Las historias de fantasmas están bastante trilladas en el cine y, que aporten algo nuevo, resulta una labor bastante complicada. Los ingredientes ahí están:
- Contar con un guión suficientemente sólido que incluya varios giros para mantener el interés hasta el final.
- Encuadrar la historia en una época y lugar donde la fotografía de exteriores y la ambientación de los decorados nos mantenga inmersos.
- Una música envolvente y un ritmo lento o rápido, según el momento, sin llegar a decaer ni a hacer perder el hilo de la trama. (Esto vale para cualquier pelí :)
- Utilizar personajes con trasfondo, normalmente atormentados, que resulten creíbles a través de unos actores, convincentes en sus papeles, sin caer en los clásicos clichés.
- No abusar de los efectos especiales y permitir que sean estos el centro de atención de la trama.
Con La maldición de Rookford es precisamente lo que me ha pasado a mí. En su momento, se estrenó en 2012, quedó de lado al ser sólo una más. Ahora, recién visionada, ha supuesto un grato reencuentro con este género o subgénero cinematográfico. Cumple perfectamente con los cinco puntos mencionados al principio. Contar aquí la trama o desvelar algo del envoltorio, en este caso, iría en contra de esta sólida y coherente producción.
Lo que sí puedo comentar, como punto final, es que tanto la duración como su tempo están perfectamente sintonizados y no hay que echar miradas el reloj durante su metraje; por supuesto, para mi gusto y en mi opinión :)
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