No es por querer ser gracioso o más cínico que de costumbre pero, realmente, hay días en los que hasta las circunstancias mas cotidianas se alían en una cruzada contra uno, sin darnos tregua ni respiro.
No es una cuestión de mala suerte y de que todo lo negativo lo atraigamos como un imán. Es una simple cadena de pequeñas fatalidades que nos va amarrando y, si bien no nos fondea, si nos deja con el agua a la altura de los ojos. Lo peor de todo es la combinación térmica, je je je; la cabeza llega a inflamarse con tanta acumulación de imprevistos negativos pero, por otro lado, nos sentimos helados por la falta de capacidad de no poder solucionar tanto despropósito junto. El remate es que siempre nos acontece en los momentos de menos reflejos y con una falta de soltura intelectual casi desesperante.
No es algo que ocurra a diario (ufff, afortunadamente), pero si con cierta previsible regularidad y nunca de una manera llevadera. Utiliza la misma filosofía que el suplicio: Infringir daño sin provocar desvanecimiento. Vamos que seas consciente del dolor sin sucumbir y acentuado por la impotencia de no poder evitarlo.
No es necesario que dé detalles ni ejemplos de esto que describo. Creo que todos (paso de decir también todas, si no excluyo, también vosotras estáis incluidas) hemos tenido este tipo de visita y sabemos la jaqueca que nos puede llegar a producir.
No es fácil de llevar ni tampoco acostumbrarse a estos días donde todo sale a medias, ni mal del todo para que no nos deprimamos, ni próximo para que podamos capearlo sin llevarnos el chaparrón. En estas jornadas, hasta mi frase: ...de los malos momentos experiencia, pega un patinazo y se estrella contra el suelo de la realidad mas dura.
No es algo que duré eternamente pero, cuando se extingue este collar de pequeñas fatalidades, nos deja un regusto amargo, sabedores que su próxima cita será en fecha imprevista, pero no a largo plazo.
No es para darlo ya mas vueltas y, cuando me toque su siguiente visita, lo tomaré como una revalida socio-laboral. Suena bien (je je) y si la suspendo, seguro que sin tardar mucho, tendré otra oportunidad para examinarme de nuevo. :-)
Opiniones y reflexiones con una lógica un poco particular. Simplezas con sal y pimienta para que no sean tan simples. Tonterías profundas que no teorías profundas.
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viernes, 23 de abril de 2010
sábado, 3 de abril de 2010
La verdad de las cosas que decimos y de las que nos dicen
Hoy toca tontería en toda regla, cuatro días de asueto dan para esto y mas. Después de haber consumido la mitad de las mini vacaciones, en una reposición del estrés personal, y de la mejor hora robada al sueño del fin de semana pasado, viene el ratito de reflexión, nunca están a gusto las neuronas de uno.
Hay algo que con el tiempo llegamos a dominar y manejamos con maestría. Es la forma de matizar las cosas que decimos. Si, podemos decir algo y maquillarlo tanto o mas que nuestro propio aspecto.
No solamente usamos la entonación que más nos interesa, si no que además, las frases y los giros que empleamos, acaban alterando tanto el mensaje original que ni con una prueba de ADN le encontraríamos la paternidad.
Aun cuando se pretende ser objetivo, al hablar, añadimos diversos matices subjetivos. Con tantas variables, la única manera de sacar algo en claro, radica en el conocimiento que tengamos del interlocutor y de la confianza que este nos merezca.
Esta claro que creernos portadores de la verdad es algo relativo y utópico. Siempre añadiremos algo de nuestra cosecha aunque esta no sea nuestra intención. Si lo tenemos en cuenta y lo aplicamos con todos, incluidos nosotros mismos, igual no perdemos el gen original de sinceridad :-)
Hay quien hace una cruzada de la verdad y de su persona, obviando lo comentado en esta tontería. El problema no radica mas en la intención que se tiene al decir las cosas que en la verdad en si misma. Una verdad sesgada, o sacada de contexto, o dicha a medias; adornada con frases dirigidas y entonada para infundir miedo, desasosiego, etc. Esto es una MENTIRA MAL INTENCIONADA Y VIL.
Este es un arte oscuro que suelen dominar los medios de comunicación dirigidos (hay alguno libre o independiente?), los grupos políticos y las diversas religiones o sectas. Todos ellos parten de un ideal noble, unos compromisos sociales dignos y una forma de vida comprometida con sus semejantes.
Pero, a la hora de la verdad, en la aplicación de sus idearios, compromisos o credos, queda subyugada por el poder de dominar y dirigir masas. Así, que partiendo de una verdad, llegamos a algo que es de todo menos sincero y honesto; salvo contadas y honrosas excepciones.
Hay algo que con el tiempo llegamos a dominar y manejamos con maestría. Es la forma de matizar las cosas que decimos. Si, podemos decir algo y maquillarlo tanto o mas que nuestro propio aspecto.
No solamente usamos la entonación que más nos interesa, si no que además, las frases y los giros que empleamos, acaban alterando tanto el mensaje original que ni con una prueba de ADN le encontraríamos la paternidad.
Aun cuando se pretende ser objetivo, al hablar, añadimos diversos matices subjetivos. Con tantas variables, la única manera de sacar algo en claro, radica en el conocimiento que tengamos del interlocutor y de la confianza que este nos merezca.
Esta claro que creernos portadores de la verdad es algo relativo y utópico. Siempre añadiremos algo de nuestra cosecha aunque esta no sea nuestra intención. Si lo tenemos en cuenta y lo aplicamos con todos, incluidos nosotros mismos, igual no perdemos el gen original de sinceridad :-)
Hay quien hace una cruzada de la verdad y de su persona, obviando lo comentado en esta tontería. El problema no radica mas en la intención que se tiene al decir las cosas que en la verdad en si misma. Una verdad sesgada, o sacada de contexto, o dicha a medias; adornada con frases dirigidas y entonada para infundir miedo, desasosiego, etc. Esto es una MENTIRA MAL INTENCIONADA Y VIL.
Este es un arte oscuro que suelen dominar los medios de comunicación dirigidos (hay alguno libre o independiente?), los grupos políticos y las diversas religiones o sectas. Todos ellos parten de un ideal noble, unos compromisos sociales dignos y una forma de vida comprometida con sus semejantes.
Pero, a la hora de la verdad, en la aplicación de sus idearios, compromisos o credos, queda subyugada por el poder de dominar y dirigir masas. Así, que partiendo de una verdad, llegamos a algo que es de todo menos sincero y honesto; salvo contadas y honrosas excepciones.
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