Hay muchas situaciones y circunstancias que nos hace sentir fuera de sitio, tanto que creemos sentir el vértigo de un abismo sin fondo. La verdad suele ser otra, afortunadamente (van dos veces ya), nosotros mismos magnificamos las situaciones tanto las buenas como las malas. Si, parece que nos gusta o estar eufóricos o depresivos y pasarnos la existencia haciendo dientes de sierra con nuestros biorritmos.
Siendo honestos, si ha podido haber alguna adversidad en nuestra existencia que se haya hundido hasta el fondo; el pero es que, consciente o inconscientemente, tenemos un instinto de supervivencia, posiblemente nuestro último vestigio de rebeldía, innato que nos protege en estas duras situaciones aunque sea en contra de nosotros mismos.
Para ser coherentes, tanto para las cosas buenas como para las malas, con un muy bien o un bastante mal, es suficiente y para situamos en el escalón adecuado de nuestro estado de ánimo, en esos momentos que creemos que nada vale nada. Es fácil decirlo pero llevarlo a la practica en el momento álgido es otra historia. Pues no, por mal que se esté con motivo o autosugestionados, no se nos ha ocurrido, nunca, pensar que en el fondo donde creemos estar, todavía se nos puede hundir el suelo bajo nuestros pies.
La manera menos dura de afrontar estas difíciles situaciones, en todos los ámbitos, es la de fijar nuestro nivel real y no decir directamente 0. Cero es nada, uno muy poco pero es algo, y nuestro instinto de supervivencia hará el resto, paso a paso. Somos mas fuertes de lo que nos creemos y solo necesitamos ponernos a andar para demostrarlo.
PD: Cuando creemos que hemos tocado fondo todavía se nos puede hundir el suelo que pisamos.
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