Entrada más destacada

Concurso de relatos 41ª ed. La casa de los espíritus de Isabel Allende. (Dogy y yo)

  Concurso de relatos 41ª ed. La casa de los espíritus de Isabel Allende Dogy y yo Yo nunca he tenido miedo de fantasmas o espíritu alguno y...

jueves, 15 de febrero de 2024

CONCURSO DE RELATOS 40ª Ed. EL VIZCONDE DEMEDIADO de Italo Calvino




El Alma se viste con negra capa


Cuando mueres, no vas al Cielo o al Infierno, según tus actos hayan sido buenos o malos. No voy a decir que sea una falacia de los diversos cultos religiosos, pero sí que es una verdad a medias bastante discutible. Que nacemos inocentes y puros es un hecho, al igual que también con un lado oscuro, y que según vayamos actuando en la vida se irán desarrollando. Por eso, cuando nos llege la hora, nuestra brillante Alma estará cubierta, con una fina o más espesa, capa de oscuridad.

Y como nadie ha vuelto del otro lado a desmentirlo, seguimos con la misma canción. Otro argumento basado en una especulación, o sea que si quieres te lo crees o no. Ahora voy a hacer un espóiler de esa película, así que a quien no le guste saber lo que pasa en esa situación pasar mejor no siga leyendo. También es únicamente mi palabra, puede dársele crédito o tomarla como la ensoñación de un desequilibrado.

Avisados, los navegantes, paso a contar mi experiencia:

Yo no era ni bueno ni malo, mis sentimientos, algo de moral, y una pizca de ética, mantenían a raya mis deseos más oscuros. Por eso de cara afuera pasaba por un tipo tan corriente como cualquier otro, pero de puertas adentro tenía mis cosillas y hasta alguna reprimida maldad. Mi última acción en el mundo fue, precisamente, un momento de tensión entre los buenos principios y una de mis negras inquietudes. 

En mi jubilación empecé a cumplir dos deseos que tenía ya desde crío, leer y viajar en tren. Era algo que gracias a mi abono ferroviario podía hacer con bastante regularidad. Mis trayectos eran de media distancia, iba por la mañana volviendo esa misma tarde y durante el camino me leía una novela de aventuras, o intriga, como las de mis años jóvenes; nada de cosas complicadas.

Durante mi último viaje, ya de vuelta enfrente mío, se sentó una señora algo menos mayor que yo, pero con buen porte y elegante. Después de cruzarnos un breve saludo con dos palabras y un gesto, ella sacó un libro (creo que de poesía, no es mi fuerte) y me imitó la pose lectora.

Mi lado oscuro tomó el control de la situación, no permitiéndome continuar con mi aventura literaria. Tengo una debilidad enfermiza, y es mi timidez, con las mujeres que me resultan atractivas, pero mi diablillo busca la forma de compensarlo quitándolas algo suyo; nada valioso, más bien simbólico, como un cigarrillo o un pañuelo de papel.

La hora siguiente me la pasé pensando que recuerdo de esta mujer me podría llevar, lo necesitaba imperiosamente. No había nada a la vista que me sirviera, igual fumaba pero en el vagón no tenía excusa y tampoco yo poseo Rayos X para ver a través de su bolso. Me puse muy nervioso cuando me di cuenta de que un botón de la manga de su blusa andaba colgando, pero aun siendo un buen trofeo no encontraba el modo para arrancárselo sin que se diera cuenta.

Estaba por completo fuera de mí y gracias al libro que me tapaba la cara, si no creo que mi compañera de viaje habría adivinado mis oscuras intenciones. Intentando disimular mi inquietud mirando por la ventanilla fue cuando en su lado de mesita había dejado una tira de cartulina serigrafiada con una publicidad, era un marcapáginas; sea como fuera, antes de salir del tren, habría de ser mío.

Cuando se encendieron las luces, por el ocaso de la tarde, cerré mi libro y lo posé muy cerca de su señalizador, únicamente restaba de que ella se olvidase de él para poder ocultarlo dentro de mi novela de aventuras. Con premeditación, alevosía, y nocturnidad, aproveché la entrada al último túnel para recoger mi libro con el marcapáginas en su interior.

Al ir a guardar la novela en mi bolsa de viaje, ella súbitamente cerró su libro para hacer lo propio. Y fue entonces cuando mi temblona mano dejo que se escarpara la tira de cartulina que revoloteo hasta los pies de mi acompañante. Ella, al verlo planear, con un tono entre serio e irónico, me dijo que me lo podía quedar. Yo me sentí morir de la vergüenza y así fue.

Mi Alma se desprendió de su capa negra y como un pájaro se fue volando a una infinita nada, tan oscura como su plumaje. Ahora, ya desprovisto de mi maldad, la parte pura empezó a vislumbrar una claridad creciente que lo inundó todo con su luz. Estaba claro que yo había cruzado el otro lado, por eso quise hacer una prueba para ver si mi luz podía conectar con mi oscuridad. Hice un esfuerzo supino como de cerrar los ojos y, efectivamente, una negrura volvió a cubrir mi Alma. Repetí el experimento varias veces, con el mismo resultado, hasta que note como un zarandeo que me arrastró hasta al mundo de vuelta.

Las mejillas me ardían como si, además del rubor, también hubiera sido abofeteado. Mi compañera de viaje, me miró aliviada al verme abrir los ojos y creo que, hasta me medio abrazó, por mi regreso de la muerte.

Esta es mi historia y mi amiga Lea lo puede corroborar, me salvo la vida y me curo de paso la timidez. Aquel mismo día, saliendo de la estación, la pude invitar a cenar sin siquiera tartamudear.

(<900 palabras)



31 comentarios:

  1. Te voy a regalar un reloj como el del conejo de Alicia para que no llegues tarde, pero mira, te perdono, porque tu relato es muy muy bueno, que lo sepas, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Tara. Y tanto, hasta para contestar, casi el último día. Me alegro de que te haya gustado. A ver en la próxima si no vamos menos apresurados. 😂🖐️
      Saludos.

      Eliminar
  2. Morir de vergüenza literalmente, pobrecillo. Muy buen relato, JM. Una historia que atrapa desde el principio y se lee con mucha curiosidad. Me ha encantado la situación en que has metido a tu personaje y la forma de mostrar sus miedos y obsesiones. Estupendo tu cuento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Marta. Creo que pasar un apuro parecido a todos nos ha debido de pasar y sin llegar al extremo de mi protagonista algo de apuro y coloretes haber tenido.
      Me alegro de que te haya gustado y hasta en el buen sentido atrapado.
      Saludos.

      Eliminar
  3. Hola, JM. Pues mira, la vergüenza le sirvió a nuestro protagonista para... Perder la vergüenza. Solo tuvo que morir un poquito, je, je, je.
    Llegas justo a tiempo, y te lo agradezco.
    Un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Bruno. Él cree que en su desmayo se murió del todo, pero como bien dices le vino bien para curarse y hasta forjar una buena amistad.
      Sí, ni yo me perdonaría haber llegado tarde por ser tan dejado.
      Saludos.

      Eliminar
  4. Hola, JM! Hermoso relato, muy bien narrado y con esos detallecitos que lo hacen disfrutar más. La vergüenza le sirvió a tu personaje para retornar a la vida y reencauzarla. Como dice Marta, has logrado una situación muy original. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Mirna, muchas gracias. A veces aquello que tanto tememos forma parte de la solución. Pero obligados nos veamos a ello, je, je.
      Saludos.

      Eliminar
  5. Comienzo a caer en cuenta porque en el metro se me pierden cosas

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Lucy. Pues si es algún pañuelo de papel o si fumas un cigarrillo, igual te has topado con él. 😂
      Saludos.

      Eliminar
  6. Curioso hobby el del protagonista! Y muy original manera de acabar con su timidez y conocer a alguien especial! Y vaya un trance, que situación más inesperada! Suerte que estaba Lea cerca para asistirle! Un abrazote!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Marifelita. Efectivamente un lado oscuro, un poco rarito, pero al menos no peligroso o siquiera intimidante. Al final, en su labor de mangante de minucias, dió con quien le curo tanto sus hurtos como la timidez que le inducía a ello.
      Saludos

      Eliminar
  7. Hola Vanjav es un placer leerte con tus historias siempre nos sorprendemos. Y esta tiene de todo un poco pero ante todo una mezcla de luces y alguna sombra. Pero que al final de lo leído acabas sonriendo. Suerte y un abrazo enorme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ainhoa, muchas gracias. Para mí no hay mejor gesto que una sonrisa y eso procuro tenerlo presente en mis historietas.
      Saludos.

      Eliminar
  8. Hola, MJ. Un relato que te mantiene pegada a la pantalla... La frase, "Mi Alma se desprendió de su capa negra y como un pájaro se fue volando a una infinita nada" me ha encantado esa dualidad. Suerte. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Nuria. Tú te has ido al lado más espiritual de la historia y sí, me pareció una forma gráfica de describir el acontecimiento para que fuera algo entendible. Y me alegro de que te haya gustado esa forma de expresarlo.
      Saludos

      Eliminar
  9. Magnífico relato, JM.
    Morir literalmente de vergüenza. ¡Qué bueno!
    Mucha suerte en el concurso.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Estrella, gracias. Para él seguro que no fue de mucho agrado ese desmayo en el que se llegó a creer muerto del todo. Pero, al final, le vino de perlas.
      Saludos

      Eliminar
  10. Muchas gracias, JM, por participar con este relato en el homenaje a Italo Calvino y el El vizconde demediado. ¡Suerte!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De nada, M.A. A ti por la propuesta un tanto extraña para mí, pero al final me salió la forma de poder participar.
      Saludos.

      Eliminar
  11. Tu historia me atrapó desde el principio, muy interesante eso de viajar en tren para ir leyendo un libro, querer guardar un recuerdo de la otra pasajera, pensar en el botón e intentarlos con el señalador, morir casi de vergüenza y ese final, me ha gustado mucho, un abrazo.
    PATRICIA F.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Patricia. Me alegro de que te haya gustado. Lo de leer en el tren no es nada raro, pero lo de sacar un billete exprofeso para ello igual no es tan mala idea. Un momento de vergüenza supina puede ser terrible y con un carácter retraído, insufrible.
      Saludos.

      Eliminar
  12. Hola, JM. Me ha gustado tu relato, con ese protagonista tan peculiar (lo de robar para compensar me ha encantado) y esa muerte simbólica final. Suerte en el concurso. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Enrique, gracias. Creo que todos de una u otra forma buscamos el equilibrio compensando las cosas. Y este siendo cosas sin valor intrínseco más que el de saciar su necesidad, no lo veo mal.
      Saludos

      Eliminar
  13. Hola Vanjav. Pues yo tampoco se lo que hay después de la muerte pero, si hay algo, lo averiguaré algún día. Literalmente has matado de vergüenza a tu personaje, que ya hay que ser vergonzoso para morir de ello, pero parece que le salió bien pues se llevó un marcapáginas y una compañera de vida. Un relato simpático por momentos y muy ingenioso. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Jorge. Ya habrás visto que tímido en cuestión también era algo exagerado. Se siente morir de vergüenza y solo se desmaya, pero al despertar se cree que vuelve del más allá. El caso es que se curó y hasta hizo buenas migas con su salvadora.
      Me alegro de que te haya gustado, Saludos.

      Eliminar
  14. Si nos querías hacer creer que había descarrilado el tren, al menos conmigo, lo has conseguido.
    Aquí parece que el protagonista ha perdido una parte de él, pero ni la buena ni ña maña, solo una parte. Él supondrá que la mala, porque la jugada le ha salido muy bien.
    abrazo y suerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Gabiliante. Lo que le descarriló fue la conciencia al ser pillado in fraganti llevándose el recuerdo. Pero como bien dices le salió la jugada de pegada. 😂
      Saludos.

      Eliminar
  15. Eso de morirse de vergüenza mira tu por donde puede ser cierto, aunque tu protagonista lo consiguió el resultado le fue el esperado sobre todo para él.
    Interesante y original relato . Bien contado
    Un abrazo JM Vanjav
    Puri

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Puri. El de lo mal que se sentía al ser descubierto en su hurto sí que se lo creyó. Por eso al volver en sí del desmayo por las bofetadas de su acompañante, pensó que volvía del más allá. Bueno, también encontró una buena amistad que no dudará, en caso de recaída, volverlo a abofetear. 😂
      Saludos.

      Eliminar
  16. Eso de morirse de vergüenza mira tu por donde puede ser cierto, aunque tu protagonista lo consiguió el resultado le fue el esperado sobre todo para él.
    Interesante y original relato . Bien contado
    Un abrazo JM Vanjav
    Puri

    ResponderEliminar