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jueves, 17 de mayo de 2018

La tertulia de las diez: "La pesadilla del otro lado"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

No se puede o, mejor dicho, no se debe cenar tarde y fuerte aunque sea sábado y el domingo te pueda dar el medio día en la cama. Es una mala costumbre que después de padecer sus consecuencias varias veces, ni el insomnio ni las molestias estomacales, pasadas unas semanas me evitaban volver a repetirlas.

Todo cambio este último sábado, se ve que me tocaba darme el atracón y lo hice, además casi a media noche. Pensé que dormiría porque, justo al acabar, me dio sueño y solo fue un espejismo de poco más de media hora, a la una estaba el uno, es decir yo, despierto como búho.

Después de dar todas las vueltas posibles en la cama, levantarme a tomar de todo para el estómago, e ir otras tantas al servicio; ya, a eso de las tres de la mañana, me rendí y opté por leer algo para cansar la vista y por agotamiento físico, mental y visual, acabar dormido; que jodido ya lo estaba.

Escogí un libro de relatos cortos de terror, el primero que salía era uno titulado "El castillo del otro lado". Miedo no me dio, era de un tipo que heredó un castillo, para poderlo escriturar, tenia que depositar una pequeña parte de su valor, como fianza, y pasar una noche en él. Al día siguiente iría el notario a hacer el papeleo. El caso es que, nuestro hombre, se acostó y durmió tranquilamente; solo que, al despertarse, pasaba como al otro lado del castillo y se daba cuenta de ello porque, a través de los espejos, de las diversas estancias, veía lo que pasaba en el mundo real. Así que ve como, el notario se embolsa el depósito, al no encontrarle a él como habían quedado. El final, sí es un poco macabro, porque en su desesperación el protagonista recorre el castillo buscando una salida y en cada puerta que abre encuentra un esqueleto, seguramente, de los anteriores supuestos herederos que tuvieron ese fin que será el suyo.

Al final, me dormí y creo que bastante tiempo aunque descansar poco porque tuve una pesadilla relacionada con el relato; solo, que era yo mismo, en mi propia casa, que al mirar a través de los espejos veía el lado correcto, pensaba (en mi sueño) que era pesadilla y cada vez que abría los ojos vuelta a empezar.

Me desperté como si hubiera estado toda la noche corriendo, de un lado para otro, y sudando literalmente. Al mirar el reloj no entendí la hora 00:80 —esa hora no existe— me dije en voz alta como si esperara responderme, seguía sudando y no quería ponerme más nervioso. Al fondo estaba el televisor encendido, sin volumen, se lo quité para leer y me debí dormir sin apagarlo; estaban dando noticias y las letras, que casi no distinguía, me parecían raras también. Al poco pasaron al tiempo, al ver el mapa lo reconocí pero también estaba invertido  —joder ya está bien que me he despertado— pensaba ahora, sin mover lo labios siquiera, de lo nervioso que ya me había puesto.

Cerré los ojos y no quería ya tener nada en mente, seguía con el estómago revuelto, ahora por partida doble y, de cansado que estaba, ya no se si siquiera seguía asustado. Al rato abrí, de nuevo los ojos, el televisor mudo seguía dando imágenes, ahora parecía una tertulia periodística, debajo salían los nombres de los integrantes. Es curioso los leía sin problema y la hora, también, era coherente 08:30.

Epílogo

En los minutos que abatido cerré los ojos, instintivamente me di vuelta para el otro lado y me quedé dormido, al despertar ya no tenía de primer plano el espejo de cuerpo entero del espejo del armario empotrado sino el reloj y el televisor. Esta claro que cenar fuerte y tarde provoca situaciones de este tipo y hasta que no tenemos un momento de respiro y relajación.

Epílogo II

Acabo de encontrar este manuscrito al lado de un esqueleto acostado; en una habitación, con un armario empotrado con un gran espejo en medio, al otro lado hay un viejo televisor y una caja de plástico, que parece, como esos relojes despertadores del siglo pasado. No se que encontraré en la siguiente estancia, me está dando mal rollo esto de la herencia del palacete.

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