A simple vista parece fácil clasificar y diferenciar a la gente habladora. Básicamente, tenemos a los charlatanes por un lado y a los bocazas por otra parte. Los primeros son aquellos incapaces de estar callados y hablan de lo que sea, sepan del tema, o no tengan ni la menor idea del mismo. Los segundos, en cambio, nos caracterizamos mas por hablar fuera de lugar, que por la cantidad de nuestra verborrea; generalmente, tenemos algo de conocimiento, pero Murphy parece ser nuestro asesor, y así nos va cuando abrimos la boca.
Es normal que los hombres con nuestra limitación comunicativa, todavía usamos los gruñidos cuando no encontramos la palabra apropiada o no nos molestamos en buscarla, tengamos tendencia a ser el inagotable charlatán que se enrolla con todo y todos y no calla ni en un velatorio, o bien un hablador mas moderado que aguanta ratos de silencio pero cuando abre la boca, no se preocupa mas que de soltar lo que va a decir descuidando la forma o si es oportuno o no el comentario.
Con las mujeres habladoras, la cosa se complica dada su facilidad comunicativa, pueden ser charlatanas infatigables y además bocazas. Ciertamente son los casos extremos, he querido mirar estadísticas de share televisivo, pero haberlas las hay. Por supuesto no existe ninguna acritud en el comentario; si alguna lo lee y se siente ofendida que cambie de canal, en este caso, de blog.
Yo era incapaz de memorizar una lección de historia, por lo que facilmente metía la pata dos tres o... veces, en cambio, podía replicar, hasta la saciedad o agotamiento, al profesor de turno la baja nota obtenida; por lo tanto un bocazas. Otros conoce la vida de cualquier famosete o arrimado como si fuera la suya y la de su propia familia, pasarse el día entero hablando de ello y repitiéndolo sin fatiga; estos son los charlatanes. Casos extremos existen, por parte de ambos ejemplares de la palabra, lo normal es ser usuarios avezados o como mucho avanzados; un poco de sentido común nos queda y no estamos todo el rato dando rienda suelta a la lengua. Bueno, hay días que si.
En una conversación donde nos juntamos algún bocazas con un charlatán (eludo, a propósito, los géneros y dejo la suspicacia para las réplicas, si las hubiera), la expresión diálogo de besugos adquiere sentido literal, cualquier oyente externo puede dar fe de ello. Como en todo, el sentido del humor, es quien define el terreno de juego y puede ser lo mismo un divertimento de variedades, que una bronca épica, que un aluvión de verborrea sin ton ni son.
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