Opiniones y reflexiones con una lógica un poco particular. Simplezas con sal y pimienta para que no sean tan simples. Tonterías profundas que no teorías profundas.
La evolución de la, en su momento, ansiada democracia en España, conlleva ya una deriva, totalmente descarada, hacía la falsedad y las mentiras sin pudor ni respeto, por parte de los sucesivos gobiernos que la han ido puliendo (nunca mejor dicho), en su propio beneficio. El último año del PSOE en el poder, con un iluminado Rubalcaba, llevando las riendas sólo para pasear el fracaso de su última legislatura, haciendo promesas pre-electorales que ya no creían ni los incondicionales del partido, supuso dejar la puerta abierta, de par en par, para el cambio que tanto prometía la oposición de Rajoy. Con tantas facilidades y una elevada abstención, coherente con el desencanto del último gobierno, las urnas dieron una mayoría absoluta al entonces Partido Popular (hoy por hoy de lo más impopular). Posiblemente, ganaron con un resultado más cómodo del que ellos esperaban, y el cambio de poder se hizo efectivo. Tanto fue así, su éxito en las urnas, que las promesas electorales, tan halagüeñas para sus simpatizantes como para los decepcionados de la gestión de ZP, desaparecieron en cuanto tomaron posesión del cargo, como primer punto del día, dentro de su nueva gestión de gobierno. Sin esperar a nada, como si ya tuvieran su libro de ruta definido, las reformas y los recortes sociales empezaron en los famosos consejos de ministros de los viernes. Y, antes que las Navidades llegaran, ya nos habían quitado los regalos, el carbón y lo más doloroso, las ilusiones. Así ya llevamos casi dos años y, en la mitad de su mandato, nos hemos quedado hasta sin memoria. Nos recordamos a los que lucharon por todos estos derechos y, menos aun, de lo que costó conseguir todo esto. Que ahora, a golpe de decreto, nos quitan ninguneandonos, cada viernes que les toca consejo. Es vergonzoso que la sanidad y la educación, referentes del estado de bienestar social, hayan sido precisamente los aspectos más desangrados de los famosos e infames recortes. Pero, por nuestra parte, es igual de deshonroso que se lo permitamos sin oponer resistencia. Yo creo que una manifestación ciudadana, masiva de verdad, sin siglas ni banderas, solamente como personas ejerciendo su derecho, es una toma de fuerza que no puede ser ignorada. Ciertamente, cuando la cosa esta mal, hay que apretarse el cinturón y tomar medidas impopulares. El problema es que si no se echan bien las cuentas, como así ha sido el caso, se acaba yendo a lo fácil: subir impuestos, IVA, rebajas salarios, etc. Pero, lo que es imperdonable de verdad, es que haya sectores como la iglesia, los partidos políticos o los ricos, que no se han visto afectados y pasen esta crisis de rositas a cuenta del resto. Tenemos autenticas sanguijuelas manejando el dinero público, como si fuera suyo, y encima queriéndonos hacer creer que lo gestionan correctamente y con trasparencia. Viendo el reparto que hacen del presupuesto, queda claro que les interesa mantener y que es secundario.
Desbarrar por aquí es el pataleo que, de momento, no es delito, aunque quien sabe... Se ve que nos hemos acomodado más de la cuenta y ahora nos cuesta, también más de la cuenta, levantarnos y plantar cara, a este despropósito de gobierno, que cada día nos resta derechos y dignidad.
Que una película esperada se haga de rogar y, cuando por fin se estrena, se quede en poco más que un llamativo trailer, parece ser la tónica de las últimas producciones CiFimatográficas. Riddick no ha sido la excepción y la decepción fue en aumento al hacer los deberes visionando las dos anteriores entregas.
Un refrito pocas veces sale bien y en esta ocasión la fugaces estrellas de las imagenes y los avances de la película se han estrellado en una producción mecanizada carente de gusto. La última aventura de nuestro Riddick comienza, como en las crónicas, subsistiendo en un planeta poco amigable, y termina luchando contra una multitud de bichos nativos y muy hambrientos. Suena a chiste pero el guión no ha dado para más. Eso si, cuenta con unos flash backs aclaratorios, para enlazar con la entrega anterior, que resultan de lo más cutre. Ciertamente, yo esperaba algo más y no una riddickula historia, un personaje casi igual y un final que, en la misma línea, supera a todo lo demás; Por ello, no me extraña que se titule Riddickulo 3. Si hubiera sido una serie de TV, podría haber pasado como un episodio más, pero en la gran pantalla no tiene nada que hacer y flojea en todos los aspectos cinematográficos. Extenderme más es dar a este CiFiasco un eco que no se merece. Lo peor es que con un poco de gusto y ganas habría podido quedar una producción bastante decente y entretenida.
No hay mejor reclamo para ver una película que un trailer llamativo. En Elysium se juntan unas imágenes impactantes con unos protagonistas famosos y recurrentes. Matt Damon es de sobra reconocible, a pesar del look tecno-skin con el que aparece y Jodie Foster, no necesita presentación, además haciendo de villana en su madurez, resulta todavía más apetecible ver su interpretación.
Ahora viene, como se suele decir, cuando la matan. Para mi, como dice el título del post, la película es un CiFiasco. Los Efectos Especiales que llamaban la atención en los avances del estreno no desentonan y siguen siendo llamativos. La interpretación del protagonista bastante aceptable, sin pegas; por su parte, la mala, impecable, se echa de menos que no tenga mas papel. Ahora la historia tópica como ella sola, tanto que si se cambian los escenarios, la época o las situaciones, seguiría siendo facilmente reconocible. Con tantas cosas buenas en origen, el comienzo no es malo, pero el resultado final, en conjunto, es de lo más mediocre. La falta de giros inesperados; las situaciones, a priori, originales terminan de lo más recurrentes; el desenlace es la gota que colma el vaso, a rebosar de la mediocridad de lo anteriormente visionado, malgastando las expectativas de algo mas digno. Basar el resultado final de una producción futurista, solamente en lo logrados que sean sus FX, es un CiFiasco casi garantizado.
Parece que los zombies están de moda y sacan tajada en la taquilla. Con Guerra Mundial Z se da otra vuelta de tuerca al fenómeno de los no muertos con un protagonista de lujo y unos efectos especiales de masas de zombies nunca vistos en el género. Con estos ingredientes y una buena campaña publicitaria el éxito debería estar al alcance de la mano y cuando menos recuperar la inversión. Bueno, no se como le irá ni me importa, me siento defraudado con el resultado y tratado como un zombie al reclamo con sangre fresca y llamativa.
No tengo nada en contra de los FX, me parecen de lo más convincentes y, a veces, hasta impresionantes. Tanto es así que, el resto desentona careciendo como sus protagonistas de cerebro; hay una línea argumental (guión no vi por ninguna parte), tan recta, tan llena de tópicos y tan previsible, como el instinto de un zombie. Los personajes y sus díalogos son de comic, tan planos como si en vez de rodar las secuencias hubieran escaneado las viñetas con sus respectivos bocadillos de texto. La temática zombie justifica el uso de efectos especiales, pero no tanto para que sea lo único reseñable como bien hecho, de la misma. Estoy seguro que los adeptos y no sólo los más incondicionales, en algunas secuencias, babearan (en el buen sentido) al ver esos ejércitos interminables e inexterminables de zombies, pero para una película pretenciosa como es esta (el presupuesto en FX lo deja bien patente) hace falta una solidez argumental que yo o no vi o me perdí. Me parece una falta de respeto presentar un producto tan mediocre habiendo contando con medios fuera del alcance de otras producciones mucho mas dignas. O bien, es el resultado de una dirección incompetente e insulsa, casi como hecha por un zombie para zombies ;) (Fin de la cita:)
El triste acontecimiento de la semana pasada, deja a mi modo de ver, dos lecturas bien definidas y diferenciadas. Por una parte, está la actuación de la gente próxima al siniestro; y por otra, las instituciones, desde la más alta, que hayan tenido arte o parte en los trenes de alta velocidad. Aunque sea en estas desgraciadas circunstancias, produce emoción ver que todavía hay humanidad y sentimiento desinteresado a la hora de echar una mano sin credos ni siglas, simplemente actuando como personas. La parte humana esta todavía presente y es motivo de esperanza en esta sociedad tan manipulada. Para mi esto es la parte positiva del desdichado accidente. Mis sinceras felicitaciones, sin diferenciar profesionales como voluntarios, creo que todos han actuado dando ejemplo: bomberos, policía, sanitarios, etc (para no dejar a nadie) o civiles. Como ya se ha dicho, ellos si son la autentica Marca España. Es vergonzoso, en cambio, que todas las instituciones, ministerios y hasta la presidencia sólo se ocupen de escabullir el bulto; lavándose las manos sobre el asunto con total psicopatía y, para mi,con una falta total de respeto hacia los fallecidos y afectados por el tremendo trance. Todos ellos tienen su parte de culpa, en mayor o menor medida. No se puede, ni se debe, actuar con tanta desfachatez. No voy a analizar el tema, simplemente, comentar algunas incongruencias dichas y mencionar la manipulación informativa para desviar la atención:
Un sistema de seguridad de hace 50 años puede seguir siendo valido si la tecnología fuera la misma. Cuando, en la actualidad, se puede ir a más del doble de velocidad creo que es obsoleto.
En otros recorridos, por lo visto, si hay un sistema acorde para evitar situaciones como esta. El problema que es la competencias de departamentos, la consideración del tipo de vía, etc. Eso es incompetencia y falta de previsión. En cualquier ascensor exigen que tenga línea telefónica, puede parecer exagerado, pero es una medida de seguridad, y en un vehículo como el siniestrado por competencias no se instala un sistema que garantice la seguridad también?
Los diversos ministerios involucrados permiten un trazado de alta velocidad con una curva de baja velocidad sin compensarlo con medidas de seguridad acordes para evitar una catástrofe como la ocurrida? No se de cuando data esto, si de esta administración o de la anterior, pero me parece que vender el producto y salir en la foto lleva consecuencias cuando pasa algo así.
La ocultación de primera mano del siniestro en el ente público de TVE es síntoma de miedo y de pedir consejo político. Lo mismo que el insensible comunicado de Moncloa, con lo fácil que hubiera sido que nuestro presidente conectara el plasma y dijera cuatro palabras, en estas situaciones basta decir lo que se siente (no hace falta preparar discurso alguno), creo que por una vez Rajoy o Soraya hubieran podido ser sinceros y directos. Así como la filtración del vídeo, sin ningún respeto hacía los afectados, buscando un linchamiento popular.
Que los datos personales, su vida y milagros, del maquinista se hagan públicos, a las pocas horas y por un medio muy afín al gobierno, con intención de volcar la opinión pública en su contra como único responsable del siniestro es también muy significativo. Por cierto, el otro maquinista debía ir de pasajero porque no se dice nada de él.
Podría seguir, pero creo que habrá que esperar los acontecimientos, deseando que alguien tenga sentido común y le ponga los puntos a todas las diéresis que nadie quiere puntuar. Al menos, para que no se vuelva a producir algo semejante. Lo triste, es que necesitemos un desgraciado siniestro como el acontecido, para tomar cartas en el asunto y evitar el siguiente. Y que luego, se vuelvan a colgar la medalla, los mismos que ahora se muestran ajenos a cualquier responsabilidad, aunque fueran ellos mismos los que salieron en la foto de la inauguración o, aquellos que se adjudicaron la autoría del hito histórico tecnológico, en su momento. PD: Creo que no soy el único que se percata que el maquinista sólo es la parte visible del iceberg y que, a todas luces, quieren que sea lo único que veamos. Un par de enlaces, a modo de ejemplo: episodios-nacionales en Yahoo Y un vídeo que tampoco tiene desperdicio:
La verdad es que con las películas sobre super héroes no suelo pedir mucho. Es fácil superar cinematográficamente tanto las historias de comic, dotando a los personajes de algo más del bidimensional y típico relieve; como de elevar a la enésima potencia el grafismo de sus ilustraciones gracias a la tecnología digital actual; y por supuesto, pasar de los diálogos de viñeta a dos frases seguidas coherentes tampoco es un imposible. Por todo ello, sin ser un incondicional del género, el aprobado es de lo más asequible. Con IronMan 3 no podía ser de otra manera, y eso que el hombre de hierro fue mi guía en la galaxia de Mavel. La actualización y vuelta de la historia no me ha parecido para nada desacertada. Es más, después del visionado de la tercera entrega, revise las dos anteriores dejando para el fina la primera, reafirmando mi opinión por triplicado. Tal vez, el cebo de la trampa que me hace llegar a esta opinión, sea la elección del protagonista. El pobre Robert Downey Jr es el motor tanto del hombre de hierro como de su álter ego Tony Star. Enfundado en su flamante armadura, o de paisano, se come todos los planos donde aparece, la simbiosis actor personaje es digna de producciones mucho más exigentes y pretenciosas. El plus de su interpretación son los constantes chascarrillos, generalmente, más ingeniosos que burdos; ya en su participación en los vengadores se llevó la palma junto con un, en todos los sentidos, salvaje Hulk. Para una película de evasión, destaca tanto o más que los FX empleados, en mi opinión, es el mayor acierto de la serie.
Después de una temporada, sin caer nada en condiciones, veo la última de Tom Cruise haciendo de astronauta en Oblivion. La verdad es que los papeles del T.C., haciendo el chiste fácil, son a la medida de su talla, mas discreto que convincente. La historia tiene su miga pero la puesta en escena de la misma, a mi gusto, queda más mate que brillante. Con tantas incursiones como ha habido del cine en el genero de CiFi, esta muestra es una simple y distante estrella, cuyo brillo no arroja luz suficiente para catalogarla como relevante. El entretenimiento también es limitado para justificar las más de dos horas de metraje, máxime necesitando una voz en off para dejar claro el desenlace. Asimismo, yo tampoco me voy a enrollar más, alargándome sobre una mediocridad que aprueba sin llegar a convencer.
Después de cinco temporadas o cuatro y media, la última se fijó en trece capítulos, FRINGE cierra sus dos dos mundos paralelos, al menos en la TV de nuestro planeta. Para mi el interés de las primeras temporadas se fue diluyendo en las siguientes. Las situaciones que nos mostraban eran atractivas y hasta adictivas para los simpatizantes del genero de CiFi. La trama de los casos que investigaban, junto con la temática personal de los protagonistas creaba esa combinación que tan bien suelen consiguen las series americanas, al menos, en su primera temporada. La cosa iba tan bien que algunos fallos de personajes o historias desincronizadas no devaluaron mucho la tónica general. El problema, a mi modo de ver, viene cuando se van sucediendo episodios de relleno y las temporadas nuevas sólo consiguen confundir en vez de sacar partido al clímax presentado. El final de la cuarta temporada supuso la debacle y la linea de guión por la que optaron seguir propicio una última temporada a partes iguales de pena y gloria. El desenlace final resulta previsible, incluso antes que lo fueran dando a conocer en la trama. Para mi, lo más acertado, fue dejar fijada la fecha de la última entrega. Los once primeros episodios fueron bastante irregulares, con una trama y puesta en escena mas cerca de la mediocridad que de la originalidad, nada que ver de como se dio la serie a conocer. Y por fin, el 18 de enero de 2013, dos capítulos en una entrega doble, pusieron el final a toda la serie. Para no desvelar la trama, solo diré que retomaron algunas cosas de sus orígenes como guiño o cierre de algunos cabos. El resultado..., que cada uno saque sus propias conclusiones, para mí acorde con la última etapa.
Cuando los guiones, se pierden en líneas de tiempo para saltarse sus fallos o incoherencias, resultan admisibles sólo la primera vez. Así, cerrar el kiosco sin esperar a tocar fondo, resulta la mejor opción.
Las vacaciones son esos períodos del año que solemos destinar para hacer esas cosas que, durante el resto del tiempo, siempre encontramos alguna excusa para no realizar por falta del ídem. Antes de empezar pensamos y nos creemos capaces, durante esos días o semanas de asueto, de realizar todas o algunas de las tareas pendientes, sin dejar de descansar y disfrutar de lo lindo.
Lo normal, en mi caso al menos, es tener una lista mental de todo de lo que me he ido escaqueando durante el resto del año. Hay cosas que son prioritarias y otras que se van añadiendo por la expectativa de las numerosas horas libres de las que vamos a disponer. La verdad es que las intenciones iniciales son honestas, pero las circunstancias ya se encargarán de que, muchas de ellas, se queden sólo en buenos propósitos. Al comenzar las vacaciones vemos un extenso horizonte de tiempo que nos hace creer que vamos a andar sobrados y que nos pondremos al día, con la lista, en cuanto empecemos a navegar. Craso error, los primeros días son de resaca del estrés acumulado y se dedican casi en exclusiva al descanso y a horas contemplativas sin mas. El hecho de que el despertador no nos condicione el resto del día, es el comienzo de nuestro merecido descanso, y del fin de la cumplimentación de la mayoría de las tareas pendientes.
Después, de estrechar las relaciones con Morfeo y de pasar un saco de horas muertas como un adorno mas del salón, vienen los días señalados con imposiciones de si o, también, si. A regañadientes, se hace lo imprescindible de todo lo previsto, el tiempo destinado se nos queda corto y se agota con las complicaciones que nos surgen, ya por imprevistas o por simples retrasos. Así, algo que estimábamos hacer en un par de horas, nos lleva la jornada completa confirmando, al pie de la letra, la Ley de Murphy. Por el hecho de estar de vacaciones, este tipo de actividades, las de la lista, reavivan ese estrés que ya empezábamos a tener controlado. El resultado es que los últimos días son una mezcla de todo, necesidad de descanso, ansiedad por tachar cosas de la dichosa lista y mentalizarnos para la vuelta a la rutina habitual. Como es de esperar, nuestro rendimiento deja mucho que desear con semejante cóctel y, o bien somos esclavos de nosotros mismos y nuestras malditas tareas; o bien, las dejamos de lado para gastar lo que nos reste de tiempo, al igual que un río próximo a la desembocadura, con calma y sin prisa. El balance parece desolador y de cierre, a la vista de que todo lo que teníamos pensado para hacer o tachar y que se nos ha quedado pendiente. Al repasar mentalmente las cosas, nos vuelven a aparecer revoloteando, pero ahora ya sin tiempo material para solventarlas. La puntilla es que, seguramente, algún asuntillo más, se nos ha subido al debe y nos quiere acabar de abrumar, a última hora. Hay que ser honestos y sinceros con nosotros mismos, las vacaciones son para saltarse la rutina y, si bien no disfrutarlas tan plenamente como deseamos, al menos, si poder descansar sin condiciones. Lo que se ha quedado, inacabado o no empezado, es sencillamente porque no era tan importante, y lo nuevo que haya podido aparecer, ya se tendrá en cuenta en las próximas vacaciones. Ahora sólo nos queda prepararnos para la guerra diaria y sin pretender ganarla el primer día de trabajo. Además, una puñetera lista de tareas para las vacaciones es, por si misma, una rutina más para poner en cuarentena, al menos si pretendemos descansar :P
Se nota que hoy mi último día de asueto y quería tachar, aunque fuera simbólicamente de mi lista de pendientes, Activar blog con un post. Que menos que: Quedar bien consigo mismo, con un toque cínico para animar un día tan desapacible (víspera de retorno), que hasta el tiempo lo imita con un un día de perros.