La verdad es que con las películas sobre super héroes no suelo pedir mucho. Es fácil superar cinematográficamente tanto las historias de comic, dotando a los personajes de algo más del bidimensional y típico relieve; como de elevar a la enésima potencia el grafismo de sus ilustraciones gracias a la tecnología digital actual; y por supuesto, pasar de los diálogos de viñeta a dos frases seguidas coherentes tampoco es un imposible. Por todo ello, sin ser un incondicional del género, el aprobado es de lo más asequible.
Con IronMan 3 no podía ser de otra manera, y eso que el hombre de hierro fue mi guía en la galaxia de Mavel. La actualización y vuelta de la historia no me ha parecido para nada desacertada. Es más, después del visionado de la tercera entrega, revise las dos anteriores dejando para el fina la primera, reafirmando mi opinión por triplicado. Tal vez, el cebo de la trampa que me hace llegar a esta opinión, sea la elección del protagonista.
El pobre Robert Downey Jr es el motor tanto del hombre de hierro como de su álter ego Tony Star. Enfundado en su flamante armadura, o de paisano, se come todos los planos donde aparece, la simbiosis actor personaje es digna de producciones mucho más exigentes y pretenciosas. El plus de su interpretación son los constantes chascarrillos, generalmente, más ingeniosos que burdos; ya en su participación en los vengadores se llevó la palma junto con un, en todos los sentidos, salvaje Hulk. Para una película de evasión, destaca tanto o más que los FX empleados, en mi opinión, es el mayor acierto de la serie.
Opiniones y reflexiones con una lógica un poco particular. Simplezas con sal y pimienta para que no sean tan simples. Tonterías profundas que no teorías profundas.
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