Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula empezaré con un relato para la ya conocida Tertulia de las diez. La verdad es que me fui por las ramas y me quedo un poco largo para mi blog de 500 palabras, así que lo pasaré en tres veces para que se digiera mejor.
--------- I ----------
El dicho de tener miedo hasta de su sombra, seguramente tenga un origen más o menos documentado. Yo, por mi parte, conozco un caso real del mismo, por respeto a mis amigos y evitar alguna mala interpretación, he cambiado cualquier nombre o lugar que pueda mencionar.
A los veintitantos salir de noche y recorrer dos o tres farmacias de guardia, así llamábamos a los locales que a partir de la media noche nos daban cobijo y bebida, vamos los típicos pubs. Nuestra cuadrilla, entre semana era triadilla y, a una ronda por cabeza, podíamos volver a casa somnolientos, pero enteros, de madrugada.
En una ocasión hablando de películas de miedo y cosas sobrenaturales, Damian nos confesó que el por la noche, estando él quieto, veía a su sombra moverse. Era ya la última parada y, tanto Víctor como yo, pensamos que nuestro amigo o quería hacerse el interesante o tomarnos el pelo, más lo último por el tono bajo y sombrío de decirlo.
Como la cosa prometía y no eran ni las dos, echamos a suertes quien pagaría la primera ronda extra de esa noche. Me tocó a mi, al volver con las tres pintas, Damian después de un largo y lento trago, nos empezó a dar los detalles de sus visiones.
--Cuando nos despedimos, me acuesto normalmente y en mi cuarto sólo queda la pequeña luz del radio despertador que me da algo de sombra y se refleja levemente en el espejo que tengo enfrente.
--Pues hace un par de semanas me desperté e instintivamente me giré para ver la hora, las 5:20 y pensé en volverme para el otro lado e intentar dormir de nuevo. Lo hice pero mi sombra del espejo no se movió. No lo entendía y levante un brazo, en la pared vi la tenue sombra y en el espejo estaba yo pero no mi sombra. Bueno me dormí al rato y me olvidé de ello.
--La semana pasada, me desperté pero no miré el despertador, en el espejo salía una sombra, mi sombra, pero encima mio como si me observara. Pensé que estaba soñando y miré la hora, las 4:43, al volver a buscarla en el reflejo ya no estaba, levanté el brazo y lo mismo, tampoco aparecía; en la pared veía su sombra, moviéndose igual que mi mano, pero en el espejo no había ninguna. Esa noche ya no volví a pegar ojo.
--Ahora, todas las noches me despierto y con los ojos entre abiertos veo esa sombra que me observa al otro lado del espejo. Si cambio la vista para ver la hora, desaparece y me vuelvo a pasar la noche en vela. No es que tenga miedo pero no descanso nada, así que ahora si me despierto, me quedo quieto mirando la sombra sombre mi, sin moverme, esperando volver por cansancio a dormir.
Al final, de su relato, los tres habíamos pagado una ronda adicional, esa noche si nos íbamos a retirar cargados. Nos despedimos y quedamos en seguir hablando del tema en la siguiente salida.
--------- II ----------
Pasaron unos días, más de una semana, a Víctor y a mi nos coincidieron cuestiones personales, Damian también anduvo algo esquivo. No pudimos seguir hablando de ello, tan pronto como hubiéramos deseado, para intentar desentrañar el misterio.
Cuando por fin pudimos quedar para hacer nuestras paradas en las farmacias de guardia, andábamos ya con ganas de ello, rara vez habíamos estado tantos días sin tomar algo. Victor y yo ya estábamos en nuestra primera parada dando los cinco minutos de cortesía a Damian antes de pedir.
Nuestro amigo entró por la puerta, al verlo nos sorprendimos, e inconscientemente nos miramos el uno al otro, como si no creyéramos lo que estábamos viendo. Damian era veintipocos y nosotros veintitantantos, pues bien parecía casi nuestro tío, el pelo medio encanecido y las ojeras le llegaban a la comisura de los labios. Hasta la ropa que llevaba parecía arrugada y sin ningún apresto.
Esa noche los tres sabíamos que iba ser de ronda doble, como la última vez que nos vimos.
Damian nos contó lo acontecido, no había habido cambio alguno, sólo que ahora después de la primera hora de sueño profundo se despierta y pasa el resto de la noche viendo de reojo a su sombra encima suyo, observándolo y moviéndose, en torno suyo. La silenciosa visión le deja totalmente estremecido y ya no puede conciliar el sueño ni dejar de mirar como su sombra, le absorbe el espíritu.
Las rondas fueron cayendo y en cada viaje a pedir las pintas soltábamos las teorías más extravagantes o macabras que se nos ocurrían. Damian, a pesar de su aspecto, era el más tranquilo de los tres, como si ya hubiera asumido un fatal destino sin vuelta atrás. Al final no hubo sexta pinta, una tormenta con rayos y truenos imponente nos hizo apurar la jarra y salir para casa antes que cayera todo el agua habido y por haber.
Al despedirnos fijamos, casi con pacto de sangre, en vernos el día siguiente, como fuera.
Ya eran las once de la noche, puntuales como siempre Víctor y yo entramos en el pub, no hizo falta que nos dijéramos nada, estábamos salvo el pelo cano, como Damian, no habíamos pegado ojo en toda la noche; y los relámpagos seguidos del estruendo del trueno, seguramente ayudaron a nuestro lamentable aspecto . A los cinco minutos justos Damian entraba por la puerta, no lo hacía por llegar tarde, su autobús en cuanto pillaba algo de tráfico le impedía ser más puntual.
--------- III ----------
La sorpresa de hoy fue mayúscula al ver a nuestro amigo, sorprendente y en el fondo reconfortante. Llego con su jovial cara de siempre, la de antes de su contacto con la sombra, y el pelo, salvo su habitual mechón casi blanco, parecía el de siempre. Nos miro con una sonrisa contenida e hizo los honores de la primera ronda.
--Anoche volví a dormir de un tirón, bajé la persiana del todo para que no entrara la luz de los relámpagos y de los truenos no me enteré.
Y tu sombra maldita? preguntamos, a dúo, Víctor y yo.
--Bueno os contaré, la segunda o tercera noche que me desveló apagué el radio despertador y desapareció del todo, no había nada de luz y me dormí como si nada. Al día siguiente, intrigado seguí investigando y fue cuando lo vi...
Qué viste? Le espetamos, nerviosos, al ver su larga pausa.
--Pues eso, yo no puedo dormir con la ventana cerrada y siempre la tengo algo abierta. Y...
Otra de sus malditas y largas pausas, esta vez respetamos su jactancia y esperamos...
--Mi sombra por la luz del reloj también se refleja, tenuemente, en las cortinas así que en la casi oscuridad eran la penumbra que tenia yo encima al verme en el espejo. Al moverse, ligeramente, por el aire, daban esa sensación de baile sobre mi. El brazo, al levantarlo, no hacía sombra en el espejo porque la pared, donde yo si la veía está al otro lado, ya sabéis lo de izquierda y derecha en los espejos ja, ja ja, ja.
Ya no se pudo contener la risa que trataba de ocultar desde que llegó. A mi y supongo que a Víctor nos quedaba, todavía, un detalle que aclarar. Esta vez yo mismo le pregunté porque, si lo había resuelto hace tiempo, no nos lo contó, y como era posible su aspecto tan demacrado de hacia 24 horas.
--Bueno, eso fue idea de Lucía, mi hermana os la tiene jurada desde que no la sacasteis a bailar cuando celebramos su 18 cumple hace dos meses. --Vaya amigos que tienes, nos conocemos desde siempre y no se atreven a pedirme un baile en mi fiesta, ni que fuera una niña pija en su puesta de largo; me dijo justo cuando nos marchamos de su fiesta y, alguna vez más, me lo ha vuelto a recordar durante este tiempo.
--Así que cuando se enteró de mi aventura con la sombra, no me dejo que os contara la resolución hasta no vengarse a gusto, ya la conocéis. Os di excusas una semana para que fuera la cosa consolidándose y ayer su amiga Lina me arregló, ja, ja, ja, para parecer lo que visteis. Por cierto, no os habéis fijado en la señora del gorrito ridículo de la mesa de al lado?
Las risas de Lucía al quitarse la peluca, mirando nuestras ojeras y caras de estupefacción, retumbaban más en mis oídos que los truenos de la noche anterior. Víctor estaba igual que yo, mientras que Damian, le hacia los coros, a las risotadas de su hermana.
A los dos minutos, casi con las mandíbulas desencajadas de los dos hermanos, la cosa se puso seria de nuevo. Víctor no estaba enfadado, en el fondo, le había hecho gracia la macabra broma, aunque su cara fuera un poema por sus reales ojeras, mirando a todas partes sin acabar de creérselo. En este punto yo me sentencié cuando dije:
Muy bueno Lucia, nos lo merecíamos pero ahora que ya eres mayor de edad puedes venir con nosotros, de vez en cuando, como querías los años anteriores y no te dejábamos. Quedas admitida, verdad Damian y Víctor?
El espeso maquillaje, de mujer adulta, no pudo ocultar el rubor de la bromista Lucía. Ya nos podíamos ir preparando para su próxima putada y esta vez los tres, Damian no se volvería a ir de rositas.
JM Vanjav WordPress
--------- I ----------
El dicho de tener miedo hasta de su sombra, seguramente tenga un origen más o menos documentado. Yo, por mi parte, conozco un caso real del mismo, por respeto a mis amigos y evitar alguna mala interpretación, he cambiado cualquier nombre o lugar que pueda mencionar.
A los veintitantos salir de noche y recorrer dos o tres farmacias de guardia, así llamábamos a los locales que a partir de la media noche nos daban cobijo y bebida, vamos los típicos pubs. Nuestra cuadrilla, entre semana era triadilla y, a una ronda por cabeza, podíamos volver a casa somnolientos, pero enteros, de madrugada.
En una ocasión hablando de películas de miedo y cosas sobrenaturales, Damian nos confesó que el por la noche, estando él quieto, veía a su sombra moverse. Era ya la última parada y, tanto Víctor como yo, pensamos que nuestro amigo o quería hacerse el interesante o tomarnos el pelo, más lo último por el tono bajo y sombrío de decirlo.
Como la cosa prometía y no eran ni las dos, echamos a suertes quien pagaría la primera ronda extra de esa noche. Me tocó a mi, al volver con las tres pintas, Damian después de un largo y lento trago, nos empezó a dar los detalles de sus visiones.
--Cuando nos despedimos, me acuesto normalmente y en mi cuarto sólo queda la pequeña luz del radio despertador que me da algo de sombra y se refleja levemente en el espejo que tengo enfrente.
--Pues hace un par de semanas me desperté e instintivamente me giré para ver la hora, las 5:20 y pensé en volverme para el otro lado e intentar dormir de nuevo. Lo hice pero mi sombra del espejo no se movió. No lo entendía y levante un brazo, en la pared vi la tenue sombra y en el espejo estaba yo pero no mi sombra. Bueno me dormí al rato y me olvidé de ello.
--La semana pasada, me desperté pero no miré el despertador, en el espejo salía una sombra, mi sombra, pero encima mio como si me observara. Pensé que estaba soñando y miré la hora, las 4:43, al volver a buscarla en el reflejo ya no estaba, levanté el brazo y lo mismo, tampoco aparecía; en la pared veía su sombra, moviéndose igual que mi mano, pero en el espejo no había ninguna. Esa noche ya no volví a pegar ojo.
--Ahora, todas las noches me despierto y con los ojos entre abiertos veo esa sombra que me observa al otro lado del espejo. Si cambio la vista para ver la hora, desaparece y me vuelvo a pasar la noche en vela. No es que tenga miedo pero no descanso nada, así que ahora si me despierto, me quedo quieto mirando la sombra sombre mi, sin moverme, esperando volver por cansancio a dormir.
Al final, de su relato, los tres habíamos pagado una ronda adicional, esa noche si nos íbamos a retirar cargados. Nos despedimos y quedamos en seguir hablando del tema en la siguiente salida.
--------- II ----------
Pasaron unos días, más de una semana, a Víctor y a mi nos coincidieron cuestiones personales, Damian también anduvo algo esquivo. No pudimos seguir hablando de ello, tan pronto como hubiéramos deseado, para intentar desentrañar el misterio.
Cuando por fin pudimos quedar para hacer nuestras paradas en las farmacias de guardia, andábamos ya con ganas de ello, rara vez habíamos estado tantos días sin tomar algo. Victor y yo ya estábamos en nuestra primera parada dando los cinco minutos de cortesía a Damian antes de pedir.
Nuestro amigo entró por la puerta, al verlo nos sorprendimos, e inconscientemente nos miramos el uno al otro, como si no creyéramos lo que estábamos viendo. Damian era veintipocos y nosotros veintitantantos, pues bien parecía casi nuestro tío, el pelo medio encanecido y las ojeras le llegaban a la comisura de los labios. Hasta la ropa que llevaba parecía arrugada y sin ningún apresto.
Esa noche los tres sabíamos que iba ser de ronda doble, como la última vez que nos vimos.
Damian nos contó lo acontecido, no había habido cambio alguno, sólo que ahora después de la primera hora de sueño profundo se despierta y pasa el resto de la noche viendo de reojo a su sombra encima suyo, observándolo y moviéndose, en torno suyo. La silenciosa visión le deja totalmente estremecido y ya no puede conciliar el sueño ni dejar de mirar como su sombra, le absorbe el espíritu.
Las rondas fueron cayendo y en cada viaje a pedir las pintas soltábamos las teorías más extravagantes o macabras que se nos ocurrían. Damian, a pesar de su aspecto, era el más tranquilo de los tres, como si ya hubiera asumido un fatal destino sin vuelta atrás. Al final no hubo sexta pinta, una tormenta con rayos y truenos imponente nos hizo apurar la jarra y salir para casa antes que cayera todo el agua habido y por haber.
Al despedirnos fijamos, casi con pacto de sangre, en vernos el día siguiente, como fuera.
Ya eran las once de la noche, puntuales como siempre Víctor y yo entramos en el pub, no hizo falta que nos dijéramos nada, estábamos salvo el pelo cano, como Damian, no habíamos pegado ojo en toda la noche; y los relámpagos seguidos del estruendo del trueno, seguramente ayudaron a nuestro lamentable aspecto . A los cinco minutos justos Damian entraba por la puerta, no lo hacía por llegar tarde, su autobús en cuanto pillaba algo de tráfico le impedía ser más puntual.
--------- III ----------
La sorpresa de hoy fue mayúscula al ver a nuestro amigo, sorprendente y en el fondo reconfortante. Llego con su jovial cara de siempre, la de antes de su contacto con la sombra, y el pelo, salvo su habitual mechón casi blanco, parecía el de siempre. Nos miro con una sonrisa contenida e hizo los honores de la primera ronda.
--Anoche volví a dormir de un tirón, bajé la persiana del todo para que no entrara la luz de los relámpagos y de los truenos no me enteré.
Y tu sombra maldita? preguntamos, a dúo, Víctor y yo.
--Bueno os contaré, la segunda o tercera noche que me desveló apagué el radio despertador y desapareció del todo, no había nada de luz y me dormí como si nada. Al día siguiente, intrigado seguí investigando y fue cuando lo vi...
Qué viste? Le espetamos, nerviosos, al ver su larga pausa.
--Pues eso, yo no puedo dormir con la ventana cerrada y siempre la tengo algo abierta. Y...
Otra de sus malditas y largas pausas, esta vez respetamos su jactancia y esperamos...
--Mi sombra por la luz del reloj también se refleja, tenuemente, en las cortinas así que en la casi oscuridad eran la penumbra que tenia yo encima al verme en el espejo. Al moverse, ligeramente, por el aire, daban esa sensación de baile sobre mi. El brazo, al levantarlo, no hacía sombra en el espejo porque la pared, donde yo si la veía está al otro lado, ya sabéis lo de izquierda y derecha en los espejos ja, ja ja, ja.
Ya no se pudo contener la risa que trataba de ocultar desde que llegó. A mi y supongo que a Víctor nos quedaba, todavía, un detalle que aclarar. Esta vez yo mismo le pregunté porque, si lo había resuelto hace tiempo, no nos lo contó, y como era posible su aspecto tan demacrado de hacia 24 horas.
--Bueno, eso fue idea de Lucía, mi hermana os la tiene jurada desde que no la sacasteis a bailar cuando celebramos su 18 cumple hace dos meses. --Vaya amigos que tienes, nos conocemos desde siempre y no se atreven a pedirme un baile en mi fiesta, ni que fuera una niña pija en su puesta de largo; me dijo justo cuando nos marchamos de su fiesta y, alguna vez más, me lo ha vuelto a recordar durante este tiempo.
--Así que cuando se enteró de mi aventura con la sombra, no me dejo que os contara la resolución hasta no vengarse a gusto, ya la conocéis. Os di excusas una semana para que fuera la cosa consolidándose y ayer su amiga Lina me arregló, ja, ja, ja, para parecer lo que visteis. Por cierto, no os habéis fijado en la señora del gorrito ridículo de la mesa de al lado?
Las risas de Lucía al quitarse la peluca, mirando nuestras ojeras y caras de estupefacción, retumbaban más en mis oídos que los truenos de la noche anterior. Víctor estaba igual que yo, mientras que Damian, le hacia los coros, a las risotadas de su hermana.
A los dos minutos, casi con las mandíbulas desencajadas de los dos hermanos, la cosa se puso seria de nuevo. Víctor no estaba enfadado, en el fondo, le había hecho gracia la macabra broma, aunque su cara fuera un poema por sus reales ojeras, mirando a todas partes sin acabar de creérselo. En este punto yo me sentencié cuando dije:
Muy bueno Lucia, nos lo merecíamos pero ahora que ya eres mayor de edad puedes venir con nosotros, de vez en cuando, como querías los años anteriores y no te dejábamos. Quedas admitida, verdad Damian y Víctor?
El espeso maquillaje, de mujer adulta, no pudo ocultar el rubor de la bromista Lucía. Ya nos podíamos ir preparando para su próxima putada y esta vez los tres, Damian no se volvería a ir de rositas.
JM Vanjav WordPress
No hay comentarios:
Publicar un comentario