La noche empezaba a caer y yo seguia sentado, en el pequeño saliente, con las piernas colgando al vacío. En las tres horas que llevaba así, tuve tiempo de repasar el día, por completo. De como, por mi testarurez, acabé haciendo la senda sólo; también, el porqué, me vine sin decírselo a nadie; la forma tan tonta, en la que agoté la batería del móvil usando el GPS, por seguir adelante, a pesar de la niebla, en vez de darme la vuelta; y por último, por asomarme, más de la cuenta, para ver la caida, resbalarme y acabar así.
Tres horas, tres escasos metros, verticales e insuperables, hasta el sendero; y trescientos más, en caida libre, haciá abajo. Con el paso del tiempo, mi desesperación inicial, pasó a ser impotencia; ahora, cuando el último rayo de luz, se va apagando enfrente mío, sólo siento resignación hacía lo inevitable.
Así, sin esperanza alguna, fantaseo con la Parca. La desafio, a que venga a buscarme, antes de quedarme dormido por el agotamiento, y caer al vacío. Doblo la apuesta, si cuando me de la mano, soy capaz de contar hasta diez, me perdona y permite que me redima de todas mis idioteces de este maldito sábado.
Uno, dos, tres... me despierto sobresaltado, soñaba con ella. Sigo sentando en el pequeño saliente, con las piernas ya completamente dormidas, guardando el equilibrio como puedo con los brazos, también, muy entumecidos. Creo que, en esta oscura noche, ya tengo los segundos contados. Ahora, bien despierto, vuelvo a contar despacio: uno, dos, tres...
...diez, crack !!!
He caido, pero he llegado a diez! no siento los brazos, ni las piernas, tampoco veo nada...
...abro los ojos, me duele todo el cuerpo, esta amaneciendo! la Parca ha cumpido?
Pues si, mi última estupidez fue no darme cuenta, cuando aun era de día, que a un metro y medio, justo por debajo del saliente, pasa un canal. Bueno, creo que finalmente, he aprendido la lección, sólo tengo que seguir por el seco acuifero, hasta donde se cruce con el camino, y volver sobre mis pasos.
Mientras avanzo torpemente, pero teniendo el cuidado que me falto el día anterior, pienso que mis decisiones y acciones equivocadas, no van a ser tan fáciles de deshacerse, pero eso...
...ya será otra historia.
Tres horas, tres escasos metros, verticales e insuperables, hasta el sendero; y trescientos más, en caida libre, haciá abajo. Con el paso del tiempo, mi desesperación inicial, pasó a ser impotencia; ahora, cuando el último rayo de luz, se va apagando enfrente mío, sólo siento resignación hacía lo inevitable.
Así, sin esperanza alguna, fantaseo con la Parca. La desafio, a que venga a buscarme, antes de quedarme dormido por el agotamiento, y caer al vacío. Doblo la apuesta, si cuando me de la mano, soy capaz de contar hasta diez, me perdona y permite que me redima de todas mis idioteces de este maldito sábado.
Uno, dos, tres... me despierto sobresaltado, soñaba con ella. Sigo sentando en el pequeño saliente, con las piernas ya completamente dormidas, guardando el equilibrio como puedo con los brazos, también, muy entumecidos. Creo que, en esta oscura noche, ya tengo los segundos contados. Ahora, bien despierto, vuelvo a contar despacio: uno, dos, tres...
...diez, crack !!!
He caido, pero he llegado a diez! no siento los brazos, ni las piernas, tampoco veo nada...
...abro los ojos, me duele todo el cuerpo, esta amaneciendo! la Parca ha cumpido?
Pues si, mi última estupidez fue no darme cuenta, cuando aun era de día, que a un metro y medio, justo por debajo del saliente, pasa un canal. Bueno, creo que finalmente, he aprendido la lección, sólo tengo que seguir por el seco acuifero, hasta donde se cruce con el camino, y volver sobre mis pasos.
Mientras avanzo torpemente, pero teniendo el cuidado que me falto el día anterior, pienso que mis decisiones y acciones equivocadas, no van a ser tan fáciles de deshacerse, pero eso...
...ya será otra historia.
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