Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.
Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, y como tantas cosas que se dicen, no es cierto; lo último que se pierde, en este mundo, es la vida, tanto si se tiene o no esperanza. Cuando te encuentras en una situación límite, la esperanza y el miedo que nos atenaza, van de la mano. La primera tira del segundo y hay un instante o una eternidad, el tiempo tampoco cuenta ya, en que la vida se despide con un videoclip en nuestra mente para dar paso al fundido en negro de la muerte.
¿Por qué lo se? Muy simple, yo estuve allí, lo viví o mejor dicho me morí. ¿Cómo he vuelto, entonces? Abrí los ojos y la eternidad de esa oscuridad absoluta se volvió luz al cabo de un año en tiempo terrestre, justo un año.
Cuando alguien sin familia, sin amigos, solo conocidos; que es representante autónomo y se pasa, casi cada día del año en la carretera; sin domicilio fijo y una cuenta corriente, suficientemente saneada, para hacer frente a los pagos domiciliado durante un año; Si un día desaparece, no es echado en falta, al menos, en los doce meses siguientes.
Ese fue, precisamente, mi caso y, como he mencionado, nadie se entero de ello. Hace un año por estas fechas, casi terminando el invierno; este quiso despedirse, con una ola polar de frío, por todo lo alto. A mi me pillo, volviendo por un puerto secundario de montaña, que en una hora quedó intransitable su coronación. Yo estaba, justo comenzando su descenso, con la cellisca, no vi el giro cerrado de la curva sin guardaraíl y, literalmente, me precipite con el coche al vacío.
En los breves segundos de caída libre y mi incrustación en el nevero del fondo del barranco, me aconteció lo descrito en el primer párrafo de este relato, palabra por palabra e imagen por imagen. Congelado, como un trozo de carne; que al año siguiente, por el deshielo masivo, al entrar la primavera; se calentó, y volvió a la vida, como otro milagro más de la Madre Naturaleza.
Bueno, no me importa mucho la explicación científica o mística, que pueda tener mi caso. La cuestión es están todos mis clientes esperando, como endemoniados, que les reponga los cirios y las velas de sus iglesias; las de led, no acaban de convencer a los feligreses, aunque sean más económicas ;)
Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, y como tantas cosas que se dicen, no es cierto; lo último que se pierde, en este mundo, es la vida, tanto si se tiene o no esperanza. Cuando te encuentras en una situación límite, la esperanza y el miedo que nos atenaza, van de la mano. La primera tira del segundo y hay un instante o una eternidad, el tiempo tampoco cuenta ya, en que la vida se despide con un videoclip en nuestra mente para dar paso al fundido en negro de la muerte.
¿Por qué lo se? Muy simple, yo estuve allí, lo viví o mejor dicho me morí. ¿Cómo he vuelto, entonces? Abrí los ojos y la eternidad de esa oscuridad absoluta se volvió luz al cabo de un año en tiempo terrestre, justo un año.
Cuando alguien sin familia, sin amigos, solo conocidos; que es representante autónomo y se pasa, casi cada día del año en la carretera; sin domicilio fijo y una cuenta corriente, suficientemente saneada, para hacer frente a los pagos domiciliado durante un año; Si un día desaparece, no es echado en falta, al menos, en los doce meses siguientes.
Ese fue, precisamente, mi caso y, como he mencionado, nadie se entero de ello. Hace un año por estas fechas, casi terminando el invierno; este quiso despedirse, con una ola polar de frío, por todo lo alto. A mi me pillo, volviendo por un puerto secundario de montaña, que en una hora quedó intransitable su coronación. Yo estaba, justo comenzando su descenso, con la cellisca, no vi el giro cerrado de la curva sin guardaraíl y, literalmente, me precipite con el coche al vacío.
En los breves segundos de caída libre y mi incrustación en el nevero del fondo del barranco, me aconteció lo descrito en el primer párrafo de este relato, palabra por palabra e imagen por imagen. Congelado, como un trozo de carne; que al año siguiente, por el deshielo masivo, al entrar la primavera; se calentó, y volvió a la vida, como otro milagro más de la Madre Naturaleza.
Bueno, no me importa mucho la explicación científica o mística, que pueda tener mi caso. La cuestión es están todos mis clientes esperando, como endemoniados, que les reponga los cirios y las velas de sus iglesias; las de led, no acaban de convencer a los feligreses, aunque sean más económicas ;)
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