo que me suele aburrir es que la mayoría de las veces se repiten los relatos de perro encontrado/perro amado con pocos ingredientes más. En tu historia, dotas a Dogy de personalidad, ese modo educado, casi melindroso, de comerse lo que le ofreces.
Es una bonita historia de amor, y e que los multirazas son los mejores, lo más listos, porque los genes mezclados suman, no restan.
El detalle del anciano y su perro muerto justifica el tema propuesto y hace más interesante a Dogy, si cabe.
¡Ah… y otra cosa! Que os he visto a los dos en el sofá, fritos, con la vieja peli del oeste de fondo.
Hola, Tara, muchas gracias. Creo que todos tenemos, en cierta forma, un Alma y cuando conectan no hay más que decir. En este caso, irse a vivir juntos, el último día de sus respectivas vidas para estar toda la eternidad juntos, me pareció la mejor forma de afrontar el reto del mes. Ellos pueden ser conscientes o no de su nuevo estatus, pero están juntos y en Paz.
EliminarYo no me puedo permitir amigos peludos en casa porque tengo todos los enchufes con cables (es mi sino) y lo mismo se me ahorcarían que se electrocutarían.
P.D. Ya ves lo rápido que soy contestando, a ver si eso también lo cambio que me estoy haciendo demasiado comodón.
Saludos y nos leemos
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