Para empezar, en mi caso, defiendo la acepción de freak sobre el uso de friki lo siento (es retórico, LoL); Yo. las expresiones friki o friqui, las veo más próximas a un lila del entorno; no tengo nada contra ellos, más bien envidía de alguien cuya realidad esta en su mundo y todo lo demás es solamente su envoltorio. Los freak, por suerte y por desgracia, diferenciamos ambas realidades, la real real y la real virtual; y lo de raros, por muchos que nos podamos llegar a juntar, forma parte de nuestro ADN.
Sin mas rollos diré que la pasada noche me pasé con la teina, me viene bien al el estomago y para dormir mejor tomar un te antes de acostarme, el problema debío ser que me pasé con la dosis de las hierbas verdes. El te estaba rico y tan fuerte de sabor como de aroma, creo que hasta lo podría haber usado de tinta para la pluma, en caso de necesidad. La cuestión es que, entre las veces que me dormí y desperté, todas seguidas y engranadas como los vagones de un tren, tuve en cada sueño un episodio distópico. Curiosamente, de antes, los llamaba sueños pesados y me quedaba corto en la medida.
Así que anoche tuve una temporada completa de En los límites de mi realidad, tal cual como cuando empalmaba episodios y en un finde caia una de veinticuatro o en un día las de trece. El gusano espacio tiempo, también andaba con sus excesos, mezclandome las situaciones y los personajes a su capricho. Era curioso ver a gente real que ya no está entre nosotros, más jóvenes que cuando nos dejaron y, encima, más delgados y con mejor presencia que la nunca tuvieron en su vida; se ve que el otro barrio les sienta bien y los trata mejor que este Valle de Lágrimas (perdón, me vino al pelo).
No voy a ser dramático y puedo, más por las sensaciones remanentes que por los escasos recuerdos totalamente diluidos que me quedan, decir que ninguna de las visiones fué macabra, o siniestra, ni siquiera inquietante; sólo versiones alternativas de la realidad, donde la imaginación llevaba el control con buen rollo, pero eso sí, con la tensión propia de una representación coral, vamos como la vida misma. El caso es que este duerme vela, durante toda la noche, hace que al llegar las seis de la mañana a la estación de destino, lo primero que te viene a la cabeza es que no has dormido y mucho menos que hayas descansado lo suficiente.
El sueño se despeja con el final de la última distopía, desvaneciendose, hasta que al abrir los ojos desaparece por completo. Ahora toca empezar a pensar en la rutina de todos los días.
No, primero te planteas, apoyado por el cansancio y la laxitud del momento, si te resultaría mejor seguir visionando la siguiente temporada de tus mundos alternativos a la carta, en vez de levantarte y enfrentarte a lo que te deparará el día, estando así de cansado... y tan desmotivado...
La solución es fácil, cargar menos la tetera, de te verde, del negro, o del color que sea; tomarlo me viene bien al estómago, para hígado y por lo que se ve, también, para la imaginación noctambula. Dos días seguidos, mejor dicho, dos noches así y seguramente acabo lila*, como decimos aquí. Llegado el caso, sin problema, corregiría la entrada del blog eliminando el primer párrafo. De momento así lo voy a dejar, más adelante... :P
*Lila: Bobo, ingenuo, gracioso y loco no peligroso, que vive en la higuera...
Sin mas rollos diré que la pasada noche me pasé con la teina, me viene bien al el estomago y para dormir mejor tomar un te antes de acostarme, el problema debío ser que me pasé con la dosis de las hierbas verdes. El te estaba rico y tan fuerte de sabor como de aroma, creo que hasta lo podría haber usado de tinta para la pluma, en caso de necesidad. La cuestión es que, entre las veces que me dormí y desperté, todas seguidas y engranadas como los vagones de un tren, tuve en cada sueño un episodio distópico. Curiosamente, de antes, los llamaba sueños pesados y me quedaba corto en la medida.
Así que anoche tuve una temporada completa de En los límites de mi realidad, tal cual como cuando empalmaba episodios y en un finde caia una de veinticuatro o en un día las de trece. El gusano espacio tiempo, también andaba con sus excesos, mezclandome las situaciones y los personajes a su capricho. Era curioso ver a gente real que ya no está entre nosotros, más jóvenes que cuando nos dejaron y, encima, más delgados y con mejor presencia que la nunca tuvieron en su vida; se ve que el otro barrio les sienta bien y los trata mejor que este Valle de Lágrimas (perdón, me vino al pelo).
No voy a ser dramático y puedo, más por las sensaciones remanentes que por los escasos recuerdos totalamente diluidos que me quedan, decir que ninguna de las visiones fué macabra, o siniestra, ni siquiera inquietante; sólo versiones alternativas de la realidad, donde la imaginación llevaba el control con buen rollo, pero eso sí, con la tensión propia de una representación coral, vamos como la vida misma. El caso es que este duerme vela, durante toda la noche, hace que al llegar las seis de la mañana a la estación de destino, lo primero que te viene a la cabeza es que no has dormido y mucho menos que hayas descansado lo suficiente.
El sueño se despeja con el final de la última distopía, desvaneciendose, hasta que al abrir los ojos desaparece por completo. Ahora toca empezar a pensar en la rutina de todos los días.
No, primero te planteas, apoyado por el cansancio y la laxitud del momento, si te resultaría mejor seguir visionando la siguiente temporada de tus mundos alternativos a la carta, en vez de levantarte y enfrentarte a lo que te deparará el día, estando así de cansado... y tan desmotivado...
La solución es fácil, cargar menos la tetera, de te verde, del negro, o del color que sea; tomarlo me viene bien al estómago, para hígado y por lo que se ve, también, para la imaginación noctambula. Dos días seguidos, mejor dicho, dos noches así y seguramente acabo lila*, como decimos aquí. Llegado el caso, sin problema, corregiría la entrada del blog eliminando el primer párrafo. De momento así lo voy a dejar, más adelante... :P
*Lila: Bobo, ingenuo, gracioso y loco no peligroso, que vive en la higuera...
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