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domingo, 24 de diciembre de 2017

Relatos de la tertulia de las diez: El saco de dormir de Elder

Por mediación de El arca de las palabras del blog de Úrsula un nuevo relato para la ya conocida Tertulia de las diez.

Elder, tenía un buen trabajo y pudo permitirse comprar un adosado rústico cuando sintió que la ciudad lo agobiaba, quería tranquilidad y contacto con la Naturaleza. En pocos meses su vivienda de campo estuvo totalmente acondicionada, para poderla usar a diario si le apeteciera o solamente los fines de semana.

Lejos de las luces de la ciudad podría ver las estrellas en las noches despejadas; o sentir ese aire fresco pero limpio cada mañana según saliera por la puerta; o ver a la tierra beber la lluvia tras los cristales. Y tantas cosas más que, la urbanidad del asfalto y el hormigón, le habían vetado en su piso céntrico.

Después de varias semanas en su nido campestre, el urbanita, se sentía como enjaulado en una casa rodeado de Naturaleza; donde las comodidades de la misma, no le dejaban contactar con el exterior, son cosas que pasan.

Entonces, un día navegando por internet tuvo la feliz idea de comprarse un saco de dormir de montañero de alto aislamiento térmico, así se definía la oferta que vio en el portal de ventas. Mientras daba el click de aceptación del pago, su sentido común le reprochaba --otra tontería más, macho. Menos mal que al ser una oferta ni tan cara te va a salir.

Reabrió los ojos, la primera vez le pareció que estaba todavía soñando, una respiración agitada y unos lenguetazos le habían sacado de su letargo. Era Toby, el perro a medias entre su vecino y él mismo, el fiel animal tenia divididas sus atenciones entre los dos vecinos y escogía con quien estar, a ellos les parecía bien y todos contentos. El aire fresco de la mañana le llenó los pulmones del oxígeno más puro que nunca había respirado.

Epílogo

Aquella fue la primera noche que Elder había dormido al raso en su vida, le costó coger postura tumbado encima de la hierba de su jardín, pero con su saco de dormir de montañero de alto aislamiento térmico no había pasado frío, a pesar de la helada. En cambio, pudo contemplar un cielo estrellado, pensando en cosas en las que nunca solía hacer, hasta que la relajación le llevó a dormir plácidamente.

JM Vanjav WordPress

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