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jueves, 17 de mayo de 2018

Libros: "La bruja, la espada y la hija del herrero"

No voy a contar la historia, en esta reseña, porque no viene a cuento, la lectura hay que disfrutarla desde la tapa hasta la contraportada. Todo lo que está entre medio es lo que nos debe dar rienda suelta a la imaginación y cada uno tenemos la nuestra.

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La cubierta y las ilustraciones interiores son obra de Andrea Obregón Mantecón (blog).

El relato de esta épica aventura esta estructurado similar al curso de un río; navegamos por él directos a la desembocadura de la trama, sin perder nunca la perspectiva de las orillas, con suficiente corriente y algún que otro rápido, para mantener el interés a lo largo de su recorrido hasta el final de la novela.

Todos los personajes tienen su personalidad, en especial la protagonista, rebelde pero con conciencia, autodidacta con todo lo que la acontece y tolerante, queda claro que nació en una época equivocada. El resto, también son especiales, con un rol más limitado, siendo engranajes necesarios de la maquinaria.

Desde el comienzo se ven las inquietudes de la muchacha protagonista y como debe tener que tomar importantes decisiones impropias de su situación y edad. La aventura comienza desde el principio, como debe ser, para coger impulso a una trama que va en crescendo. Las diversas paradas por el camino quedan reflejadas en cada capítulo para darnos un respiro y poder poner el marca páginas a la espera del siguiente.

La lectura es fácil, se podría leer de un tirón en una buena sobremesa, eso no quita que la trama incluya referencias sobre discriminación, libertades, igualdad, tolerancia, ecología o, hasta, espiritualidad. Hay pasajes de reflexión y también escenas de acción al más puro estilo vídeojuego.

La novela se podría definir como: Aventuras futuristicas con un toque de fantasía para todas las edades; por lo que contaría con un amplio abanico potencial de lectores. Para mi, lo fundamental de una lectura, es que me entretenga y, como así ha sido, no voy a poner peros a su lectura. Podría debatir algún aspecto más, pero tendría que entrar en detalle y descubrir cosas que es mejor hacerlo leyéndola.

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Por cierto, la autora, es vecina de blog en El Blog de Lídia

La tertulia de las diez: "La lata de tabaco"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Todos los objetos tienen su historia y algunos, son ellos mismos, los que nos la cuentan. Basta que rechacemos las casualidades, como algo fortuito en el momento oportuno, para que nos acontezca una y, no nos quede otra que tener que, mordernos la lengua.

Una tarde volviendo a casa, pensaba que dejar debajo de la bandeja de los cubiertos el dinero para gastos era una tontería y una incomodidad, muchas veces contaba con ello y ya me lo había gastado sin haberlo repuesto por estar en ese sitio tan poco apropiado. Así que, estaba decido a entrar en alguna tienda de todo a euro, para coger una cajita o lata pequeña; y tener así, más a mano y cómodo, el cash de la tienda.

Pues sí, con este pensamiento y esa consecuente intención, me tropecé con una reluciente lata de tabaco a mis pies, tenía el tamaño justo que andaba buscando y, por su reluciente aspecto, parecía estar en perfecto estado. lógicamente, me agache y la recogí. Al examinarla de cerca, pude corroborar que estaba intacta, podría darla el uso de mi pequeña caja de caudales.

Cambie la ruta del todo a euro, por la de un cajero, para empezar con buen pie mi guarda tesoros. Ya en casa, recuperé los casi agotados fondos del cajón de los cubiertos, y junto con lo obtenido en el terminal bancario, hice mi primer depósito en la lata de tabaco.
Los días fueron pasando y las semanas cada siete de los primeros, lo digo así porque no tengo constancia, a pesar del tiempo pasado, que volviera a reponer dinero de mi particular cajita de caudales; en cambio, yo sí seguía con mi rutina e iba sustrayendo, lo justo, para las compras típicas periódicamente.

El caso es que las semanas, agrupadas de cuatro y algún día suelto, daban paso a los meses, y yo continuaba sin tener que reponer dinero, para los pequeños gastos domésticos. Cada vez que abría la lata encontraba billetes, no sabía cuanto había y, aunque aparentemente bajaba el montante, en la siguiente ocasión no apreciaba la merma.

Una noche me dormí dándole vueltas a este misterio que, al menos, en gastos pequeños me había supuesto un ahorro durante ... ---me puse a pensar, y deduje que un año justo, mientras acababa de quedarme dormido.

Me desperté en mitad de la noche, empapado en un sudor frío, como si estuviera envuelto en mitad una densa niebla de ribera; frente a mí, una sombra con la forma no muy definida de una desgarbada silueta que, me hacía oír mis propios latidos, por el pavor ante su espectral visión.

Una cavernosa voz reverberante como de otra dimensión me decía que venia a cobrarse el préstamo, el eco retumbaba con la palabra préstamo y mi corazón ya no era capaz de bombear más deprisa. ---La tétrica voz seguía con su arenga del pago debido. ---Un año ha pasado y vengo a cobrarte un año de tu vida, vida, vida... El que te quedaba cuando me encontraste a tus pies, pies... ---el eco de sus palabras me estaba extremeciendo hasta el paroxismo.

Al fin, cerré los ojos y todo se quedo negro, el frío me iba helando, literalmente, el corazón que; ahora, iba espaciando sus latidos, como si el siguiente fuera solo eco del anterior, hasta que en la oscura y gelida lejanía se perdian definitivamente.

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La tertulia de las diez: "Los cuatro del Pub"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Juan, para los amigos John aunque muchos no tenía, era un hombre liberal y de ello presumía. Toda su vida fue fiel a si mismo y, en vez, de cerrarse en banda a sus ideas se solía abrir a las de los demás.

En el plano sentimental no podía ser menos y, en cuanto intimaba con una chica, le soltaba que él estaba a favor de los tríos. La cosa es que, bien lo dijera en broma o en serio, era el punto de inflexión de todas sus relaciones; al principio la excusa de ellas para dejarlo y, después de unas cuantas espantadas, su propia forma de terminar una relación.

Con el paso de los años, con tanto éxito a sus espaldas, al menos conociendo mujeres, acabó recalando en un Pub con bastante frecuencia. Era como un puerto, o mejor astillero, donde reparar y superar sus continuos desengaños románticos.

Al final la asiduidad al local era, prácticamente, diaria. Por lo que no es de extrañar que conociera allí a Pablo, para los amigos Paul aunque tampoco andará muy sobrado de ellos, y resultara ser otro tío tan liberal como él; que le había pasado parecido con sus relaciones sentimentales.

Al ser ahora dos, John y Paul dejaron la barra, se sentaban en una mesa y pasaban allí las tardes noches; abriendo sus mentes, el uno con el otro, escuchando de fondo la música de su época. Claro, un lugar ambientado estilo retro, sus canciones también tenían que sonar antiguas. Salvo los días de actuación, también con música no más allá de los ochenta o jazz clásico, solamente la clientela fija mantenía la caja de este atraque del siglo pasado.

Un día de esos con música en directo, a la mesa de John y Paul; viendo que estaba medio ocupada se les acerco Jorge, George para los que le conocían ya que amigos no tenia, a pedir permiso para sentarse y ver el espectáculo. George era justo de la mitad de edad que ellos, por eso igual no se cortó y preguntó, pero su mentalidad claramente era afín a la generación anterior de los otros dos.

A partir de aquel día ya fueron tres los ocupantes de mesa de los liberales, John y Paul a un lado y George justo enfrente de ellos. Al final consiguieron tener su trío, no en el aspecto que imaginaban pero sí en el plano amistoso. De hecho, el tema a veces salia con doble sentido, y los tres se partían de risa; todavía seguían buscando a la mujer liberal que cumpliera su fantasía.

Otra broma que, inconscientemente, soltó George fue el día que les dijo que el perro del Barman, el Collie que estaba siempre echado en la entrada como un portero, se llamaba Ringo. Las risas de los tres, despertaron al propio animal, que bostezo y volvió a echarse después del estridente sobresalto.

Es normal que toda esta gente se junte en el Pub Lonely Hearts


La tertulia de las diez: "La casita de la pradera"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Al ver el anuncio no daba crédito a lo que leía, seguro que era un error de impresión, esa magnifica casa no podía ser tan barata. Era cierto que estaba a una hora de la ciudad, pero el pueblo era bonito y las fotos de la casita muy sugestivas. Cas, Castillo en el DNI y Cas para todos los demás, quiso comprobar si el anuncio del periódico era un error o bien la ganga que aparentaba.

Al llamar al número de contacto, Cas se quedó todavía más extrañado, efectivamente el irrisorio precio era correcto, pero como todas las gangas tenía su trampa. El realmente no estaba interesado en comprar una casita de pueblo, pero al ver que, a esa en concreto, le faltaba un cero en el precio, el reclamo fue irresistible y tuvo que salir de dudas. Con la confirmación recibida ahora si era un comprador potencial y más que interesado.

Ciertamente, desde la ciudad hasta el pequeño pueblo, se echaba una hora de viaje. Cas fue puntual a la cita aunque la vendedora ya estaba allí. La buena señora, nada más ver apearse al sesentón del coche, supo que era su cliente y le invitó justo después del saludo, a tomar un café mientras hablaban en la casa de al lado que era precisamente la suya.

—Bien, voy a ir al grano y le voy a decir la condición de la oferta —le dijo la buena señora mientras servía el café y empezó a narrar toda la historia. —El señor que vivía en esa casa no tenia familia y, aunque era reservado y casi ermitaño, siempre fue cortes y buen vecino. La verdad es que todos los de este pueblo somos más o menos así, hace veinte años el pueblo quedó casi abandonado y al morir el último vecino, alguien del ayuntamiento del municipio, tuvo la idea de adquirir todas las propiedades a los posibles herederos e ir revendiéndolas a gente de ciudad que buscara un entorno rural. En aquella época, vino la primera generación de urbanitas, con ganas de la tranquilidad de estar así de apartados. La cosa fue bien, y rápidamente se rehabilitó la barriada, además fueron previsores y para evitar que se pasara la moda y volviera a despoblarse; idearon un plan vecinal muy tentador…

Después de una pausa para acabar de tomar el café sin que se enfriara la vendedora siguió su relato.

—Como verás… —hizo una breve pausa para explicar su cambio de tratamiento antes de continuar. —hemos tomado café ya me sobra el usted; La mayoría de los que estamos aquí somos jubilados no muy achacosos, el hospital nos pilla un poco lejos. —Sonrió con cierta malicia, por su parte Cas seguía expectante la narración sin percatarse que, con tanta atención, no le quitaba ojo a la vecina, de ahí igual la socarrona sonrisa de la mujer.

—Pues eso, que dentro de lo que cabe somos gente mayor, pero nos valemos bien. La regla es sencilla, para evitar que se pueda quedar de nuevo sin un alma, debemos tener una mascota, perro o gato, y dejarlos la vivienda por herencia. Tasamos la propiedad a un décimo de su valor más lo que el fisco cobre, eso no lo podemos diezmar. Y el que compre tiene que hacerse cargo del titular que es el animal de la casa y, cuando este muera, se debe reponer para que sea el nuevo beneficiario del testamento y así seguir la transmisión. Todo esto no lo podía contar por teléfono, además, teniendo que venir hasta aquí, la mayor parte de los especuladores, moscones y curiosos nos los quitamos de encima. Tu has venido y parece que, si te interesa, además, no me has dejado de mirar y me he sentido halagada, ¿qué me dices?

Cas estaba encantado con el acuerdo, tener mascota siempre le había gustado, pero en un piso no era plan y menos cuando aún estaba trabajando. La vecina tampoco le parecía mal, a pesar de que le hubiera sacado los colores con su último comentario burlón, ahora si la estaba mirando como mujer y no como la vendedora por lo que todavía subió más el color de sus mejillas. Así todo, después de carraspear tomó la palabra.

—Me parece perfecto, es lo que andaba buscando y a este precio no tengo nada que regatear, además siempre he querido tener una mascota.

—Pues nada, —contestó la sonriente vendedora, se había dado perfecta cuenta del rosa subido de tono de su interlocutor y por ello todavía le caía mejor. —Podemos empezar el papeleo, tengo WiFi y lo demás lo podemos hacer mañana en la gestoría que hay en el municipio, son solo quince minutos yendo en coche. Voy a enseñarte la casa, como veras esta lista para habitar y limpia, así que, si estas decidido te puedes quedar ya esta noche en ella y, si eres de cena ligera como yo, te puedo ofrecer una ensalada de huerta…

Hizo una pausa para ver la expresión del hombre y esta vez fue ella la que noto algo de calor en las mejillas. Parece que si van a ser vecinos la socarrona y el tímido, era la sensación que se respiraba, mientras se aproximaban a la casita de campo. Al abrir la portilla un ladrido amistoso rompió aquel embarazoso silencio, a lo que ella reacciono y retomó la conversación.

—No he callado en toda la tarde y ni siquiera me he presentado, me llamo Gertrudis, pero todos me dicen Ger que suena como ella en inglés. Este que viene, tan contento meneando la cola y ladrando, es tu compañero de casa Cas. Cas ven aquí bonito, saluda a tu nuevo compañero. ¿Por cierto querido, cómo te llamas?

Tertulia [IV] Bis y bis by Úrsula & jm vanjav

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez. Esta vez en colaboración conjunta :)

Enlace al origen de todo:

Tertulia [IV] by Úrsula & jm vanjav

Desenlace y epílogo

La obra terminó y al bajar el telón la ovación fue efusiva, lo que en principio parecía una historia mitológica al uso, resulto ser una interpretación anacrónica de la realidad actual. En los institutos hay especímenes de todo tipo y, precisamente, sus dos interpretes daban la exacta medida de sus papeles, algo que a priori nadie lo hubiera esperado.

El Narciso era un autentico lobo solitario, tanto por su autosuficiencia como el carácter bronco, que exhibía las pocas veces que compartía algún comentario. La realidad es que su falta de dotes sociales era por ser, generalmente, excluido sin haber estado y por la recíproca animadversión que eso le provocaba con los grupos.

La Eco en cambio si era una chica popular, encajaba bien en cualquier colectivo, además era más inteligente que la media. Su problema radicaba, en su falta de confianza en si misma, al sentirse más inteligente que atractiva. Evitaba mostrar cualquier sentimiento afectivo envolviéndolo con la ñoñería que la caracterizaba.

Al volverse al levantar el telón, todo el aforo esperaba ver a los dos protas saludando para repetir la ovación a tan realista e inaudita interpretación. La sorpresa no se hizo esperar, como si de un bis se tratara, Narciso y Eco seguían en su sitio con su intercambio de frases, esta vez fuera del guion, totalmente improvisadas, pero igual de sentidas:
  • Pobres seres insignificantes enamoradas hasta las trancas ¿no sientes ni siquiera un poco de vergüenza al tratarnos con tamaño desdén y prepotencia?
  • No te confundas, las enamoradas de verdad invidentes deben ser, pues usan de lazarillo su corazón y no dejan que sus ojos se cieguen, caprichosamente, de lo que veis cuando me miráis.
  • Esos eran otros tiempos Narciso, cómo se nota que has perdido el norte!
  • ¿Para qué hablar, si con una simple mirada, el aire se llena de suspiros; unos ahogados y otros exaltados, de las doncellas a mi paso? Tiempos que en balde no han pasado por ti, por lo que veo, no me extraña la desorientación con tu actual visión.
  • Respeta mi retiro en la cueva, necesito hacer mi duelo aunque no lo merezcas. Olvídate tu de mi!
  • Bien dices cueva, morada de bestias y brujas, en tu caso ambas. Olvidarte, hasta con este camino lo haré, volverme a cruzar contigo no será cita en mi agenda.
  • Así no se trata a una dama muchacho. Ni buenos modales aprendiste. No deseo oírte más!
  • Los buenos modales son los adecuados, preséntame a una dama y como tal será tratada. Con una bruja, las zalamerías es malgastar palabras, y tu buena fe de ello puedes dar.
  • Perdiste tanto tiempo en mirarte a ti mismo que ni siquiera sabes del precioso lunar que adorna mi hombro izquierdo. Y dicho esto, recuerda que ya convertido en flor no tienes voz!
  • Un punto, más bien verruga aunque por lunar lo quieras pasar. Para qué necesito voz si con pluma y tinta ilustró los pergaminos con mi sabiduría. ¿Me hablas de esa mancha que parece una mosca posada? Ciertamente, ofende menos que la verruga que acompaña tu aguileña nariz. 
  • Ni muerto te callas, Narciso! ¿Y ves como no sabes ver más allá de ti? NO se llama aguileña sino respingona, o celestial (la llaman también).
  • Llámala como quieras aunque, la tierra, puedas arar con ella. O usarla de saeta, para dar las horas, cuando al sol enfrente tengas. Mira que, más que nariz, parece puñal de espadachín.
  • No tienes remedio, me rindo a tus pies, pero por favor déjame ya Narciso que me vas a agotar! Por favor, no dejes de escuchar La canción del Eco... Te ablandará el corazón.
  • Ya he escuchado tu lamento, ahora, musicado. Ciertamente, los dioses, caprichosamente, han actuado. A ti, sin tu voz, te han dejado. Y a mí, en capullo florido, convertido. Ahora dime, por señas, claro, quién de su soberbia hace capricho y que pobre mortal, eso sí bien o mejor parecido, paga con su belleza tal maleficio. Dime Eco, mejor escribe; que, con tus señas, no sé si me contestas o sigues tirando los tejos; si no tengo razón en mi reclamación.
  • Vivir en la ignorancia, en ocasiones, te da la felicidad.
  • Bien dices, ignorancia vestida de atrevimiento, al pretender llamar mi atención con sus pobres aspavientos. Moscas, que en la oscuridad, confunden las llamas de un fuego con la luz del atardecer, y al aproximarse, irremisiblemente, en mitad de las brasas acaban, por su falta de saber.
  • Yo seguiré vagando con mi pena y tu pagarás tu culpa llevando mi eco a cuestas. Y tampoco me recrimines que te ‘tirase los tejos’ con tamaña sutileza como lo hice, por otra parte, pues fue, es y seguirá siendo práctica habitual cuando alguien te interesa. Convencida estoy de que si el artífice de los tejos hubieras sido tu, varón, aun sin sutileza te parecería de lo más ‘molón’ Dicho lo cual, entre tu y yo nada queda ya. Ni tan bella canción es capaz de reblandecerte. Así, DEP por los siglos de los siglos ¡Amén!
  • Buena inscripción para una lápida. Te repites más que tu misma Eco, es lo único que se ajusta a tu personalidad, tu nombre. Insistes en que, mi persona, pague tus penas, olvidando que los dioses fueron los culpables de todos tus males. Si para los restos muda te quedaras, garantizarte puedo que ya nada me dirás, vuelve a tu cueva, y olvida ya a este capullo florido, que al final del verano marchito quedará. Ni a los más hermosos y bellos, la vida nos sonríe, cuando el destino en manos de los caprichosos dioses reside.
Los dos últimos diálogos fueron con un tono tan sentido que cortaron el silencio de la sala. Al cabo de unos segundos el telón se bajó y la ovación no se hizo esperar. Duró hasta que, entre las cortinas asomaron los dos interpretes, en esta ocasión sí saludando, con lo que los aplausos se mantuvieron hasta que, la música ambiente, los fue apagando como un eco.

Narciso y Eco se conocían desde hacia cuatro cursos y por sus caracteres, prácticamente, no habían cruzado palabra hasta que fueron seleccionados para la obra de teatro del examen final de la asignatura. Las felicitaciones de la profesora de arte dramático a ambos eran tan sinceras como sobreactuadas, los dos jóvenes, ante tal retahíla de adjetivos gratificantes, se miraron, fijamente, como si fuera la primera vez que se vieran.

Ciertamente, era la primera vez, se vieron como se deben ver los seres humanos, con la personalidad desnuda, tal y como nos deberíamos mirar todos, al menos, cuando queremos ser sinceros. Después de su actuación, en la que se interpretaron a si mismos, ya no había apariencias que ocultara su verdadera personalidad. Y su conexión sin ser, precisamente, amistosa o sentimental, sí estaba a su mismo nivel de confianza.

A raíz de la obra, las vidas sociales de Narciso y Eco, cambiaron sustancialmente. Secretamente tenían un grupo de Whatsapp donde, él la daba consejos de autoconfianza, y ella hacía lo propio para que él se integrara socialmente. Así que ahora se encontraban en todos los acontecimientos sociales, que de antes tanto evitaban, saludándose con una mirada de complicidad.

La tertulia de las diez: "El sueño recurrente"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Desde hacia una buena temporada todas las mañanas era la misma historia, despertar cansado como si en vez de dormir saliera de un turno de trabajo, unos pensamientos casi desvanecidos que siempre eran los mismos y un regusto metálico y ácido en la boca.

Cambio  varias veces la rutina, intentando dormir primero, cenar cosas muy ligeras, no probar el alcohol y toda la gama de infusiones al uso. Evitaba la química de las farmacias, a pesar de tener recetas, por varios episodios de alucinaciones que resultaron peor que la enfermedad. Al final, lo que mejor resultado le daba era aguantar hasta la madrugada despierto para, al menos, coger un sueño profundo y descansar un poco más.

Esta nueva rutina le vino bien porque volvió a retomar su afición a la lectura, leía todas las noches desde las diez hasta más de las dos de la madrugada, que era el momento en que mejor le sentaba a su descompensado organismo, para dejarse dormir. Rápidamente se fue poniendo al día, en su abandonada biblioteca, alternando novelas densas con otras que recopilaban relatos.

Su espectro de géneros era amplio pero los relatos de anticipación y, sobre todo, de civilizaciones con tecnologías avanzadas ensombrecía al resto. De hecho, por este aluvión de historias, se montó una teoría sobre lo que le estaba pasando y hasta la forma de demostrarlo con una experiencia única y revolucionaria.

Para su experimento no hacían falta componentes muy costosos, lo más complicado sería el tiempo, según sus cálculos necesitaría unas cien horas para completar la prueba. Así, que preparó una lista con todo lo necesario y fijo la fecha del siguiente puente más dos días adicionales de vacaciones para su paso a la posteridad.

Ya se había hecho con todo el material, lo fue tachando, para no dejarse nada olvidado:
  • Piscina infantil de 2x1,5m
  • Una caja de botellas de suero nutritivo
  • Kit de vía y conexión para el suero
  • 2 calentadores de acuario
  • Traje fino de neopreno
  • Sonda urinaria
  • Cocktel de la farmacia con receta
  • Caja de bolas de poliexpan de 15cm
  • Antifaz de dormir
Bueno, estaba todo, y ya había cogido el lunes y el martes de la semana siguiente, así que cuando volviera mañana del trabajo podría empezar su experimento. Aquella noche no pudo leer ni dormir, estuvo preparando todo para que cuando volviera a media tarde empezar su Experiencia Interdimensional.

Por suerte el trabajo de esa víspera de fiesta era como un anticipo de la misma y las ocho horas se le pasaron rápidamente. Ya en casa tenía la piscina montada, en la sala, con 30cm de agua y los dos calentadores manteniendola a 38º. Encima de la mesa estaban dispuestas las botellas de suero, en un sistema de rampa, para para ir proporcionando gota a gota su fuente de alimento e hidratación de las cien horas siguientes. Solo le faltaba ponerse la sonda, a través de un corte que le había hecho al traje de buceo. Lo más complicado, seria clavarse la vía, para conectar el conducto del suero.

Era la hora, se tomo las pastillas para dormir y se recostó, flotando en la piscina con las bolas de poliexpan, como separadores, evitando que su cuerpo tocara las paredes de su literal cama de agua. En seguida le llegó el sopor del sueño químico, había aumentado algo la dosis para entrar antes en su trance, solo tuvo tiempo de ajustarse el antifaz y dejarse flotar...

La tertulia de las diez: "John el rebelde"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

En el barrio todos le llamábamos Juan el rebelde, era una verdad a medias que reforzaba el adjetivo de su nombre. Lo bautizaron Rafael pero él ya desde pequeño, tal vez por las películas del Oeste que todos los sábados por la tarde solían pasar la televisión, le gusto el nombre de John y, tanto en su familia como con el resto de gente, consiguió que lo llamáramos así.

Lo que empezó como broma o mote acabó siendo su nombre; en cuanto a lo de rebelde, aquí si que no hubo discusión, precisamente tuvo muchas, el sobrenombre fue plenamente justificado. Discutir todo lo establecido, las típicas costumbres en concreto, era la cruzada de John desde que empezó a hablar. Su verborrea, con tanta practica bien entrenada, le daba siempre un argumento más que, a la postre, acababa siendo la puntilla de toda costumbre establecida que se le pusiera por delante.

En el colegio no iba a ser menos y en clase de religión, sobre todo con el catecismo, nos amenizaba las tardes con sus cuestionamientos. Los pobres curas de la época; más acostumbrados a ponerle la mano en la mejilla, que ofrecer ellos la suya, en cuanto a temas divinos se tratara; empezaban no dando crédito a las intervenciones de John, que primero era Rafael, luego Rafa (a mitad de la discusión) y finalmente la reencarnación del diablo; cuando arrojaban la toalla verbal junto con una hoja de castigos escritos.

John el rebelde asumía su penitencia, rezando de corrillo, como si trabalenguas se trataran, la larga lista de oraciones por sus blasfemias. En la clase siguiente, él por su parte, devolvía una hoja escrita; no con clausulas de paz o una reflexión constrictiva de su supuesta blasfemia; sino con las preguntas, pasadas a limpio, que incendiaron en la clase anterior, al representante de Dios en la tierra, a modo de cuestionario, esperando ser respondidas:
  • ¿Por qué si Dios es todo poderoso y perfecto, nos hace malos e imperfectos  y nos castiga por ello, sabiendo de antemano lo que va a pasar?
  • ¿Por qué alguien, por malas cosas que pueda hacer en su breve vida, comparada con la eternidad, va al infierno por el tiempo de los tiempos? ¿Siendo Dios tan bueno, no tiene reinserción para esas almas y, nosotros, seres inferiores, sí?
  • ¿Por qué los curas que no se casan ni tienen hijos, dan lecciones de como se tienen que comportar las familias, si solo saben de eso por los libros?
  • ¿Por qué si la Iglesia tiene tantas riquezas, para hacer sus buenas obras, pide dinero y no gasta de sus recursos?
  • Volviendo a Dios, padre: ¿Por qué si el Señor me hizo como soy, rebelde, quiere que cambie a dócil como un cordero? ¿No es un contra sentido D. Antonio?

La tertulia de las diez: "El billete de tren"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Las decisiones de la vida nos pasan factura y por mucho tiempo que transcurra siempre tenemos la esperanza de volver al punto donde nos equivocamos y tomar la dirección correcta. Joss lleva un cuarto de siglo recordando su despedida en el andén, no tuvo valor para dejarlo todo y acompañarla. El recuerdo de ello ha sido, precisamente, su única compañía en estos veinticinco años.

Vivir la vida olvidando los convencionalismos, de la noche a la mañana, no iba con él o eso se pensaba. El continuo recuerdo de ese adiós por parte de él y un hasta la vista de ella subida al tren, le ha hecho dudar de sus principios desde que el silbato del jefe de estación dio la señal de partida a su Vida.

Ahora ya jubilado Joss, sigue con su vida cómoda solo ensombrecida por aquella decisión que no supo tomar a tiempo. ¿De qué sirve vivir bien y sin carencias cuando echas en falta la alegría de esa compañía que dejaste ir? —Esa era la pregunta de todos los días al levantarse que se hacía y la respuesta, lógicamente era el silencio.

Esta mañana sonó el timbre de la puerta, el cartero traía una carta certificada. ¿Qué broma es esta? —pensó Joss al abrir el sobre y encontrar un billete de tren con salida inmediata. Ni tiempo para arreglar nada, ni preparar siquiera una maleta. No obstante, el rostro se le iluminó, era como una segunda oportunidad y, si era una broma, en la estación estaría el bromista para reírse de él. Era un riesgo asumible y ¿qué podría perder en esta ocasión?

El taxi, a pesar de la generosa propina del viajero, no pudo evitar el atasco de medio día y llegó a la estación justo un minuto antes de la partida del tren. Joss salió, literalmente, como alma que lleva el diablo hacía su andén, en esta ocasión sí que intentaría coger el tren. Al bajar por las escaleras oyó el temido silbato y vio como lentamente el convoy iniciaba su viaje. Todavía tenía unos segundos, antes que cogiera suficiente velocidad, para engancharse a la puerta del último vagón.

Asfixiado y sudando a chorros Joss contemplaba como desaparecía por el andén su segunda oportunidad, cerró los ojos con fuerza y perdió la consciencia de todo. Al abrir de nuevo los ojos, el aroma de café recién hecho le hizo esbozar una sonrisa, un rayo de sol y entraba por la ventana de la choza, al fondo las olas del mar con su murmullo enfatizaban la Paz de ese Paraíso.

Se levantó y fue a lavarse la cara, al levantarla y versela en el espejo comprobó que era la misma que ayer; el día, en que llegó con la mujer que le miraba, sonriente, con una taza de café en la mano.  

Joss se alegró de haberlo dejado todo y estar con ella allí, la pesadilla solo le serviría para intentar disfrutar más del día en tan buena compañía, definitivamente él no era el Joss del sueño ;)

La tertulia de las diez: "La vida & la muerte"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, y como tantas cosas que se dicen, no es cierto; lo último que se pierde, en este mundo, es la vida, tanto si se tiene o no esperanza. Cuando te encuentras en una situación límite, la esperanza y el miedo que nos atenaza, van de la mano. La primera tira del segundo y hay un instante o una eternidad, el tiempo tampoco cuenta ya, en que la vida se despide con un videoclip en nuestra mente para dar paso al fundido en negro de la muerte.

¿Por qué lo se? Muy simple, yo estuve allí, lo viví o mejor dicho me morí. ¿Cómo he vuelto, entonces? Abrí los ojos y la eternidad de esa oscuridad absoluta se volvió luz al cabo de un año en tiempo terrestre, justo un año.

Cuando alguien sin familia, sin amigos, solo conocidos; que es representante autónomo y se pasa, casi cada día del año en la carretera; sin domicilio fijo y una cuenta corriente, suficientemente saneada, para hacer frente a los pagos domiciliado durante un año; Si un día desaparece, no es echado en falta, al menos, en los doce meses siguientes.
Ese fue, precisamente, mi caso y, como he mencionado, nadie se entero de ello. Hace un año por estas fechas, casi terminando el invierno; este quiso despedirse, con una ola polar de frío, por todo lo alto. A mi me pillo, volviendo por un puerto secundario de montaña, que en una hora quedó intransitable su coronación. Yo estaba, justo comenzando su descenso, con la cellisca, no vi el giro cerrado de la curva sin guardaraíl y, literalmente, me precipite con el coche al vacío.

En los breves segundos de caída libre y mi incrustación en el nevero del fondo del barranco, me aconteció lo descrito en el primer párrafo de este relato, palabra por palabra e imagen por imagen. Congelado, como un trozo de carne; que al año siguiente, por el deshielo masivo, al entrar la primavera; se calentó, y volvió a la vida, como otro milagro más de la Madre Naturaleza.

Bueno, no me importa mucho la explicación científica o mística, que pueda tener mi caso. La cuestión es están todos mis clientes esperando, como endemoniados, que les reponga los cirios y las velas de sus iglesias; las de led, no acaban de convencer a los feligreses, aunque sean más económicas ;)

La tertulia de las diez: "La pesadilla del otro lado"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

No se puede o, mejor dicho, no se debe cenar tarde y fuerte aunque sea sábado y el domingo te pueda dar el medio día en la cama. Es una mala costumbre que después de padecer sus consecuencias varias veces, ni el insomnio ni las molestias estomacales, pasadas unas semanas me evitaban volver a repetirlas.

Todo cambio este último sábado, se ve que me tocaba darme el atracón y lo hice, además casi a media noche. Pensé que dormiría porque, justo al acabar, me dio sueño y solo fue un espejismo de poco más de media hora, a la una estaba el uno, es decir yo, despierto como búho.

Después de dar todas las vueltas posibles en la cama, levantarme a tomar de todo para el estómago, e ir otras tantas al servicio; ya, a eso de las tres de la mañana, me rendí y opté por leer algo para cansar la vista y por agotamiento físico, mental y visual, acabar dormido; que jodido ya lo estaba.

Escogí un libro de relatos cortos de terror, el primero que salía era uno titulado "El castillo del otro lado". Miedo no me dio, era de un tipo que heredó un castillo, para poderlo escriturar, tenia que depositar una pequeña parte de su valor, como fianza, y pasar una noche en él. Al día siguiente iría el notario a hacer el papeleo. El caso es que, nuestro hombre, se acostó y durmió tranquilamente; solo que, al despertarse, pasaba como al otro lado del castillo y se daba cuenta de ello porque, a través de los espejos, de las diversas estancias, veía lo que pasaba en el mundo real. Así que ve como, el notario se embolsa el depósito, al no encontrarle a él como habían quedado. El final, sí es un poco macabro, porque en su desesperación el protagonista recorre el castillo buscando una salida y en cada puerta que abre encuentra un esqueleto, seguramente, de los anteriores supuestos herederos que tuvieron ese fin que será el suyo.

Al final, me dormí y creo que bastante tiempo aunque descansar poco porque tuve una pesadilla relacionada con el relato; solo, que era yo mismo, en mi propia casa, que al mirar a través de los espejos veía el lado correcto, pensaba (en mi sueño) que era pesadilla y cada vez que abría los ojos vuelta a empezar.

Me desperté como si hubiera estado toda la noche corriendo, de un lado para otro, y sudando literalmente. Al mirar el reloj no entendí la hora 00:80 —esa hora no existe— me dije en voz alta como si esperara responderme, seguía sudando y no quería ponerme más nervioso. Al fondo estaba el televisor encendido, sin volumen, se lo quité para leer y me debí dormir sin apagarlo; estaban dando noticias y las letras, que casi no distinguía, me parecían raras también. Al poco pasaron al tiempo, al ver el mapa lo reconocí pero también estaba invertido  —joder ya está bien que me he despertado— pensaba ahora, sin mover lo labios siquiera, de lo nervioso que ya me había puesto.

Cerré los ojos y no quería ya tener nada en mente, seguía con el estómago revuelto, ahora por partida doble y, de cansado que estaba, ya no se si siquiera seguía asustado. Al rato abrí, de nuevo los ojos, el televisor mudo seguía dando imágenes, ahora parecía una tertulia periodística, debajo salían los nombres de los integrantes. Es curioso los leía sin problema y la hora, también, era coherente 08:30.

Epílogo

En los minutos que abatido cerré los ojos, instintivamente me di vuelta para el otro lado y me quedé dormido, al despertar ya no tenía de primer plano el espejo de cuerpo entero del espejo del armario empotrado sino el reloj y el televisor. Esta claro que cenar fuerte y tarde provoca situaciones de este tipo y hasta que no tenemos un momento de respiro y relajación.

Epílogo II

Acabo de encontrar este manuscrito al lado de un esqueleto acostado; en una habitación, con un armario empotrado con un gran espejo en medio, al otro lado hay un viejo televisor y una caja de plástico, que parece, como esos relojes despertadores del siglo pasado. No se que encontraré en la siguiente estancia, me está dando mal rollo esto de la herencia del palacete.

La tertulia de las diez: "El hombre distrópico"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

¿Quién no ha deseado alguna vez, al ir a dormir, despertarse en un mundo paralelo donde la realidad haya cambiado y los problemas del día anterior no existieran?
Dicen que hay que tener cuidado con lo que se desea y, en esta ocasión, día si, día también, parece que acertaron de pleno
.
John, su verdadero nombre no viene al caso, era un privilegiado de su tiempo. Siempre le gustó la física y, por ello, no tuvo problema alguno para sacar su doctorado y un ramillete de masters afines. Con semejante currículum tampoco encontró competencia para entrar a trabajar en el Centro de Investigación Física.

Su trabajo era su vida laboral y su ocio, siempre desarrollaba los proyectos, en las horas libres, como un desafió. No le costó mucho fabricarse prototipo de despertador atómico que controlará sus seis horas de sueño y le estimularía a superar, con el subconsciente, las barreras que encontraba, en las complicadas ecuaciones, de sus investigaciones.

Fue un éxito su reloj del sueño, cada mañana se despertaba con una variante o un paso más en la memoria, que rápidamente aplicaba a su proyecto para seguir adelante. De lo que no se percató, es que cada día había un pequeño matiz cotidiano muy sutilmente diferente.

Así, sin darse cuenta John, cada mañana se despertaba en una nueva realidad distrópica  de la anterior, al igual que si haces la fotocopia de una fotocopia sucesivamente. Al cabo de unos meses, su realidad no tenia nada que ver con la del primer día, que uso su despertador atómico.
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La locura se puede manifestar de diversas maneras en el cerebro, posiblemente, la más terrible es aquella en la que sabes que todo es un espejismo de la realidad y que, en cada despertar, te espera la siguiente fotocopia degradada.

La tertulia de las diez: "El sueño"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

El sueño que tuve anoche fue de cine, una película de acción perfectamente encuadrada y con unos efectos especiales auténticos, nada de ordenadores ni de pantallas verdes.
Todo empezaba que había visto un reloj en el escaparate de una joyería y entré a informarme con la intención de comprarlo. Esperando el turno de ser atendido, dos sujetos corpulentos, y con aire marcial, entraron precipitadamente en cuanto el dispositivo de cierre de la puerta se desbloqueo.

En un minuto exacto y sin mediar palabra, los gestos de los dos últimos visitantes dejaban bien claras las intenciones, todos los mostradores fueron reventados y vaciados de cualquier joya expuesta.

El contenido de la caja de seguridad de la trastienda también acabó en una bolsa de deportes, el cañón de una escopeta como una batuta, dirigió eficazmente todos los movimientos de una partitura bien aprendida de memoria.

A los diez segundos de haber terminado todo, los espectadores seguíamos inmóviles casi sin respirar. La magistral ejecución del robo, hubiera merecido una ovación, pero los presentes todavía estábamos temblando; como las hojas de los álamos en otoño.

Bueno, ya he acabado de abrir los ojos, después de un largo bostezo y estirame me levanto. Por entre los barrotes, del ventanuco de la celda, veo al fondo a los álamos del patio de paseo como van soltando las hojas; estamos en otoño.

Que juguetones son los sueños, aparecía en el mío como espectador y resulta que era el que reventaba las mesas de cristal de la joyería.

seiko  

Bueno, al menos, del reloj no se enteraron, lo escamoteé  y me quedé con él :)





La tertulia de las diez: "Un banco vacío"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Todos los días, más o menos a la misma hora, saliendo del trabajo, en invierno o verano, tenia una parada obligatoria. Siempre que el tiempo lo permitía, me sentaba en un banco frente al mar y contemplaba el horizonte durante un rato indeterminado, hasta que como despertando de una ensoñación volvía a la realidad y seguía el camino a casa.

Con buen tiempo mi rutina era compartida y, a veces, los bancos del paseo se parecían a la fila de un cine con la sala llena. En jornada de verano, al salir antes, era yo el primero en llegar y, de hecho, me llevaba la comida para disfrutar de todo su esplendor.

Repetir durante años las costumbres hace que los asiduos seamos conocidos y nos saludemos como buenos vecinos, sin saber nada los unos de los otros, solo por coincidir en el mismo sitio día tras día. Así que, compartiendo gustos, tampoco es de extrañar que pueda surgir algún romance como los de antes, sin prisa y sin las pasiones de quienes los buscan, día a día.

No hay presiones ni interrogatorios, se habla de lo que acontece o se calla con la vista perdida en el magnifico paisaje. En ese entorno la libertad y el respeto son completos, no se necesita romper el encanto con planes futuros de cenas o convivencia, todo llegará a su paso sin forzar la situación.

La verdad es que, las personas siempre tenemos algo de egoísmo, y tanta pureza al tiempo que nos dignifica también nos consume por dentro. Un día en que el banco está vacío y la compañía ausente, nos recriminamos no haber pedido el número de móvil para una emergencia como esta.

Han pasado semanas, meses y hasta algún año, el banco sigue sin ocuparse por esa presencia que fue fiel acompañante, hasta en los días que compartimos paraguas, para tener ese rato de paz contemplando el mar.
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Ya no está el Amor
solo queda el dolor
que llena su vacío.
La vida es inercia
llevada por hastío,
un barco sin jarcia
ni rumbo definido.
Dolor sin esperanza,
en el alma cernido,
con arel de añoranza.

Veinte +5 vanjav Greguerias

  • La radio es el televisor de los que miran con la imaginación.

  • Las poesías son solo dictados del corazón.

  • Los ordenadores viejos no son lentos, son filosóficos, por eso se pasan el día pensando.

  • La experiencia es la asignatura que, a diario, la vida nos pone un examen.

  • Un despertador es un reloj con ataques, programados, de ira.

  • Los mensajes metidos en botellas ahora se llaman blogs personales

  • Las fotos antiguas son recuerdos en blanco y negro, el color estaría en los sentimientos que nos produzcan.

  • La Amistad es la hermana asexual del Amor.

  • Los chantajes emocionales son el cuchillo y tendedor para el corazón.

  • Ametralladora, es la chismosa de la escalera, que cuando te pilla en el ascensor, en medio minuto, te pone al día de la comunidad.

  • Los versos de un poema son, según la calidad de sus rimas, las perlas o los abalorios de un collar.

  • La camisa de fuerza de un cuerdo es su conformismo.

  • Los celos son un descosido en la confianza.

  • Los poetas son casamenteros de las palabras.

  • La nostalgia es el eco del Amor.

  • Los periodistas son los pintores de brocha gorda de la literatura.

  • La justicia es una señora honesta pero ciega, sus lazarillos ni lo uno ni lo otro.

  • Los intermediarios son corredores que, sin tomar la salida ni llegar a meta, se llevan siempre el premio.

  • La cara es la parte visible del iceberg de nuestra personalidad. (La cara es la faceta visible de la personalidad y quien te juzgue solo por el aspecto no le importa como eres realmente)

  • El carácter es un cóctel, bien agitado, de capacidad de sufrimiento y determinación.

  • La libertad es un pájaro sin alas, puede prender a andar pero no volar.

  • Un necio es un listo que se cree inteligente y acaba pareciendo estúpido.

  • El odio y el rencor son los parásitos que matan nuestros buenos sentimientos.

  • El Alma es el velo transparente que separa la razón del corazón. (Las malas acciones y los malos sentimientos ya se encargaran de oscurecerla)

  • El olvido es un recuerdo que se cayó al río y la corriente se lo llevó.

El viaje de la blog-t-ella

Del blog Te Cuento de Viajes  la entrada El viaje de la blog-t-ella siguiendo su andadura por el mar social de esta red Universal.

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Proyecto viajero creativo: Blog-T-ella Te cuento de viajes

"Los mensajes en las botellas ahora se llaman blogs personales"

La pequeña genio estaba su botella, pensativa, recordando todos los deseos cumplidos a tantos y tantos propietarios ocasionales a lo largo de los mil años de su condena.

El Malvado Hechicero no podía consentir que una mujer pudiera competir con él, en la magia, y máxime si era para ayudar y sanar, la Magia Blanca debía ser erradicada. Él sabia que no podía matarla, a pesar de su aberración hacía ella, pero si crear un hechizo a medida que la condenara para toda la eternidad.

La botella mágica era el conjuro ideal, la Hechicera Blanca quedaría atrapada dentro, obligada a conceder el primer deseo pensado, de cada persona que se la encontrara. Y solamente se rompería el hechizo, si el deseo fuera precisamente ella, algo impensable habiendo tantas riquezas y poder en esta egoísta humanidad.

Así se pasó la pequeña genio más de un milenio, concediendo el primer pensamiento de deseo, a todo aquel que cogiera la botella. Ahora su cárcel estaba dejada por el mar en la orilla de la playa, como el  mensaje de una botella vivo pero invisible, esperando para satisfacer un nuevo deseo.

El viejo marino, en su paseo diario por la cala, no se habría percatado de la botella si su perro no se hubiera puesto a ladrarla y a jugar con ella empujándola con el hocico. Se agachó, y al cogerla, lo primero que le vino a la mente no fue riqueza o poder, fue su amor de juventud, el primero y único que tuvo, del que las circunstancias le privaron, no así de su permanente recuerdo. Mirando el redondeado vidrio sus labios no pudieron evitar pronunciar un inaudible Te Quiero.

El tiempo retrocedió en un instante, al momento en que un joven marino, a punto de embarcar, se despedía de una muchacha. En esta ocasión la travesía fue corta, sin complicaciones. Y a la vuelta, la misma chica estaba, a pie de puerto, paseando lentamente de la mano con su joven marino.

También, mas de mil años, volvió atrás el tiempo para devolver la libertad a la Hechicera Blanca. Lo que no sabía el Malvado Hechicero era, que al revertir la maldición, el ocuparía el lugar en la botella y en esta ocasión sin vuelta atrás.

Además, quién podría decirle te quiero a él?

La tertulia de las diez: "La caja sorpresa"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Últimamente por motivos laborares he tenido que viajar a diario, cuando la distancia lo permitía en coche y si no en avión. El estrés del trabajo se multiplicaba por el del viaje, si iba a llegar a tiempo y por todos los tiempos muertos de espera, en los aeropuertos, donde la impotencia de acelerar algo se hacia opresiva.

A medida que el cuerpo se acostumbra a eso, consigue dormir algo más en las camas, que a diario cambiaban. Por su parte, el estómago, es más reacio a las variaciones de la comida, y pasa su factura, después de una semana fuera de casa.  Lo único relajante era pasear por todas esas ciudades, pequeñas o grandes, desconocidas o casi olvidadas desde la última visita, las tardes que el trabajo se daba bien y acababa a horas normales.

En la última que estuve, la semana pasada, capital de provincia, podía, después de comer recorrerla hasta la hora de la cena. Ese viaje, curiosamente, fue más tranquilo por el buen ambiente de las relaciones laborales y sobre las dos se acababa el trabajo. Al tercer día ya tenía pateada toda la zona céntrica y parte de los barrios colindantes. La víspera de mi regreso, esta vez por lo cómodo del trabajo me daba algo de pereza, tropecé con una tienda de objetos de regalo, no los típicos para turistas.

Al entrar en el comercio, rápidamente al ver tantas cosas llamativas en estantes y vitrinas, supe que no saldría sin haber comprado algo. La cosa era difícil, todos eran objetos bonitos y hasta prácticos; al final escogí una caja de madera hecha con muy buen gusto y un acabado excelente, lógicamente, el precio era acorde. pero no exagerado, para compensar las horas de trabajo del artista.

Salí encantado con mi compra, y estaba deseando llegar al hotel, para mirarlo con más detalle antes de bajar a la cena. Mi sorpresa, en la habitación, fue mayúscula, me gustó tanto la caja y su acabado que, en la tienda no me molesté en abrirla, tal vez porque al lado había otras, algo menos llamativas, con la tapa levantada mostrando su interior.

No había comprado propiamente una caja para meter pequeñas cosas, era el contenedor de un reloj de arena hecho con el mismo gusto y acabado que su recipiente. Mas que una contrariedad, mi compra, resultó ser un acierto, era hipnótico ver el hilillo de arena roja bajando por el cuello de cristal.

Sin darme cuenta, me pase contemplando la arena del reloj, hasta que definitivamente la parte superior se quedó vacía. Al mirar la hora vi que era la de la cena, no tenía hambre y le di otra vuelta al reloj de arena. Esa noche fue larga pero no por pasarla en vela sino por dormir a pierna suelta.

El tiempo nos estresa porque nos quieren hacer creer que es oro; pero cuando lo vemos transcurrir en forma de granos de arena que, sin prisa ni pausa van pasando de un sitio a otro, nos vemos a nosotros mismos en sintonía con esa marcha y, sin darnos cuenta, acabamos totalmente relajados; por eso el tiempo es arena.

La tertulia de las diez: "El amante mayor"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

La madurez y la edad asociada va dando aquello que en la juventud más se puede echar de menos. Nuestro hombre, recién jubilado empezó a ocupar sus nuevas horas de ocio escribiendo, ya lo hacía de antes pero ahora pasó a ser su ocupación principal, una afición que no precisaba de ser profesión. Esa falta de presión, le daba un nivel de honestidad, a sus escritos, que las palabras parecían estar en relieve sobre el papel.

En esta época de redes sociales, foros, blogs y demás puntos de encuentros afines, consiguió tener una serie de seguidores fieles, y hasta incondicionales, a cualquier cosa que publicara. De hecho, secretamente, varias de sus lectoras le enviaban cartas románticas fruto de sus emociones al leer sus emotivas poesías. El se sentía alagado y nunca pensó que escribiendo sobre la Vida, la Naturaleza o los sentimientos pudiera llegar a tener varias declaraciones de Amor.

Con este imprevisto, su libertad a la hora de escribir se vio coartado, pues no quería, ni dar falsas esperanzas, ni tampoco romper tan platónicas relaciones. Hacia años que, nuestro protagonista, no tenia un conflicto emocional tan intenso como inesperado. Decidió, con buen criterio, hacer una pausa en sus publicaciones y reflexionar sobre el tema emocional, de sus románticas incondicionales. Al cabo de unos días, carteándose con las afectadas, hizo una selección de las sinceras en sus sentimientos, elimino cortésmente a las encaprichadas y, a las claramente interesadas en encontrar una posición estable, también las mantuvo a distancia.

Al final quedaron cuatro candidatas que, realmente, tenían un sentimiento verdadero hacia su persona. El dilema era tan claro como imposible, la poligamia no entraba entre sus posibilidades, además se sentiría incomodo, cualquiera de ellas podría, por edad, ser hija suya. Y tontear estacionalmente con cada una, tampoco era opción para un hombre, que se considerara digno de serlo. La solución al problema le vino una noche en forma de sueño y, cuando se despertó, envió un único correo a las cuatro.

Ese misma mañana, justo antes de la hora de comer, ya tenia la respuesta a su proposición. Las cuatro mujeres habían sido unánimes y estaban totalmente de acuerdo. Puestas así las cosas, nuestro hombre mayor que no viejo, en vez de una esposa joven encontró cuatro encantadoras hijas con las que compartir, ahora como familia, compañía y su pasión por la escritura.

Desenlace de: "Un mal bocado que se quedó entre los dientes"

Del blog marguimargui desenlace de: Un mal bocado que se quedó entre los dientes

Un año ha pasado desde mi encierro en esta cárcel mental, yo no estoy loca aunque para ellos sea un bicho raro con un nombre muy largo. La medicación hace su efecto y, con mi aparente tranquilidad, me dejan salir una hora por las tardes al jardín. La visión del bosque al fondo de la finca enciende mis pupilas pero se que no tengo interés si no quiero volver a la reclusión de mi acolchada celda.

La paciencia nunca ha sido mi fuerte pero, de pastillas hasta arriba como me tienen, el tiempo pasa a un cansino ritmo lento que me ayuda a planear mi huida y la venganza que enciende mi sangre. Me he acercado a los lindes del bosque, no hay vallas ni alambradas, solo una pareja de mastines avisando, con su ronco ladrido, que estás al final de tu camino. Bueno, en cuanto recupere fuerzas y me bajen la dosis, estos cabr... me analizan la sangre para confirmar que tomo las pastillas, tendré una charla con esos traidores perros guardianes.

El tiempo transcurre, despacio, pero es inexorable y siento como mi instinto no sólo no se ha doblegado sino que está a punto de emanciparse. Mis dos canes "amigos" ya han llevado su merecido y, mientras los sustituyen, exploraré el bosque para reconocer el terreno y seguir alimentándome de comida sana. La única pega es que un interno, un joven dos o tres años mayor que yo, me vio volver de mi última cacería, tendré que tomar contacto con él para saber sus intenciones y si también debe desaparecer.

Paul es otra victima social que está aquí, con la excusa de ser un enajenado mental, para que sus hermanos puedan aprovecharse de su legítima herencia; hasta los ricos, con su delicada educación, son bestias insaciables en cuanto dinero se trata. Paul no solamente no dijo nada de mi excursión, además, me dio la cuartada cuando los celadores empezaron a echar en falta a los mastines.

Nunca sabes donde ni cuando vas a encontrar un amigo de verdad, mi pálido y joven ricachón, ha resultado ser el cómplice ideal para mi plan. Yo pongo la fuerza y el coraje, él la inteligencia y la estrategia, esta simbiosis me ha ayudado a desarrollarme como una loba adulta en todos los sentidos. No hay nada, como la comida fresca del bosque, para ponerse en plena forma; cuando me tenga que enfrentar a lo que sea, estaré preparada.
Paul ya ha preparado meticulosamente el plan, hemos reclutado a Tomas, un manitas que se pasa todo el día en el taller haciendo trabajos y reparando todo lo que le lleven. Tomy, como lo llamamos, es algo mayor que nosotros; su mujer le echaba polvo de setas alucinógenas en la comida hasta que consiguió que, con sus visiones, lo inhabilitaran, perdiera el negocio, la mujer, su mejor amigo y acabara aquí medicado como un orate perdido.

Al fondo del bosque, en la tapia de la finca hay una pequeña verja de la que Tomy me ha hecho una llave. Por la noche Paul, que es recluso de confianza, me abrirá la puerta de la celda y yo dispondré de ocho horas para dar cuenta, en primer lugar de sus avariciosos parientes que curiosamente tienen su mansión a menos de cien kilómetros. De madrugada volveré, cansada pero saciada y en el recuento matinal nadie se percatará de mi aventura nocturna.

Al mes siguiente, para que no puedan establecer una continuidad muy próxima de desgraciados acontecimientos, haré lo propio por Tomy. En cuanto no haya familiares por medio, los abogados de mis amigos, ya encontraran la forma de sacarlos de aquí y, con ellos fuera, será cuestión de dinero que, en mi mayoría de edad, yo también pueda abandonar esta cárcel física aunque lo denominen sanatorio mental.

Sólo quedará mi familia pero, esa venganza, se servirá bien fría para paladear cada gota de sangre en su exquisita viscosidad.

La tertulia de las diez: La Técnica Igor o las sombrereras de la familia

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Los avances tecnológicos del último siglo fueron exponenciales en la conservación cerebral de la vida. Hace cincuenta años, mantener un cerebro vivo fuera del cuerpo, era cosa de semanas, con la Técnica Igor, recientemente implantada, se garantizan hasta dos siglos.

Así ahora, cuando el cuerpo llega a su deterioro irreversible, se firma un contrato y nuestro cerebro puede seguir vivo, según la póliza adquirida, de hasta doscientos años más antes que la incubadora se apague definitivamente.

Desde que se homologó, la Técnica Igor, se hizo moda y convivir con varias generaciones parece que nos hace más humanos. El próximo siglo hasta los tatarabuelos tendrán su sitio en casa como uno más aunque sea en una caja de sombreros.

Las sombrereras, como se conocen, son soportes vitales donde el cerebro es alimentado y oxigenado. Al no tener que controlar un cuerpo, sus necesidades son mínimas y la degeneración de los tejidos permite una segunda y hasta tercera vida.

Un efecto secundario, las diversas locuras por la situación incorpórea si están medicadas, es el aumento de las capacidades extra sensoriales. Así, si el abuelo tiene ganas de contarte una batallita por la noche, directamente, se puede meter en tus sueños y cambiar el escenario a su gusto.

Hasta ahora las familias se reunían en Navidad pero con el descubrimiento de las sombrereras, ya los tienes a todos en casa todo el año y, las 24 horas, porque casi no necesitan dormir para descansar. Así que la medicación, para poder aguantar eso, se multiplico, también, exponencialmente.

Al poco, se tuvieron que crear geriátricos cerebrales, para acabar con tanto estrés de los vivos con cuerpo. Y tuvieron más éxito que las sombrereras, sobretodo, al contar con aislamiento telepático. Era una tortura, que al marcharte de la visita, los parientes te estuvieran bombardeando la cabeza con reproches y chantajes emocionales.

Por todo lo dicho yo he firmado una clausula en la que cuando el cuerpo no aguante que mi cerebro lo acompañe al hoyo. La sala de espera para el otro mundo, dentro de una sombrerera, no va con este melón :P

La tertulia de las diez: La victoria final

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

El tiempo se había acabado, ninguno dábamos crédito a semejante acontecimiento, la gente miraba, los parados relojes, y se sentía extrañada. Habíamos ganado al inexorable y todavía no eramos conscientes de ello.

La pelea contra el tiempo fue dura y muy larga, generaciones y generaciones luchando contra un invicto rival. El enemigo no tenía cara sólo un interminable ejercito de segundos; lo minutos, que controlaban a los anteriores, también eran legión. Y de las horas que mandaban a los minutos, mejor no hablar, eran interminables y agotadoras.

Siguiendo con la estructura de nuestro rival, los días, controlaban cada uno a veinticuatro horas, nos daban algún respiro en la lucha diaria, pero también acababan sumando  una miríada. La semanas, los meses y los años eran los mandos superiores y con esos el contacto era menos frecuente, de hecho, los lustro sólo comandaban a cinco años y, con los dedos de las manos y alguno de los pies, podríamos contar todos los que hemos visto en nuestra vida.

Los más mayores del lugar, veteranos de la guerra de toda la vida, hablan de haber conocido hasta dos siglos, algo inaudito y excepcional.

Bueno, ahora estamos todos aquí, en esta pasarela, donde el tiempo ya no existe, esperando nuestro próximo destino. Al fondo se ven una bifurcación, unos que tengo al lado dicen que son los desvíos para el  Cielo y el Infierno.

Yo, como buen ateo practicante, tiraré por la calle de en medio :)

La tertulia de las diez: El amuleto

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Yo no creo ni en la mala suerte ni en la buena, en cambio, pienso que hay cosas gafadas y otras que son amuletos. Cuando un día comienza, con pequeños desafortunados acontecimientos, hace falta encontrar algo que corte la racha, para que vuelva a ser una jornada como otra cualquiera.

Si por la mañana, en la ducha, se acaba el agua caliente y te tienes que aclarar con la fría ya te espabilas más de la cuenta. Luego, te quemas con la cafetera y, al soltarla de golpe, te salpica la camisa y tienes que cambiártela; esta faena vale doble. Por último, al bajar por el ascensor, se para entre dos plantas y te dicen por el telefonillo que es cosa de media hora; cuando el orden correcto es hora y media.

Llegando tarde al trabajo, aun siendo por un motivo justificado, la mañana se pone muy empinada y con visos de tormenta. Así que necesitas encontrar algo, que pare esa cadena de pequeñas desgracias, que no cejan. Por supuesto, un amuleto, puede ser cualquier cosa, pero no algo que pueda comprarse o buscarse.

Puestas así las cosas, y por experiencias anteriores, lo mejor era usar la media hora del desayuno andando, con la esperanza de ver algo que cortara la racha negativa. Llovía ligeramente pero no como para acabar empapado después de la caminata, así que sin paraguas afronté el reto a contrarreloj.
A la cuarta vuelta a la manzana, a falta de diez minutos para volver a fichar, opté por coger un abalorio rojo que, a saber, de que collar de fantasía provenía. Lo metí en el bolsillo pequeño del pantalón y afronté la escalada pendiente de la oficina. La pequeña esfera de plástico me había cambiado la actitud.

Bueno, escalada tuve en el trabajo con bronca, por desgracia justificada, justo antes de la hora de la comida. Comiendo, al echar el vinagre a la ensalada, me salpiqué y un trozo de lechuga, también, me dejo un cerco de aceite en el pantalón, cuando se me soltó del tenedor. El autobús, por la llovizna, vino abarrotado y tuve que esperar veinte minutos hasta el siguiente. En casa no me quedaba leche ni para un cortado de café, se me olvidó del todo haber pasado por la tienda, así que tuve que tomar te.
Al acabar el día, que fue largo con tantos pellizcos y pinchazos del destino, me acordé del abalorio, lo saqué del bolsillo pequeño del pantalón y me puse a mirarlo, preguntándome si, realmente era un amuleto, o sólo un trozo de plástico sin más...

No recuerdo nada, en absoluto, de lo que pasó después, sólo que dormí de un tirón casi siete horas, no podía acordarme cuando fue la última vez de tal proeza. Tenia el puño de la mano izquierda cerrado y al abrirlo me encontré un abalorio rojo.

Desenlace de: Te atreves a ponerle un final?

Reflexiones al borde del pijama: Una historia inconclusa¿Te atreves a ponerle un final? del blog UNIVERSO ESPEJO Poemas y algo más by Pilar Astray Chacón

Habían pasado tres días cuando volvió a sonar la puerta. Ahora se presentaba ya un hombre de mediana edad, con mis test en la mano. Me preguntó si podíamos hablar.También quería hablar con mi compañera. Yo asentí intrigada y como no se me da bien mentir, pues también le comuniqué que mi compañera era yo misma, que había rellenado ambos test. El hombre se dio por satisfecho con mi respuesta y tampoco indagó más.

Fue directo al grano, 120.000€, dietas completas y gastos de viaje pagados. Tres meses, de adaptación y aprendizaje, en diversas capitales europeas y luego a auditar multinacionales en un equipo autorizado de la CEE. La idea no me disgustaba y quise poner a prueba a mi interlocutor, abriendo ojos como platos, al oír las condiciones salariales.

No se hizo de rogar y del portafolios sacó un contrato de confidencialidad y me dijo en un tono, grave como con eco, que no podía seguir hablando si yo no firmaba el documento. Lo firme automáticamente, sin leer siquiera las clausulas que venían encima, ahora los ojos como platos de satisfacción fueron los suyos. Lo que no sabia el buen hombre es que aparte de mi CI de 145 (es más pero, ni siendo inteligente, conviene destacar), mi sistema de lectura rápida me permite, de un vistazo, memorizar cualquier hoja escrita. Satisfecho mi entrevistador me dio una tarjeta de visita donde escribió la fecha de mañana y una hora, las diez, para una entrevista; la firmó con un garabato y se despidió deseándome buena suerte.

Lógicamente, diez minutos antes de la cita, ya estaba reconociendo el terreno, soy bastante despistada y la experiencia me ha enseñado a hacerlo, luego tranquilamente lo repaso como si fuera una fotografía y me fijo en los detalles, no tengo memoria fotográfica pero mi retentiva no se queda muy atrás tampoco. Al final entré y presenté la tarjeta manuscrita, las oficinas no eran nada especial salvo el personal, todos muy correctos y trajeados y diría que excesivamente musculados, incluso las dos chicas que estaban en la isla informativa.

Subí a la anteúltima planta, con una tarjeta identificativa de visita, y a los dos minutos otro croissant con traje me hizo pasar a un despacho. Esta vez un señor con gafas de montura dorada, me contuve la risa porque parecía sacado de una película de nazis, me empezó a entrevistar en inglés, así a bocajarro. Bueno, seguí con mi táctica de no destacar más de la cuenta y, en mis respuestas, cometí un par de pequeños errores y algún titubeo. Sus preguntas iban desde cosas intrascendentes, a temas académicos y, entre medias, cosas personales que rozaban con la intimidad. Yo creo que el portátil, que tenia delante, debía tener algún reconocimiento de estados para identificar la veracidad de mis respuestas. Al cabo de una hora, en su inglés carente de acento, me dijo que esperara fuera.

No tuve tiempo ni de sentarme, el cachas del mostrador me indico un ascensor, justo detrás suyo, y me marco la última planta con su llave. Al abrirse la puerta, justo por el lado contrario de por donde había entrado, accedí a una sala despacho tipo jefazo. Para mi sorpresa era jefaza, cuarenta años, no más, diría que delgada, elegante y bien arreglada, pero sin buscar llamar la atención. Lo que no me gusto nada, fue la mirada de serpiente que tenia, como intimidando sólo con los ojos.

Aquí la entrevista fue en castellano, me repitió las condiciones que me adelantó el gancho de la tarde anterior, y paso a hacerme su propio test de personalidad. Esta, sin portátil, tomaba alguna pequeña nota, como si rellenara un checklist y también usaba la táctica de preguntas tontas, con conocimientos generales y algo personal. Yo no la aguantaba la vista, para no desafiarla, pero cuando me pregunto si cambiaba de pareja fácilmente, me hice la herida y fue ella la que acabó bajando la vista.

Todo fue a la perfección, en diez minutos no hubo más preguntas y vinieron los regalos, un bolso de diseño con un portátil dentro muy ligero, que parecía dos generaciones por encima de los del mercado actual, y un smartphone del mismo pelo. Con un escáner digital me grabó, la huella de los dos dedos indices, para desbloquearlos y me dijo que todo su contenido estaba encriptado; que no me preocupara de su seguridad, sólo tenia que llevarlos siempre encima como mis herramientas, personales, de trabajo.

Bueno, no hace falta tener mi CI para saber que todo esto era una tapadera para poder entrar en las multinacionales con permiso de la CEE, auditarlas  teniendo acceso a su información más sensible y que, mis herramientas personales de trabajo, ya se encargarían de trasmitir la información, a algún servicio de inteligencia, o al mejor postor; según el caso y la comisión en juego.

Otro día contaré lo que aguanté, como auditora de multinacionales, pero eso ya será otra historia.

La tertulia de las diez: "El juego de magia"

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

El viejo trastero de la casa del pueblo era el lugar ideal para pasar las tardes lluviosas de invierno. Íbamos allí a visitar al tío Eli, el único pariente que quiso quedarse en el viejo caserón de la familia.

Apartado del pueblo y sin más niños yo era el único chaval que se pasaba allí los fines de semana. Descubrir el desván de la tercera planta fue una aventura, había cosas con más de cien años metidas en maletas o baúles.

Cada día abría uno de esos tesoros y me imaginaba una historia según lo que en él hubiera. Ayer descubrí en una maleta de cuero acartonado un juego de magia, no me dio tiempo a más porque me llamaron para cenar.

Hoy estaba nervioso, deseando acabar de comer para subir a jugar a los magos con mi último descubrimiento. Con el postre, todavía en la boca, entre en mi paraíso particular y abrí, esa vieja maleta donde estaba el juego de magia.

Estuve toda la tarde practicando los trucos habituales, de hecho el librillo que incluía el juego, decía claramente el orden a seguir para mejorar la técnica y coger la habilidad precisa. Tan entretenido estuve que no me percaté de la hora, ya faltaba poco para que me dieran la voz de ir a cenar.

Me quedaba un último truco, solo necesitaba un baúl vacío y la varita mágica. Rápidamente, vacié un arcón de ropa que ya había visto la semana anterior, me introduje dentro con la varita y pronuncié las palabras mágicas:

—Un toque, dos toques, tres toques y desaparece.

Seguía esperando que me llamaran para la cena pero no oía ninguna voz, esperé un rato más y decidí, por una vez, ir voluntariamente. Abrí el baúl y baje hasta la planta baja donde estaba la sala, allí estaban mis padres y mi tío cenando, pero no había un plato y un cubierto con un sitio vacío, mi sitio; era como si yo no existiese.

Estaba claro que el truco había funcionado; Yo había desaparecido del todo, de ese mundo y de sus vidas.